Albergues, un "paraíso" para damnificados
Los pinareños han tenido que sufrir, más que cualquier otro cubano, que
un huracán les deje sin casa
Domingo, julio 31, 2016 | Osniel Carmona Breijo
LA HABANA, Cuba.- "Nunca se llega a estar tan mal que no se pueda estar
peor", comenta Evaristo Santana Freire, en alusión a los catorce años
que ha tenido que vivir en condición de albergado luego de perder su
vivienda durante el paso del huracán Isidoro, en 2002.
El primer lustro del siglo XXI enseñó a las nuevas generaciones de
cubanos el poder destructivo de la naturaleza. En 2002 atravesaron la
Isla, por la provincia Pinar del Río, los huracanes Isidoro y Lili. En
2004 otro huracán, el Charley, tocó tierra por la hoy provincia de Artemisa.
Como consecuencia, en un lapso de dos años, cerca de 100 mil personas se
quedaron sin techo propio. En Pinar del Río, unos 30 mil damnificados
fueron enviados a los albergues estatales de manera provisional, según
cifras oficiales, a la espera de recibir un nuevo domicilio o materiales
para construirlo.
Santana es uno de los 56 damnificados que en octubre del 2002 llegaron a
los albergues de la comunidad La Nilda, del municipio San Juan y
Martínez, en Pinar del Río.
"Mi casita estaba mala en verdad, era de madera y con techo de
fibrocemento, pero muy limpia y con todas las condiciones sanitarias",
resalta Santana, que a modo de comparación describe vivir ahora entre
aguas estancadas que permanentemente provocan malos olores, ratas y
colonias de mosquitos que invaden las viviendas cuando llueve, y sin un
baño decente donde asearse y realizar las necesidades fisiológicas.
A todas estas penurias se añaden los abastos de agua potable que posee
el albergue, un tanque en altos y una cisterna que no tienen tapa y que
en más de una ocasión los vecinos, limpiándolos, han descubierto aves y
roedores muertos en su interior.
Arelys Rodríguez Silva también llegó a La Nilda en 2002, junto con su
familia. La mayor de sus hijas dentro de poco ya cumple diecisiete años.
La menor, nacida en ese lugar, recién alcanzó los seis años de vida.
Mientras aguardan porque se entreguen las casas prometidas, relata
Rodríguez, ya han fallecido ocho personas producto de la vejez y
enfermedades, mientras otras tantas "en cualquier momento van a visitar
el más allá".
Refiere Rodríguez que las viviendas donde residen formaban parte de una
unidad antes de los huracanes militar. El marcado deterioro de las
instalaciones y la falta de recursos de las familias para efectuar
reparaciones hacen de la convivencia una situación extrema.
Señala que así como los baños —que además no tienen puertas, ventanas ni
cubierta—, el zanjeado de desagüe que rodea el albergue se encuentra
tupido. Cuando llueve copiosamente, el agua, con el arrastre proveniente
de los baños, penetra en las viviendas.
La lista de calamidades que sufren estos vecinos es larga. En el reverso
de la moneda, la lista de soluciones que ofrecen las autoridades es,
según los propios moradores, muy corta. Ninguna, para ser exactos.
"Nos hemos quejado en varias ocasiones con la delegada, en la Asamblea
Provincial del Poder Popular (APPP), en el Partido (Comité Provincial
del Partido Comunista de Cuba, CPPCC). Particularmente he enviado cartas
y fotografías a los Consejos de Estado y de Ministros, pero sin recibir
ayuda de ningún tipo, y casi siempre sin respuestas", lamenta Rodríguez.
María Estrella González, vecina que hace funciones de "encargada" en las
gestiones de los albergados, comunica que con las quejas en el
transcurso de los años varios funcionarios de la APPP y del CPPCC
visitaron el albergue. La última vez ocurrió hace más de cuatro meses.
"Vino un jefe ahí que parecía indignado por las condiciones en que nos
vio. Decía que cómo era posible que él nunca se enterara de cómo
vivimos. Hizo promesas de buscarnos ubicación, entregarnos materiales y
no sé cuántas cosas más. Pero la vida sigue igual, y ni señal de ese
personaje", dijo González.
Próximos a cumplir quince años de albergados, expone González, el
gobierno local notificó que finalmente "liberará los terrenos" de La
Nilda para que "cada quien por su esfuerzo repare o construya (una nueva
vivienda)".
Sin embargo, para que la decisión llegue a feliz término, agrega, es
necesario que el Director Nacional de la Agricultura estampe su firma en
el expediente.
"Él tiene el expediente, y por falta de dos aspectos, no se ha podido
liberar el terreno. Es una cuestión de burocracia que no tiene nada que
ver con nosotros, pero en lo que la cosa va y viene seguimos viéndonosla
negra. A veces creemos que la demora en la firma es un cuento para
tenernos entretenidos, y que nunca vamos a salirnos de esta", concluyó
González.
Source: Albergues, un "paraíso" para damnificados | Cubanet -
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