Cuba y el otro CDR que se lleva dentro
Existe un virus de provincianismo: "la enfermedad de Cuba"
Los que piden activismo a los autores dentro de Cuba muchas veces no
protestaron cuando vivían en la isla
Cualquier tipo de pase de cuentas es indecente
WENDY GUERRA
Para cualquiera de los autores iberoamericanos de mi generación los
premios, condecoraciones o traducciones en varias lenguas nos han
cambiado la vida.
Un autor que reside en Cuba sabe que lo que escribe empieza a tener un
contenido potente porque quien debe publicarte en la isla, en pleno
cumplimiento de su deber, te censura.
Para una autora cubana como yo hay otro paso, cuando tu nombre aparece
en los blogs y periódicos cubanos de varias partes del mundo. Saltas, al
vacío, a veces de manera noble, con críticas valiosas, respetuosas;
otros, en cambio, se hacen eco de tus defectos, editan tus fotos con
titulares machistas, argumentos groseros, adjetivos prosaicos, y todo
ello sazonado con malas palabras en los comentarios.
Entras en el punto rojo de su colimador.
Crecí expuesta. Soy hija de una mujer extraordinaria, alguien que en
provincia nunca pudieron entender y terminaron enloqueciendo con
acusaciones y presiones psicológicas. Así me dieron clases de
resistencia para ese provinciano virus que llamo "la enfermedad de Cuba".
Antes de saber leer ya animaba un programa infantil en Cienfuegos, luego
en La Habana hice teatro, cine y mucha televisión. Desde pequeña fui
diana de críticas pero, sobre todo, comentarios baratos que me
endurecieron. Primero atacan la moral y luego aparece la política, esa
es la mejor fórmula, muy efectiva –por cierto– cuando se trata de una mujer.
Al calor de este combate sigo expuesta.
Hay algo muy curioso en el fenómeno. Muy pocos de quienes piden
activismo político a los autores cubanos residentes en Cuba fueron
capaces de protestar en su momento.
En mis libros se encuentra ya una postura social evidente dentro de un
escenario dramático activo que cuestiona las aristas del asfixiante
sistema en que se mueven sus protagonistas, algunos con desenlaces
fatales. Pero no, para los activistas esto no es suficiente.
Hay otro CDR que te vigila más allá de las costas de Cuba.
Es el mismo dogma pero a la inversa.
Debes esclarecer tu posición porque ninguno de estos activistas va a
leerse tus libros.
Marque con una X.
1- Citar que vives en una dictadura militar (X)
2- No decir Fidel o Raúl, llamarlos Castro (X)
3- Dejar claro tu visión sobre la disidencia interna. Sobre todo con lo
que este tipo de militante quiere escuchar. Hay que estar al tanto
porque lo que está bien visto hoy va cambiando. Marque con una cruz y
atine por favor (X)
4- Tienes que especificar que repudias a determinados artistas e
intelectuales que comulgan con (El Régimen). Marque con una cruz dichos
errores, no olvides ninguno porque te incineran (X)
5- Asuma que vivir en Cuba es un gran error. Marque con una (X) los
errores que usted comete viviendo en la isla.
Lo curioso es que casi todo lo que objetan es el argumento de los
censores pero a la inversa.
Por años he buscado sus currículos. En sus filas descubres antiguos
redactores o directores de periódicos o revistas como: Verde Olivo, Cine
Cubano, Revolución y Cultura, Trabajadores, Granma y Juventud Rebelde.
Fueron también diplomáticos o funcionarios del gobierno, directores de
célebres instituciones, o incluso, militares ¿retirados?
Leo y escucho comentarios públicos de colegas con los que hice
televisión en Cuba, ex militantes de la UJC que desde aquí pretendían
arrastrarme a las campañas políticas de turno.
Me he preguntado, qué pasaría si alguna vez se editaran fragmentos de
todos estos programas aguerridos donde los presentadores, en cámara,
lloraban conmovidos ante la llegada de Elián González, o suspiraban
cuando El Comandante en Jefe aparecía súbitamente en el Noticiero a
hablar del próximo ciclón o la próxima campaña. Todo eso está en los
archivos.
Quienes dirigen o conducen programas en televisoras de Miami, ¿han sido
coherentes con sus biografías?
Pudiésemos editar antologías con los cuentos, poemas políticos y
crónicas muy soviéticas de periodistas que hoy son férreos críticos de
lo que cualquier autor cubano intenta escribir desde aquí.
Eso sería un indecente pase de cuentas.
Cada quien tiene su tiempo y el derecho a tomar su camino en el momento
que considere adecuado.
Para saber cómo piensa un autor se debe leer lo que escribe. Hacer
autoficción dentro de esta dura realidad es mi estilo.
Aprendimos en Cuba estos actos de reafirmación revolucionaria: la
vigilancia, la delación, la envidia, la necesidad de manchar al prójimo
metiéndose en su intimidad. ¡Divide y vencerás!
La mala memoria, el mutismo ante los presos políticos, los fusilamientos
o el ignorar famosos casos de censura y vejación personal suscitados
mucho antes de que yo naciera es una larga tendencia que se fundó en
esta tierra y que hoy cargan los cubanos a sus blog y comentarios en
periódicos donde se reproduce el veneno endémico.
El peor vigilante vive, se traslada con nosotros.
Yo seguiré en la isla escribiendo mi literatura, independientemente lo
que piense este o aquel CDR.
Aquí estaré, como varias autoras de todos los tiempos.
Cocinando poemas en mi terraza, creando personajes que nos encarnen,
viviendo lo que luego se vuelve ficción entre mis páginas.
Entre trusas y sombreros, entre escudos de luz y palabras transparentes
seguiré escribiendo. La libertad es un estado mental.
Puedes vivir en Nueva York o París vigilando al prójimo, puedes vivir en
Cuba sintiéndote un ser dispuesto a liberarte cada mañana.
Source: Cuba y el otro CDR que se lleva dentro | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article80559162.html
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