Wednesday, May 4, 2016

Cuba, modo en espera

Cuba, modo en espera
De repente los habitantes de la isla se encontraron con el Papa, Obama y
los Rolling Stones. Un aperturismo que observan con una mezcla de
ensoñación y escepticismo.
Antoni Daimiel
@adaimiel

04/05/2016 09:43El look avejentado y la estética de lo detenido
representan a Cuba desde hace más de tres décadas. Es el modo ahorro de
energía, el piloto rojo constante, lo que Obama, Jagger y los mandos a
distancia llamarían stand by. Los críticos más o menos categóricos de la
Revolución han manejado durante años el concepto de la espera como
espejo de fundamento a sus denuncias, hacia dentro y hacia fuera. Hay
infinidad de ejemplos, como La Habana para un infante difunto de Cabrera
Infante, en Alejo Carpentier y su Viaje a la semilla, Rafael Rojas con
El arte de la espera o el tema musical El niño, los sueños y el reloj de
arena de Carlos Varela. La primera obra literaria cubana de la que se
tienen referencias (1608) se titulaba, precisamente, Espejo de
paciencia. Y Silvio Rodríguez, actualmente en una larga gira de
conciertos por España, escribió a finales de los años 60 uno de sus
mejores temas, titulado Ya no te espero, un bello canto a la desilusión,
triste y a la vez retador. Silvio saldó variadas interpretaciones sobre
a quién iba dirigido el verso con la siguiente explicación: «La escribí
en una situación en la que ya no esperaba más». La espera es una
condición genéticamente unida a la insularidad. Un isleño puede esperar
lo indecible para marcharse, para justificar su partida o para
despenalizar o normalizar su regreso. La acción de quedarse para siempre
en cualquier lugar deriva a intolerable, por esa tendencia a naufragar
hasta ese anillo de la casualidad, ése que hace tan insoportable la
existencia por leve, al más puro estilo Kundera. Lo que queda en la
memoria es lo cotidiano, lo que no dice nada, lo repetido, y el cubano
es un impenitente y constante buscador de experiencias únicas,
precisamente ésas que, para su frustración, suelen acabar almacenadas en
el subconsciente o en el olvido.La vida se lo ha puesto difícil al
cubano en esa misión. No obstante su carácter la subyuga y, desde el
Cabo San Antonio hasta Punta de Maisí, perviven el desenfado, la
ingravidez y el derroche espiritual. Lo del cubano actual es vivir
haciendo media, expresión con la que definen la doble acción de esperar
y acompañar. Incluso hay veces que a la pregunta de cómo estás, hay
cubanos que responden: «Mirando y dejando». La búsqueda incansable de lo
diferente o lo extraordinario lo desliza por el perenne retorno
nietzscheano: se repite constantemente lo vivido, pero lo que vuelve,
por repetición, se vuelve diferente, ya no tan fugaz. Sólo desde este
prisma, el de las oportunidades de nuevos negocios y el heredado
genéticamente síndrome del gorrión (como en Cuba denominan la morriña)
se puede explicar el fenómeno tan reciente de la repatriación cubana. La
mayor de las Antillas nunca se desprendió durante este proceso de
tópicos como el del tabaco, el ron, el baile o la seducción, pero la
segunda fase del catálogo estético dio a luz a una vedette habanera de
los años 50, maquillada con líneas irregulares y colores vivos sobre
arrugas ingobernables. Cuba se convirtió en especialista haciendo virtud
de las necesidades pasadas y presentes y la era pasó de parir un corazón
a alumbrar conceptos como la espera, la contemplación, la ensoñación y
el escepticismo. A veces dentro de Cuba no se espera tanto como se
refleja o se sugiere desde fuera. Porque es afuera donde siempre le han
acelerado los plazos a Cuba, y el que ha acudido con prisa a alguno de
sus restaurantes sabe lo inútil que resulta urgir a un cubano... Que se
lo pregunten al Pulitzer argentino Andrés Oppenheimer, que obtuvo el
premio Ortega y Gasset del periodismo por su obra de 1992 titulada La
hora final de Castro: La historia secreta detrás de la inminente caída
del comunismo en Cuba. Algunos revolucionarios practican la suerte tan
cubana del choteo para reprocharle a Oppenheimer que aún no haya
devuelto el premio. En aquel tiempo ya se hablaba en Cuba de Periodo
Especial para definir la crisis resultante de la caída del bloque
soviético y su asistencia. Y en las calles cubanas ese mismo choteo
criollo bailaba el juego fonético que convertía la palabra perestroika
en «espera estoica».Es cierto que el cubano espera, contempla, se aburre
y desespera hasta que se lo resaltas. Entonces, para huir de la
etiqueta, se desata, se apresura, se ataca, hace colas, discute, vocea,
gesticula y es capaz de obstinarse, celebrar o empingarse (enfadarse)
con una coreografía sin parangón. Y por ahí el cubano también se erige
