Manual para comprar medicamentos en una farmacia de barrio
REGINA COYULA, La Habana | Junio 28, 2016
A no ser por una compra de anticonceptivos, a la farmacia generalmente
se acude cuando alguien cercano está enfermo o tiene tratamiento para
algún padecimiento crónico. Los locales de farmacia no levantan el
ánimo. A muchos les falta iluminación o ventilación o pintura o todo a
la vez. La iniciativa de los trabajadores las "embellece" con festones,
cadenetas y murales informativos con letra indescifrable. Los
medicamentos se acomodan según su uso, cada grupo calza una cartulina en
la que se lleva el inventario.
Si decide armar un botiquín en el hogar, tenga paciencia y visite la
farmacia con asiduidad para reunir lo básico. La medicina es
subvencionada por el Estado en gran parte. Ello no impide que una pareja
de jubilados con padecimientos crónicos (no hay que olvidar el
envejecimiento de la población cubana) consuma en medicamentos al menos
la jubilación de uno de ellos.
Hay medicamentos que no requieren receta médica, entre los que están los
artesanales de la medicina verde que resuelven un catarro o una ingesta,
pero que no siempre hay cuando se los necesita. Otros se despachan por
receta médica y están los controlados por Tarjetón.
El Tarjetón es un pliego de cartulina que recibe cada enfermo, y en el
que se registran los medicamentos y otros complementos de salud
regulados de venta mensual. El médico extiende un certificado válido por
un año, estampa en el certificado su cuño con su nombre y dos apellidos
y su número de practicante. A pesar de estos datos únicos de cada
galeno, falta un paso ineludible, el cuño de la institución de salud.
Después de hacer la cola (casi siempre hay cola), el acuñante, que ni es
médico ni lleva un listado ni escribe en una computadora ni hace palitos
en un papel, estampa el cuño y sigue al próximo. Con ese papel, en la
farmacia más cercana al lugar de residencia de las 2.141 existentes en
el país, hace su cola, entrega el certificado, muestra el carné de
identidad, queda inscrito y recibe el Tarjetón.
A pesar de tal rigor, puede que al momento de comprar, los medicamentos
se hayan acabado, lleguen incompletos o estén "en falta". En los
diabéticos insulino-dependientes, el Tarjetón controla las jeringuillas
desechables. Puede leerse en la envoltura "jeringa estéril de insulina
de uso único", pero el paciente solo recibe entre dos y cinco
jeringuillas mensuales. Si se queja, puede que el dependiente con
displicencia le diga que eso de desechable no es "tan así" y que puede
reutilizarlas y hasta hervirlas, que no pasa nada.
Cuando su medicamento de Tarjetón está "en falta", lo cual no es poco
frecuente (datos de la prensa el año pasado señalan que hubo un promedio
de 40 medicamentos en falta por semana), debe acudir al médico por un
sucedáneo. Si el medicamento solo necesita de receta médica es más
sencillo; si es de tarjetón, el procedimiento vuelve a comenzar, aunque
sea un certificado temporal.
Pero hay artículos que no tienen sustituto, como las bolsas de
colostomía. En ese caso, el empleado de la farmacia mueve la cabeza con
pena, y le aconseja que para resolver de inmediato hable con su médico
del hospital, pero que busque una vía segura, mientras acompaña el
consejo con un gesto de la mano en alto que alude a una lejanía muy
lejana, porque el suministro de las bolsas suele ser muy inestable.
No importa si las dificultades son propias o ajenas, si había o no; la
compra no es retroactiva y la experiencia dicta que no se debe dejar
para los últimos días del mes porque se acaba. Eso explica en buena
parte la existencia de un activo mercado negro del ramo.
Localizar un medicamento que no hay en su farmacia le asegura el odio de
la cola. El empleado está en la obligación de localizarlo, y la
localización telefónica es demorada pues del otro lado está ocupado o no
atienden el teléfono o tampoco tienen. Si la localización se corona con
éxito, le darán un papel (si es de Tarjetón) con el que se le reserva el
medicamento, no por ocho, 16 o 24 horas, sino hasta las 12 de la noche
del mismo día.
Si un tratamiento de por vida combina medicamentos de Tarjetón con otros
por receta, el paciente está obligado a acudir periódicamente al
consultorio médico del barrio y hacer la espera para obtener la receta
que completa su tratamiento. Los dependientes encogen los hombros y
levantan las cejas si se les pregunta por qué no incluir en el Tarjetón
esos medicamentos.
De postre he dejado las almohadillas sanitarias que reciben las mujeres
entre los 14 y los 55 años. Fuera de ese rango hay que hacer constar
menarquia temprana o menopausia tardía. Para darse alta, las mujeres
fértiles deben llevar, además del carné de identidad, la libreta de
control de productos alimenticios donde se marca la constancia de
entrega; son inscritas en una cosa que llaman "torpedo", una planilla
que registra el paquete mensual con diez compresas sanitarias
responsables de más de un penoso suceso con que deben arreglárselas.
No desespere. Siempre existe el recurso in extremis de gastar CUC en las
limpias, iluminadas y refrigeradas farmacias en divisas, donde no hay
que hacer cola ni se requiere receta médica.
Source: Manual para comprar medicamentos en una farmacia de barrio -
http://www.14ymedio.com/nacional/Manual-comprar-medicamentos-farmacia-barrio_0_2025397445.html
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