Saturday, February 18, 2012

Cardenal Ortega busca recuperar influencia de la Iglesia

Cardenal Ortega, Iglesia Católica

Cardenal Ortega busca recuperar influencia de la Iglesia

La gestión de Ortega no se ha salvado de la controversia y algunos lo
ven como un apologista del gobierno que una vez lo encarceló

Agencias, La Habana | 18/02/2012

Cuando un joven párroco llamado Jaime Ortega salió de un centro de
detención en Cuba en la primavera de 1967, en lo más álgido de la
campaña de la revolución comunista para aplastar la religión, su padre
le entregó un boleto sin retorno a España y le pidió a su hijo que se
fuese. Pero Ortega no lo hizo.

Cuarenta y cinco años después y ahora como cardenal, Ortega encabeza la
iglesia católica romana de la Isla, la cual ha salido de su aislamiento
de años y ha pasado a ser la institución independiente más influyente
del país.

En años recientes, el clérigo, de 75 años, negoció con el mandatario
Raúl Castro la liberación de presos políticos, aconsejó al gobierno
sobre política económica y consiguió la publicación de revistas
eclesiásticas con artículos cada vez más francos sobre la necesidad del
cambio.

Y después de que el papa Benedicto XVI visite la Isla antes de Semana
Santa, Ortega habrá logrado que dos pontífices consecutivos pongan sus
reflectores en uno de los países más seculares de Latinoamérica.

"Mi impresión de Jaime Ortega es que simplemente ha sido el hombre justo
en el momento indicado todos estos años", opinó Tom Quigley, ex asesor
de política latinoamericana en la Conferencia de Obispos Católicos de
Estados Unidos. "Me parece que los acontecimientos del último par de
años han demostrado que este calmado liderazgo ha sido muy efectivo, y
la Iglesia está hoy en una mucho mejor posición de lo que ha estado en
cualquier otro momento desde la década de 1960".

Ortega utilizó su púlpito para criticar al sistema político en Cuba y
pidió una mayor libertad política y económica, pero también trató de
alejar a la juventud de lo que describió en un discurso en 1998 como un
"tipo de subcultura de Estados Unidos que invade todo".

La gestión de Ortega no se ha salvado de la controversia.

Disidentes, diplomáticos estadounidenses e incluso algunos
representantes de la cúpula del Vaticano han criticado la cautela del
Cardenal, diciendo que siempre se ve más preocupado de las renovaciones
de la Iglesia que de los derechos políticos y humanos.

Hay quienes lo ven como un apologista del Gobierno que una vez lo encarceló.

"Tiene un trabajo muy difícil", dijo el arzobispo de Miami, Thomas G.
Wenski, quien apoya a Ortega y reconoce que muchos exiliados cubanos ven
con recelo al Cardenal. "Aquellos que lo critican desde una posición
cómoda en Miami y no tienen la experiencia de estar allí, les tomará más
tiempo cambiar su opinión sobre él".

Ortega, un hombre jovial y regordete que suele ser visto caminando por
las calles adoquinadas de La Habana Vieja vistiendo un sencillo cuello
de sacerdote, se volvió arzobispo de la capital en 1981 y cardenal en
1994, justo cuando el Gobierno comunista estaba reduciendo la presión
sobre la religión.

Desde entonces, el régimen eliminó las últimas referencias al ateísmo en
sus leyes y regulaciones y levantó las prohibiciones de culto a los
integrantes del Partido Comunista.

Después de la histórica visita del papa Juan Pablo II en 1998, que
Ortega ayudó a organizar, Fidel Castro declaró la Navidad un día feriado
nacional, abolido tras la revolución de 1959.

Sin embargo, la Isla es el país menos católico de Latinoamérica y la
población practicante no llega al 10 %.

A pesar de años de gestiones, la Iglesia Católica prácticamente no tiene
espacios en la radio o televisión estatales, no puede administrar
escuelas y tampoco es autorizada a construir nuevos lugares de culto.
Hay apenas 300 sacerdotes para los 11,2 millones de habitantes de la
Isla. En comparación, antes de 1959 había 700 presbíteros para una
población de 6 millones.

Por muchos años, Ortega raramente habló en contra del Gobierno u opinó
sobre política. En privado, confió a diplomáticos y otros sobre su
compleja relación con Fidel Castro, diciendo que los dos a menudo no se
hablaban.

De cualquier forma, su relación con Raúl, el hermano menos doctrinario
de Fidel que asumió la presidencia en 2006, fue mejor.

Ortega dijo que se reúne regularmente con él y a veces le da consejos
sobre las reformas económicas que el Presidente está impulsando. Y a
pesar de que las bancas de las iglesias no estén repletas, ese contacto
al más alto nivel da a la Iglesia un papel único en un país sin
oposición permitida ni prensa independiente que pueda circular
libremente por la Isla.

En 2010 el Cardenal se sentó con Castro y el Canciller español en un
encuentro que allanó el camino para la liberación de decenas de
intelectuales, comentaristas y activistas de la oposición encarcelados
por Fidel en 2003.

Las publicaciones eclesiásticas también han comenzado a presionar por el
cambio económico y político, mientras el mismo Ortega exhortó
públicamente a Castro a acelerar los cambios.

"Yo creo que esta opinión (la de producir cambios en la Isla) alcanza
una especie de consenso nacional y su aplazamiento produce impaciencia y
malestar en el pueblo", expresó Ortega en una entrevista realizada por
la revista católica Palabra Nueva.

Castro reconoció que la Iglesia ayudó a que la liberación de los presos
políticos fuera "armoniosa" y dijo que Ortega no tiene temor de defender
sus principios.

