Quienes piensen con criterio propio: enemigos del régimen
30 de agosto de 2016 - 21:08 - Por IVÁN GARCÍA
Para los dinosaurios del Palacio de la Revolución no hay términos
medios. Las disposiciones las escriben ellos para que las cumplan otros.
El ejercicio de la crítica, el debate y la polémica sin el visto bueno
del aparato estatal nunca será bien recibido
LA HABANA.- Aunque en la isla ciertos grupos y personas intenten
desmarcarse de la disidencia abiertamente anticastrista, de cualquier
modo, siempre serán marcados con letra escarlata por el departamento de
Seguridad del Estado y sus guardianes de la fe, especialistas en
destrozar reputaciones.
De nada vale la lógica en los análisis de académicos que colaboran en el
portal Cuba Posible; las notas puntuales de Fernando Ravsberg sobre la
burocracia institucionalizada; las críticas al status quo desde la
ideología marxista de Harold Cárdenas o los excelentes reportajes del
equipo de reporteros de Periodismo de Barrio.
Todos, por su pensamiento libre y porque no reciben órdenes de la
maquinaria ideológica del partido comunista, son considerados 'enemigos
de la patria', caballos de Troya que más o menos sutilmente le hacen el
juego al 'imperialismo yanqui'.
Para los dinosaurios del Palacio de la Revolución no hay términos
medios. Las disposiciones las escriben ellos para que las cumplan otros.
El ejercicio de la crítica, el debate y la polémica sin el visto bueno
del aparato estatal nunca será bien recibido.
Probablemente, como en el infierno de Dante, todos los enemigos o
conflictivos del 'proyecto revolucionario' no estén ubicado en el mismo
círculo. Pero ninguno es confiable.
Al Gobierno le resulta más fácil condenar a veinte años de cárcel a un
periodista anticastrista, según dicta la Ley Mordaza que flota en el
aire de la república de 1999. Para el resto existen otros métodos
coercitivos.
Al final, terminan expulsados de sus trabajos, como el economista Omar
Everleny, ahora mirando el drama autocrático desde una beca en Japón, o
como los talentosos académicos Pavel Vidal, Haroldo Dilla y Armando
Chaguaceda, residentes en el exterior.
De nada vale reconocer de facto al gobierno, apostar por el nacionalismo
o un socialismo democrático. Los ucases y el rumbo de la nación son
dictaminados por los mismos de siempre.
En un régimen intolerante, autocrático y soberbio, se debe tener la
habilidad suficiente para interpretar cuándo se ha sobrepasado la tenue
frontera que delimita hasta dónde llega la permisividad gubernamental.
Lo dice el refrán popular: jueguen con la cadena, no con el mono.
Tal vez a Roberto Veiga y a Leinier González no los detengan en la vía
pública sicarios de la Seguridad del Estado y les quiten sus
pertenencias, como lo hicieron con Augusto César San Martín y Ana León,
reporteros de Cubanet, cuando el pasado mes de julio se dirigían a hacer
un reportaje audiovisual en Cienfuegos.
Es probable que a Arturo López-Levy, politólogo radicado en EEUU y
pariente de Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, tesorero de Raúl
Castro, no le decomisen libros, dinero y artículos personales en el
Aeropuerto de La Habana, ni sea detenido brutalmente como le hicieron al
sindicalista independiente Iván Hernández Carrillo, a su llegada a Cuba,
unas semanas atrás.
Que el trato de la policía política sea menos degradante, que digan
usted y no 'contrarrevolucionario' o 'gusano', no significa que los
textos que reflejan la realidad de los ciudadanos y la ola de
pensamiento liberal que en estos momentos se puede leer en medios
digitales, sean del agrado del régimen y sus órganos represivos.
El gobierno le teme a criterios y análisis diferentes. No importa que el
necesario debate se encuentre atrapado en internet y apenas sea conocido
por el cubano de a pie. La autocracia de los hermanos Castro es una
institución de ordeno y mando. Sus periodistas son soldados de la
revolución. No se les puede permitir que escriban por su cuenta en
medios alternativos.
La aberración insultante llegó en días recientes por intermedio de Aixa
Hevia, mediocre burócrata de la información -más bien censora
periodística- que ocupa la vicepresidencia de la Unión de Periodistas de
Cuba, cuando propuso expulsar del país al periodista uruguayo Fernando
Ravsberg, excorresponsal de la BBC, realizador de la web Cartas desde
Cuba y colaborador del diario español Público.
Para Ravsberg, residente en la Isla desde hace muchos años, nada es
nuevo bajo el Sol. El mismísimo Fidel Castro en persona en determinado
momento lo incluyó en su lista negra. Uno puede estar de acuerdo o no
con sus comentarios, es parte de la libertad de expresión, pero que a un
reportero de calibre lo traten como a un delincuente es vergonzoso.
Pero ésa es la auténtica entraña del régimen. Una estrafalaria pandilla
fundacional que aglutinó iluminados, analfabetos y exconvictos. La
democracia no es su plato fuerte.
Para el castrismo, aquéllos que piensen por cabeza propia o se salgan
del libreto orquestado por los caciques del partido comunista, siempre
serán adversarios. Unos más peligrosos que otros. Pero todos, enemigos.
Source: Quienes piensen con criterio propio: enemigos del régimen | Cuba
-
http://www.diariolasamericas.com/america-latina/quienes-piensen-criterio-propio-enemigos-del-regimen-n4101796
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