en especialista en disfrazar la memoria y en burlarse del olvido. Porque
el cubano todo los días se recuesta, se mece, busca la sombra, se asea,
se enternece, se apresta y se dispone para la búsqueda de su principal
interés, el de una vida mejor. Posa y se estira, se gira, se cuadra y
aguarda, aguanta y se queda, baja los párpados y respira hondo y alerta
a los nuevos tiempos, a que mejore la economía familiar. Ése es el plato
fuerte y lo demás son viandas. Ricos y pobres. En estos tiempos en los
que la caída de los precios del petróleo y el desverdecimiento chavista
han debilitado a Venezuela, en días en los que el presidente
estadounidense Barack Obama solicita fotografiarse con la imagen del Che
Guevara de fondo y se atreve a vocear públicamente el fracaso del
embargo, Cuba irrumpe en un espacio nuevo donde escasean los amigos
incondicionales y se derrumban los enemigos. La realidad es que, como
casi todo cuando se trata de Cuba, los factores tuvieron que alterarse y
desordenarse para estructurar los resultados. La tensión rebajada con
EEUU tras la reanudación de relaciones diplomáticas abrió la barrera de
hormigón para que también a Europa le cambie la mirada de condena a
ternura, y para el planteamiento de una serie de acuerdos económicos y
comerciales futuros con socios de cualquier latitud. «Hace falta, lo
primero, que se acabe el bloqueo y que se establezca una relación
económica y comercial bajo el respeto mutuo», señala el récordman
mundial de salto de altura, Javier Sotomayor. «Parece un proceso
irreversible. Ha habido otros países que han cambiado y el proceso no ha
sido beneficioso para la población en general; esperemos que aquí no
suceda eso. Nuestros logros se tienen que mantener y hay que alcanzar
los que nos faltan», señala. Un funcionario estatal de
telecomunicaciones, miembro del Partido Comunista, destaca que «no se
puede ocultar que tenemos desde ricos o equivalentes hasta personas casi
en pobreza económica extrema» y que «la magnitud de cuántos, cómo y
quiénes podamos quedar descolgados de una supuesta reactivación
económica estará en dependencia de la actitud de las clases poderosas».
«El filósofo alemán Herbert Spencer lo resalta en La futura esclavitud:
las tendencias negativas serán el incremento de hechos y comportamientos
delictivos de todo tipo; y yo pienso que todo esto no le conviene a
nadie, ni a los ricos ni a los pobres», remata el funcionario. El
proceso que ahora diseñan las nuevas relaciones con EEUU es en realidad
posterior a un quinquenio donde se asumieron decisiones relevantes en
términos de cambio. En 2007 Raúl Castro anunció «reformas estructurales»
y en los tres años siguientes se resolvieron decisiones como la entrega
de tierras estatales a particulares en usufructo o la eliminación de más
de medio millón de empleos en el sector público. En 2011 se formalizaron
más de 300 actividades laborales particulares, sembrando un nuevo
espacio de trabajadores por cuenta propia (autónomos). Se abrieron
opciones al cooperativismo en casi 50 profesiones, al arrendamiento de
viviendas y locales entre cubanos y, ya al comienzo de 2013, se eliminó
el permiso de salida del país, liberalizando así las salidas
transfronterizas y facilitando aún más la asunción de emigrados y
repatriados. Durante todo este tiempo se extendió la utilización del
teléfono móvil, se liberó la venta de ordenadores y electrodomésticos y
cuando finalice 2016 debieran estar operando ya 150 zonas wifi públicas
por todo el país. Barack Obama, con su visita del mes pasado, ha cerrado
el círculo en su intención de trastocar la percepción global entre
snobs, modernos y millenials, dados desde hace años al desdén sobre el
carácter viejuno y tropical de Cuba, como si el líder nacido en Honolulu
buscara algo más que un Me gusta de los nuevos internautas cubanos. Con
años de antelación su administración lanzó a publicaciones cercanas como
The Washington Post y The New York Times a la misión de suavizar
percepciones sobre el enemigo (hasta hace unos meses Cuba integraba la
lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo). De esta
manera se propició la moda de visitar Cuba con el viaje de referentes
cercanos a la influencia del presidente, como Jay Z y Beyoncé, o de vips
como Rihanna, Katy Perry, Usher o Mick Jagger, en un proceso que se
intensificó con el sonado concierto de los Rolling Stones. Hay una lista
de próximos espectáculos para los que ya se han iniciado conversaciones,
caso de referentes musicales como Bon Jovi, Metallica, Guns N' Roses,
Sting y Bruce Springsteen. Stevie Wonder, incluso, no ha esperado a que
se lo pudieran proponer y ha presentado solicitud para un recital en La
Habana. Realidad opuesta a Maroon 5 que, desde el otro lado de la
