Así sobrevive Gerson Govea, el último friki que se inoculó VIH en Cuba
AGENCIAS | Pinar del Río | 28 de Mayo de 2017 - 15:08 CEST.
Gerson Govea había visto morir a amigos que lo hicieron, pero aun así se
inyectó el VIH. Sobrevivió. Es el último de los frikis cubanos que
practicó un singular credo de rebeldía en el mundo: punk y sida.
Han pasado 17 años desde que se inoculó el virus para evitar el acoso
policial, apunta la agencia de noticias AFP.
"Conseguí un amigo que me dio la sangre, yo mismo se la extraje y me la
puse", afirma.
El pelo largo, los aretes y tatuajes amortiguan sus 42 años. Gerson vive
en lo que queda del sanatorio de Pinar del Río, donde fue internado.
Aunque nunca se arrepintió, confiesa a la AFP que quiere llegar a los
50. En la modesta casa, lo acompaña Yohandra Cardoso, su esposa de 44
años, enferma de sida y a quien le amputaron las piernas en 2005.
Frenética, empuja la silla de ruedas en el espacio decorado con afiches
de Sex Pistols y Ramones. El día para ambos comienza con un coctel de
antirretrovirales.
Gerson se inició en el metal y después abrazó el punk; a Yohandra
siempre la sedujo el rock. Antes de conocerse en 2000, en el sanatorio,
los hermanaba la discriminación por sus gustos.
"Nos veían como indeseables", evoca Yohandra. "A los hombres los
acusaban de peligro social".
Son una pareja de "frikis", una suerte de hippies a la cubana: rebeldes,
amantes del ron, el sexo libre y el rock, la música del enemigo de la
Guerra Fría.
Nadie supo cuántos eran, pero algunos frikis venían de familias rotas,
deambulaban sin trabajar, dormían en parques y consumían fármacos
sicotrópicos, comportamientos censurados por la Revolución.
"Compartían todo: las mujeres, los hombres, la comida y las pastillas,
por lo tanto estaban de una manera compartiendo la sangre", explica el
médico Jorge Pérez, exdirector del sanatorio de La Habana.
Entonces explotó el sida en Cuba y comenzaba la escasez de los 90 por el
desplome del protector soviético.
"No les interesaba ningún tipo de ideología, solamente lo que hacían era
oír música", relata Dionisio Arce, líder de la banda Zeus y un friki
moderado de La Habana.
Gerson era uno de los radicales. Cuando decidió inocularse ya se sentía
excluido socialmente y muchos de sus amigos habían muerto en el
sanatorio. Tenía 25 años. Yohandra se había contagiado antes por
contacto sexual.
Hubo unos que incluso se inocularon por amor, "para poder estar con la
gente que les gustaba", recuerda Gerson.
El Gobierno cubano detectó el primer caso de sida en 1985 en un
combatiente que regresó de África. El virus se propagó, y las
autoridades dispusieron que todos los enfermos y portadores de VIH
fueran puestos en cuarentena para evitar una epidemia mayor.
Aún cuando solo podían salir con autorización y un acompañante, los
sanatorios terminaron siendo un lugar feliz en medio de la crisis,
precisa AFP.
"Allí se les garantizaba todo: medicamentos, alimentación
extraordinaria, atención", recuerda María Gattorno, directora de la
estatal Agencia Cubana del Rock. Gattorno apadrinó a los roqueros cuando
el Estado no los quería, les consiguió un sitio donde tocar, impulsó la
exitosa campaña Rock contra Sida y llevó a bandas a tocar en los sanatorios.
Los frikis veían las clínicas "como el mejor de los mundos posibles",
según Gattorno, pero "sacaron mal la cuenta", creían que la cura
llegaría pronto. Se autocontagiaron y "fueron a vivir allá (...), pero
lógicamente todos murieron muy rápido".
Entre 1986 y el 2015, 3.809 enfermos de sida fallecieron. Poco más de
20.000 personas vivían con el virus en Cuba, según datos oficiales.
Antes de inocularse, Gerson armó en el sanatorio una banda de punk que
no pudo tocar en público. Los músicos "tenían problemas de salud, cuando
uno se sentía bien, el otro caía en cama, y cuando caía, era para morirse".
La enfermedad dejó de ser una sentencia de muerte gracias a los
antirretrovirales, y la costosa y forzosa internación llegó a su fin en
1994. Pero el 80% de pacientes decidió no salir.
"Estaban viviendo mejor en el sanatorio, además tenían miedo" a los
prejuicios, sostiene Pérez, autor del libro Sida: confesiones a un médico.
De los 13 sanatorios quedan tres. El de Pinar del Río cerró en el 2010.
"Nos quedamos aquí prácticamente como okupas", dice Yohandra. Al final
el Estado les dio la casa, y les garantiza el tratamiento gratis y seis
dólares al mes.
Para subsistir, Gerson hoy vende productos para manicura. Cuando puede,
sale a "frikear" con Yohandra cerca del antiguo sanatorio.
"Somos los abuelos, la especie en extinción", concluye Yohandra mientras
agita la cabeza rodeada de jóvenes roqueros.
Source: Así sobrevive Gerson Govea, el último friki que se inoculó VIH
en Cuba | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1495976897_31462.html
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