Thursday, November 10, 2011

La violencia mimética de las dictaduras

Represión

La violencia mimética de las dictaduras

Los regímenes totalitarios y autoritarios, o con ínfulas de serlo,
aprenden lecciones represivas unos de otros

Darsi Ferrer, La Habana | 10/11/2011

Es tiempo en que las fuerzas más retrogradas de la Humanidad se unen en
alianzas de supervivencia. En nuestro continente se tambalea la
Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), una gastada
confederación subversiva, aunque aún intenta ocultarse bajo el disfraz
de cofradía económica populista y futuro posible para América Latina.

Sin embargo, hechos sucedidos en el área parecen hacerle el desmentido,
como son los recientes acuerdos de libre comercio firmados entre países
del continente con Estados Unidos (Colombia y Panamá). Y también la
integración de las naciones de cara al Pacífico del Cono Sur, aunadas en
torno a lazos económicos que permiten aprovechar adecuadamente y sobre
bases puramente comerciales el crecimiento económico asiático.
Definitivamente, son el puntillazo al ALBA en su pretendido rol
hegemónico de alianza económica y política en la región. Luego de esto,
hasta sus débiles vástagos, Unasur y el nonato sucre, parecen
languidecer más en la entropía de un burocratismo incipiente y confuso.

Desajustada y sin prestigio en el continente luego de dos rotundos
fracasos de ofensiva, los intentos injerencistas en Honduras y Haití,
resulta evidente la pretensión de dicha Alianza de buscar credibilidad y
peso hegemónico con nueva clientela. Y por ello se mete en áreas bien
distantes al patio latinoamericano para intentar revivir el encangrejado
frente antiimperialista que preside. Sus concomitantes, no satisfechos
con tener entre sus más destacados miembros a la dictadura militar más
antigua y antidemocrática de Latinoamérica, ahora se transforman en un
desembozado sostén de satrapías orientales decadentes.

La visita a Siria de los cancilleres del ALBA lo demuestra con creces.
Los indignados visitantes no acudieron presurosos al escenario sirio
compulsados por la alarma mundial que provocan las víctimas civiles
resultantes de las brutales matanzas que protagonizan las fuerzas
represivas de Bashar al Assad contra su población inerme.
Lamentablemente, para nada buscaron solidarizarse con el pueblo
masacrado, eso quedó muy claro. Ni siquiera quisieron afectar su cínica
percepción del problema visitando las ciudades y poblados sujetos a la
violencia estatal que ya va por los ocho meses. Tampoco visitaron las
calles destrozadas a tiros e impactos de artillería pesada y tanques. A
diferencia de varios embajadores occidentales, no hicieron el menor
intento por conocer de cerca el dolor de las familias que lloran a sus
muertos de cada semana, o el esfuerzo de detener el genocidio oficial
con su presencia diplomática.

No, nada de esas minucias para el ALBA. Los altos representantes de
gobiernos populistas elegidos democráticamente prefirieron darle su
pleno apoyo al victimario, al dictador Al Assad, frente a la "inminente
agresión imperialista de la OTAN". El propósito de la Alianza es ocupar
un lugar protagónico como sea, pero eso sí, con los que mandan.

Pero no se podría esperar otra cosa. Los regímenes totalitarios y
autoritarios, o con ínfulas de serlo, como ocurre con los que militan en
el ALBA, no solo se hermanan con iguales en sus conspiraciones contra
los pueblos, sino que también aprenden lecciones represivas unos de
otros. Cuando acuden a un escenario en conflicto como Siria, no les
interesa subsanar errores contra los gobernados e intentar enmendar
injusticias. Lo que observan, registran y analizan es lo que en
particular falló en el método represivo del vecino. Aprenden la lección
en pellejo ajeno para intentar una mejoría en el manejo del garrote
cuando les toque el turno de tener que lidiar con una revolución
democrática.