Pero muchos disidentes han sido menos caritativos, particularmente por
la tácita aceptación de Ortega a la insistencia del Gobierno de que la
mayoría de los prisioneros políticos liberados se exiliaran.

"No creo que la Iglesia católica fuera la parte fundamental o influyente
o determinante en nuestra liberación", dijo Julio César Gálvez, un ex
prisionero que fue liberado y partió al exilio en julio de 2010. "La
Iglesia católica cubana, en nuestro caso, lo que hizo fue servir como
pantalla al régimen totalitario cubano".

Esta no es la primera vez que Ortega es acusado de no hacer lo suficiente.

En el 2007 el Cardenal intentó cerrar la revista religiosa Vitral, la
cual estaba intensificando sus críticas al Gobierno. Al final, la
publicación pudo continuar, pero su director fue retirado del cargo y se
volvió un franco disidente.

El asunto generó malestar incluso en el Vaticano, de acuerdo con cables
secretos de la diplomacia estadounidense filtrados a WikiLeaks y
obtenidos por separado por The Associated Press.

Un despacho del 14 de mayo de 2007 redactado por la misión de Washington
ante la Santa Sede atribuye al jefe de personal del secretario de Estado
Vaticano, Tarcisio Bertone, haber dicho que el Gobierno de Cuba debía
estar feliz con Ortega porque "la Iglesia hizo el trabajo sucio" del
régimen.

El cable agrega: "Las autoridades del Vaticano han insinuado en el
pasado que Ortega se ha vuelto demasiado blando con Castro".

"Desde el cardenal Ortega hasta las monjas en las provincias, la Iglesia
en su mayor parte evita desafiar al GDC (gobierno de Cuba)", señala otro
cable escrito esta vez por diplomáticos en La Habana en 2008. "En temas
grandes y pequeños, la estrategia de la Iglesia católica es capitular
ante las posturas del GDC, de forma preventiva si es posible".

Desde que fueron escritos esos despachos, se supo del papel de Ortega en
la liberación de los disidentes, los artículos de críticas están
reapareciendo en revistas religiosas y el Cardenal públicamente apoya
más a las Damas de Blanco, un grupo opositor.

Un diplomático occidental dijo a AP que Ortega es visto positivamente,
pero debe utilizar el púlpito de forma más efectiva y ser menos cauteloso.

"Sospechamos que él tiene más poder del que cree y nos gustaría que lo
utilizara", dijo el diplomático, quien habló bajo la condición del
anonimato porque no estaba autorizado a tratar el tema públicamente.

Ortega se negó a ser entrevistado, pero las críticas deben ser como
aguijones para un hombre que capeó las tempestuosas mareas de la
revolución cubana, desde sus primeros días en la Iglesia.

Es el segundo cardenal en la historia de Cuba, después de Manuel Arteaga
Betancourt, quien falleció en los primeros años de la revolución.

Nació en 1936 en la ciudad de Matanzas e ingresó al seminario cuando
tenía 19 años; un tiempo se educó en Montreal. Regresó a Cuba cuando fue
ordenado sacerdote en 1964.

Al mismo tiempo, muchos sacerdotes fueron expulsados del país o quedaron
marcados. A los integrantes del Partido Comunista les quitaron la
libertad de culto y las iglesias se fueron a pique.

Los hospitales y escuelas católicos, incluyendo la escuela jesuita en La
Habana donde estudió Fidel Castro, fueron nacionalizadas y secularizadas.

A cambio, muchos sacerdotes apoyaron activamente a grupos opositores al
nuevo Gobierno comunista, algunos de ellos incluso escondiendo armas. En
1963, Cuba aprobó una ley que pedía a todos los varones de entre 17 y 45
años estar disponibles para el servicio militar, incluyendo los sacerdotes.

Ortega fue convocado en el llamado de 1966, pero junto con otros
religiosos, el Gobierno consideró que no era de confianza para unirse al
Ejército y en su lugar lo envió a un campo de trabajo forzado en
Camagüey donde eran internados intelectuales, homosexuales, disidentes,
clérigos y otros que estaban en conflicto con las autoridades.

Aunque Ortega no habló públicamente sobre sus ocho meses en las Unidades
Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), otros internos relatan que
los levantaban a las cuatro de la mañana, les gritaban, les daban agua
sucia y una comida atroz; pasaban días doblados cortando caña de azúcar
y noches de agitado sueño en hamacas incómodas.

Muchos huyeron de Cuba en cuanto pudieron, uniéndose a la creciente
diáspora en el sur de Florida, España y otros lugares más. Pero Ortega
ha dicho que irse no era una opción.

"Nunca deseé vivir fuera de Cuba. Cuando a los dos años de ser
sacerdote, fui llamado a campos de trabajo donde pasé ocho meses, no
soñé en ese tiempo con irme de Cuba. Cuando me dieron de baja y llegué a
mi casa, mi padre me esperaba con un viaje a España que él había
conseguido para que fuera a vivir allí", dijo Ortega durante un discurso
en el 2011.

"Cuba para mí es mi patria, tan mía que la siento en los olores del
ambiente, en los cielos amenazantes de un ciclón, en las tardes dulces
de su falso invierno, en el hablar de su gente, en su música", agregó.

Los partidarios de Ortega señalan su pasado como evidencia de su valor y
dicen que su capacidad de trabajar con el Gobierno a pesar de su
sufrimiento personal es una señal de su profunda convicción religiosa.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/cardenal-ortega-busca-recuperar-influencia-de-la-iglesia-274069

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