Monday, February 6, 2012

Cuba, paraíso de los gobernantes.

Cuba, paraíso de los gobernantes.

Las noticias procedentes de Cuba son maravillosas. Todo es paz y
bienestar. No hay nada que altere los nervios de los gobernantes. Es un
país en el que no existen disconformes. No hay opositores revoltosos, ni
Congreso pluripartidista, ni molestos sindicatos. Para sus gobernantes,
Cuba es propiamente el paraíso socialista reiteradamente prometido por
la izquierda radical bolivariana. Seguramente, toda esa belleza fue la
que le hizo manifestar a Fernando Lugo cuando visitó la isla que le
encantaría que Paraguay fuera como Cuba. "Es un ejemplo a imitar", dijo,
y debe estar siendo muy sincero. Pero no solo Lugo, ¿qué gobernante
latinoamericano no estará envidiando a los hermanos Castro y a su paraíso?

ABC Digital
Las noticias provenientes de Cuba son maravillosas. Todo es paz y
bienestar.

En la isla propiedad de los hermanos Castro y el Partido Comunista
Cubano, sin rivales desde hace más de cincuenta años, no hay nada que
altere los nervios de los gobernantes. No hay opositores revoltosos
votando en contra de iniciativas oficiales, ni ejerciendo contralorías,
ni denunciando malos manejos administrativos, fraudes o enriquecimiento
ilícito. No hay un Congreso pluripartidista, nadie incordia al Ejecutivo
con rechazos de proyectos legislativos, o con leyes desfavorables, con
interpelaciones a ministros, juicios políticos u otras estupideces
neoliberales como esas.

Es un país en el que no existen disconformes. No hay paros ni huelgas,
los funcionarios están permanentemente satisfechos con sus condiciones
de trabajo; en las calles no se ven marchas de protesta estudiantiles,
"cacerolazos" de amas de casa, de campesinos revoltosos o de
profesionales disconformes pidiendo aumento de sueldos. Ni siquiera
existen molestos sindicatos como la CUT o el CNT, o de esos que exigen
tener derecho a hacerse accionistas de empresas estatales como la Dinac,
INC, Acepar o Petropar cubanas.

En la isla, los empleados –todos del Estado– de los aeropuertos, de la
usina eléctrica, de la petrolera, de los servicios de salud, no tienen
necesidad de sindicato; los campesinos no saben ni necesitan de
organizaciones del tipo FNC o MCNOC; los estudiantes, siempre
satisfechos con el Gobierno, no protestan por nada. Todo funciona a las
mil maravillas. No tienen de qué preocuparse, el Estado marxista se
encarga de velar por ellos. Es también el Estado, preocupado, el que
establece cuál es la función de cada uno en la sociedad, qué se espera
de cada quien, qué debe hacer o estudiar y cuánto debe ganar, porque el
Estado es el único que sabe cómo aplicar la fórmula maravillosa del
catecismo marxista: "de cada quien según su capacidad y a cada quién
según su necesidad".

Para sus gobernantes, Cuba es propiamente el paraíso socialista tan
reiteradamente prometido por la izquierda radical bolivariana.

En Cuba es placentero para el espíritu ver y escuchar los noticieros de
los medios de comunicación masiva –todos del Gobierno– porque en ellos
las informaciones son siempre agradables, positivas, optimistas. Todo
comienza y acaba en el momento y lugar establecidos por el Gobierno.

En la isla nadie recibe más alimentos y productos de uso doméstico de
los que les asigna la autoridad, entonces nadie necesita protestar
públicamente. Naturalmente, es porque del generoso Estado reciben más
que suficiente para el bienestar familiar y la prosperidad futura. Para
eso tienen una "libreta" de racionamiento con la que van al "almacén"
estatal a retirar los comestibles que les asignaron para el mes.

Es comprensible, entonces, que los cubanos no necesiten rezongar ni
organizarse para defender ideas o derechos, pues allí los hermanos
Castro hacen funcionar el país como un reloj.

Y si algunos cubanos quieren salir de la isla, el Gobierno les pregunta
para qué quieren hacerlo, a dónde piensan viajar, con cuánto dinero, a
cuáles familiares dejan en la isla. Si las autoridades están
satisfechas, les otorgan el permiso; si no, no se lo conceden, pero
siempre lo hacen por su bien, para que no gasten innecesariamente dinero
en un viaje del que pueden prescindir.

Seguramente, toda esta belleza fue la que le hizo manifestar a Fernando
Lugo cuando visitó la isla que le encantaría que Paraguay fuera como
Cuba. "Es un ejemplo a imitar", dijo, y debe estar siendo muy sincero.
Imagínense nuestros amables lectores lo feliz que viviría Lugo en un
Paraguay sin sindicatos ni gremios de obreros activos y protestatarios,
¡sin partidos opositores!, sin Feprinco, sin Unión Industrial, sin
Asociación Rural, sin protestas estudiantiles y de otros grupos
sociales, ¡sin indígenas!; sin obstáculos y molestias provenientes del
Congreso, con jueces y magistrados "de la casa", con elecciones
decididas de antemano en el partido único, dentro de la línea política
única.

Pero no solo Lugo; ¿qué gobernante latinoamericano no estará envidiando
a los hermanos Castro y a su paraíso?

6 de Febrero de 2012

http://www.abc.com.py/nota/cuba-paraiso-de-los-gobernantes/

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