No es que sea nada nuevo lo que intentan. Así como el régimen nazi
aprendió de los soviéticos el método represivo masivo y la construcción
de campos de concentración, Stalin se entusiasmó con la "Noche de los
Cuchillos Largos" de Hitler. En una jornada aterradora, el dictador nazi
purgó con la muerte inmediata a todos los que consideraba enemigos
dentro y fuera de las filas de su partido único. Aprendida la lección de
"eficiencia" del compinche, Stalin inició a mayor escala aun el proceso
de feroz purga de sus bolcheviques, del Ejército Rojo y de la maquinaria
represiva del NKVD.

Por igual deriva histórica, Pol Pot masacró al pueblo cambodiano en los
años setenta del pasado siglo, inspirado en el exterminio que provocaron
las comunas agrarias maoístas y las campañas del "Gran salto hacia
delante" y la "Revolución Cultural" en la China de los cincuenta y sesenta.

Al régimen militar cubano, el mejor observador del ALBA, no le interesa
mucho que la dictadura militar de Myanmar acabe de conceder el formal
derecho a la huelga. O que la satrapía saudí confiera el del voto a las
mujeres (aunque las castiga a latigazos por manejar un auto). O que la
dictadura de Al Assad acceda al pluripartidismo en un intento tardío por
aplacar los ánimos contra su heredada dinastía. Lo que absorben los
viejos sesos de la dupleta Castro es lo que funciona como método
represivo. En eso se fijan y aprenden de otros iguales, o más expertos,
desde el primer momento en que pusieron la bota en el poder.

Ni siquiera les ha importado copiar el ejemplo de aparentes enemigos
ideológicos del sistema que impusieron en la Isla. Se fijaron y calcaron
a la letra los salvajes métodos represivos de las cárceles de Trujillo
en República Dominicana. Fueron entusiastas copiando el procedimiento
organizativo y el uso de las pandillas de matones del régimen
duvalierista en Haití. Y a principios de la década del 90, tal como
hicieran los Khmer Rouge en su tiempo, y que trabajosamente pusiera en
marcha el fenecido Ceaucescu en Rumanía, así como en la actualidad se
empeña el régimen de Kim Song II en Corea del Norte, la dictadura cubana
se embulló con el arreamiento de la población a campamentos campestres.
Fue una gran suerte que no tuviera recursos suficientes para poner en
marcha tal empresa.

También los Castro han sido desaforados con la apropiación de
propiedades como los Somoza y luego los sandinistas en Nicaragua. Y para
que nadie los acuse de no ser minuciosos, no dejaron de consultar a los
"clásicos". Repitieron las marchas de las antorchas y el matonismo de
los fascistas italianos, el corporativismo intransigente de primo de
Rivera, los métodos policiales de la Gestapo, el KGB y la Stassi. Los
ejemplos sobran para el que busque.

Respetando la experiencia represiva de muchos años los presidentes
populistas del ALBA, entre envidia, admiración y sorpresa, observan al
viejo mentor de "presidencia" perpetua y dinástica, esperando aprender y
recibir asistencia en los refinados métodos de sojuzgamiento que
practica el Gobierno antillano.

Los Castro y sus más fieles seguidores representan una generación que se
formó y se impuso por medio de la violencia, donde hacer la "revolución"
era una manera rápida y radical de alcanzar el poder y desmontar lo que
funciona en contra de sus intereses. Y solo creen en la violencia para
resolver a su conveniencia explotadora los problemas de la nación. Así
han entrenado a la policía política, a los paramilitares organismos de
masas y azuzan la conciencia más encanallada de la población de la Isla
a vigilarse, denunciarse y apabullar a las víctimas.

No se puede ser ingenuo a estas alturas de la Historia. Lo mismo que se
practica contra las poblaciones inermes de los pueblos árabes que
reclaman democracia y libertad va a ejecutarse en Cuba contra el pueblo
cubano. Es una deriva de violencia que no se puede contener. Y van a
cometer el error de dejarla escapar entre sus dedos y matar. Y como en
los pueblos árabes que han sufrido la matanza indiscriminada de sus
ciudadanos, esa será la hora que comenzará el final de la dictadura cubana.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-violencia-mimetica-de-las-dictaduras-270375

No comments:

Post a Comment