barrera generacional, se descolgaron pidiendo dos millones de dólares
por tocar en Cuba. Impresionante hasta lo kitsch será el desfile de moda
de Chanel el día 3 de mayo, por el Paseo del Prado habanero. En lo que
puede significar un contraste pictórico extremo con el entorno, el
montaje de Lagerfeld podría presentar, apareciendo en Chevrolets o
Buicks descapotables (almendrones) por la arteria que separa Centro
Habana y La Habana Vieja, a sus más famosas modelos enfundadas en
diseños valorados en más de 8.000 euros.No hay duda de que subyace el
riesgo de que la promoción y la búsqueda de nuevas vías de financiación
salpiquen Cuba de mares de parafernalia y espectáculo, de buche y pluma
nada más, en amenaza hacia un arrinconamiento de la política y las
inquietudes de la gente normal. Todo un país paradoja que permite que el
rodaje habanero de la octava entrega de Fast and Furious resulte más
efectivo, por calles y escenarios urbanos reparados, que la visita del
Papa Francisco o del presidente de EEUU. Y que jubilados que trabajaron
hace 50 años en la poderosa industria automovilística de Detroit paseen
ahora por las calles cubanas viendo cómo aún resplandecen los vehículos
a los que ellos pusieron piezas hace medio siglo en una ciudad que hoy
luce mucho peor que La Habana. El trovador bohemio Ray Fernández llena
desde hace años sus matinés de los jueves en La Habana con un público
mayoritariamente universitario. Cada semana ofrece una dedicatoria a los
físicos nucleares y entona a coro las estrofas de su ya clásico tema
Bucanero: La mitad de los cañones / son víctimas del orín / ya no hay
ron en los toneles / ni azufre en el polvorín. Ese mal viento del norte
/ le puso al pomo la tapa / y olvídense del tesoro / porque perdimos el
mapa. Bucanero, no te marees con este oleaje / al abordaje como el
primero. Y rema, rema, suelta el lastre... Sigue remando, grumete / y
evita un lío más gordo / que el barco vaya al garete / o venga un motín
a bordo...Frontera difuminada. El 18 de marzo, en la inauguración de la
exposición En el espacio, de la artista Rachel Valdés, en el Centro de
Desarrollo de las Artes Visuales sito en Plaza Vieja, se escuchó una
aclaración supuestamente pictórica apuntada por uno de los
organizadores: «El negro no existe». Pero sí, Obama podría haber
conseguido el Vantablack (la sustancia más oscura que existe) de las
aspiraciones a eliminar colores rivales. Aún impedido por leyes
estadounidenses el viaje regular de turismo a Cuba, el gobierno de Obama
ha aumentado las excepciones y el turismo desde el vecino del norte se
estima que superará los 350.000 visitantes en 2016 para un total de seis
millones de turistas a Cuba. Un aumento del 140% en cinco años. El
turista llega al Aeropuerto Internacional José Martí como el que entra
en un parque de atracciones de la autenticidad y la desconexión:
buscando huellas pasadas en un oasis de coches antiguos, columnas rotas
y ausencia de anuncios estadounidenses o chinos. Un país al que el
eufemismo define como comercialmente prudente, donde la diferencia y el
considerado diablo vestido de Adidas y no de Prada seduce
desaforadamente al estadounidense o al europeo de nueva generación. Los
turistas que han hecho de Cuba un destino habitual destacan como
aliciente las incomodidades imprevistas, en un país que tiene el récord
mundial de situaciones rocambolescas en tiempo presente, de ésas que
acaban en lo más alto del feliz anecdotario futuro. Hasta con un
estadista como José Luis Rodríguez Zapatero se da la paradoja de que
nunca acudió en visita oficial a Cuba en sus ocho años como presidente
del Gobierno de España (se lo desaconsejaban sus asesores aunque sí lo
hubieran hecho antes Suárez, González y Aznar) y en los cuatro años y
medio posteriores ya ha pisado Cuba en dos ocasiones. Mientras ofrecían
en directo en la televisión cubana el paseo bajo la lluvia del
presidente de Estados Unidos por La Habana Vieja, un vecino ante el
televisor especulaba con que hubiera sido una lluvia provocada por
cuatro avionetas, «como los chinos contra la sequía y la contaminación»,
para disuadir el jaleo callejero en el casco histórico. Otros le
restaron atención a las imágenes para discutir sobre la contratación en
los restaurantes particulares:-Solo contratan blancos y blancas. Qué
digo blancas... ¡rubias! Es que ni mulatos contratan. ¿Tú has visto
algún prieto sirviendo en una paladar?-¿No queremos ser como los
americanos? Por algo hay que empezar.-Es lo que trae el cuentapropismo,
asere.

Source: Cuba, modo en espera | Papel | EL MUNDO -
http://www.elmundo.es/papel/historias/2016/05/04/5721e788268e3ef7568b4632.html

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