ALFREDO RIOS: Cuba si, yanquis también
12/31/2014 1:00 PM 12/31/2014 7:23 PM
Tan temprano como en 1961 al comisario Alfredo Guevara se le ocurrió
censurar el cortometraje PM de dos talentosos jóvenes realizadores,
Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante, por tener un tono muy
cumbanchero en tiempos de absoluta militancia revolucionaria.
Al querer congraciarse con su adorado Fidel Castro, cometió el error de
involucrarlo en una discusión abierta con los atemorizados
intelectuales. Dicen que nunca se lo perdonó aunque le entregó el
monopolio cinematográfico nacional con la creación de un coto exquisito
y excluyente, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos
(ICAIC) que, entre otras ventajas, garantizaría la historia iconográfica
del dictador.
Hoy por hoy, al ICAIC lo dirige un funcionario apenas conocido y algunos
de los directores, guionistas y otras personas del medio, que no se han
asilado o jubilado insisten, sin mucho éxito, en la creación de una Ley
de Cine que les permita moverse en el cambiante mundo moderno.
Ese mismo grupo recientemente divulgó una carta abierta, lisonjera,
criticando el acto de censura que impidió el estreno del más reciente
filme del director francés Laurent Cantet, Regreso a Ítaca, durante el
pasado Festival de Cine de La Habana.
Los tiempos han cambiado, sin embargo, sobre todo desde el pasado 17 de
diciembre cuando los gobiernos de Cuba y Estados Unidos han decidido
restablecer sus relaciones diplomáticas interrumpidas desde hace más de
medio siglo.
Esos hombres y mujeres de cine que antes hubieran tenido alguna
influencia en los pasillos del implacable poder totalitario, hoy son
totalmente ignorados. El "timing" de sus pataletas no resulta ser el
mejor porque el régimen necesita la mayor tranquilidad del mundo para
que sus planes de acercamiento al otrora enemigo no se estropeen.
Ya tuvieron que apresar al grafitero El Sexto por querer pasear dos
puercos por el Parque Central con los nombres de Fidel y Raúl y otra
performista cubana, llegada de ultramar, alborota la finca por pedir
permiso a las autoridades para instalar un micrófono abierto en la Plaza
de la Revolución donde el pueblo opine libremente sobre los
acontecimientos recientes.
Ni la solicitud reiterada de la Ley de Cine, ni la carta abierta sobre
la censura al cineasta francés y su película sobre el daño infligido a
generaciones nacidas prácticamente con la revolución, han sido
consideradas por los medios de prensa castristas entretenidos con el
triunfo del regreso de los ordinarios espías y otros desplantes de
guapería patriotera como la exigencia de la derogación del embargo.
El escritor Senel Paz, autor del guion de Fresa y Chocolate, confiesa a
un medio extranjero alegrarse del restablecimiento de relaciones entre
ambos países aunque hace la salvedad, algo ingenua, sobre la necesidad
de defender la creación nacional frente a la conocida voracidad de
Hollywood y sus atractivas producciones.
En 1961, Fidel Castro se vio impelido a encontrarse con los
intelectuales y artistas, muy a su pesar, y parecía que los escuchaba de
buena fe aunque en resumen dejara saber que, fuera de su revolución,
nada sería aceptado.
Hoy Raúl Castro sabe que no hay tiempo para dilemas y podrá confiar en
la mansedumbre de su clase cultural. La confianza es tanta, que no ha
habido necesidad de convocar a escritores y artistas, como en otras
ocasiones –recordar el apoyo requerido por el fusilamiento de tres
jóvenes negros que intentaron secuestrar una lancha– para apoyar la
decisión de amigarse, finalmente, con el americano.
En lo que la interprete Haila le canta a Obama que se vuelva loco y vaya
a La Habana, "arrebátate viejo" le dice en su guaracha, poco espacio
resta para otros asuntos de la cultura.
Source: ALFREDO RIOS: Cuba si, yanquis también | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article5189121.html
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