Cuba-EEUU: El exabrupto de Raúl Castro o la angustia de elegir
Posted on 30 enero, 2015
Por Carlos Cabrera Pérez
Raúl y Fidel Castro Ruz sienten miedo de que el arreglo con Estados
Unidos se los lleve por delante y han decidido enfriar las expectativas
generadas a partir del 17 de diciembre asumiendo una posición
maximalista, muy conveniente para negociar, pero de escaso éxito real,
porque cerrarse ahora a un buen acuerdo para Cuba los sepultaría para
siempre.
La primera en dar la voz de alarma fue Josefina Vidal Ferreiro, que
pidió a sus interlocutores norteamericanos una lista para poder entender
el alcance real del paquete Obama, que ha jugado limpio desde el
principio, advirtiendo que haría todos los cambios posibles en el ámbito
ejecutivo y avisando de que los cambios legislativos serían más dilatados.
Por tanto, el intento de frenazo tardocastrista no tiene justificación
real, salvo la angustia que provoca en el presidente cubano desmontar la
guerra que tan buenos dividendos políticos ha tenido para la dictadura
y, sobre todo, observar la indisimulada alegría de la mayoría de los
cubanos ante un absurdo que comienza a revertirse.
Militantes desorientados
Lógicamente, una parte de la militancia comunista y del ejército se
sienten desorientados y hasta desamparados con el new deal, pero la
mayoría silenciosa sabe que la mejor salida posible al drama cubano es
una transición pacifica y ordenada; y ello implica una relación normal
con Estados Unidos, que es el mercado más dinámico del mundo.
El castrismo es una ruina socioeconómica y Raúl Castro y sus más lúcidos
compañeros de fila lo saben. Las últimas dudas se acabaron cuando
comprobaron que el sistema es irreformable aunque Marino Murillo, el
llamado zar de las reformas económicas, salte de un cargo a otro y la
Controlaría General se afane en perseguir el delito.
Paralelamente, los cubanos saben que la mayoría de sus parientes en el
exilio tienen una vida sencilla y ordenada, que les permite pagar sus
impuestos y, además, ayudarles regularmente para desayunar, almorzar y
comer; incluso algo más.
Para muchos cubanos, el capitalismo es sinónimo de prosperidad, mientras
que el socialismo es sinónimo de hambre y falta de libertad. Frente a
esa ecuación, y a estas alturas, es complicado intentar convencer a
alguien de jugar a ser Sagunto y Numancia.
Por tanto, Obama les ha metido a los Castro sus perros en el cazadero, a
cambio de la pequeña ventaja de exhibir a los cinco cubanos excarcelados
por Estados Unidos, quienes tienen de héroes lo mismo que de espías; es
decir, nada, porque el FBI los monitoreó desde el primer momento.
Un precio demasiado alto
Fue tal el desastre, que Cuba perdió a una valiosa espía como Ana Belén
Montes y al matrimonio Myers, que espiaban para Cuba desde hacía 20 o
más años. ¿Quién es el responsable del desastre operativo que significó
la destrucción del Ministerio del Interior en 1989?
Un precio demasiado alto, tras el pecado original de haber convertido a
los policías en ladrones. Cuando un gobierno desmoraliza a un servidor
público, convirtiéndolo en corsario, sabe cómo empieza, pero nunca cómo
acaba.
Si alguien duda o cree que Castro engañó a Obama, se equivoca. La vuelta
de los tres espías restantes no llenará la mesa de los cubanos, no
llenará las farmacias de medicamentos ni aumentará la productividad de
la economía. La telenovela tejida en torno al nacimiento de Gema, la
hija del espía Gerardo Hernández y Adriana Pérez, la agente Bonsai, es
enternecedora y puede despertar más de una lágrima con los adjetivos de
la periodista Arleen Rodríguez Derivet, convertida en una suerte de
madrina del parto, pero no resuelve las carencias de papa de la canasta
familiar del cubano.
Las demandas de Raúl Castro, fuera de sitio en el foro regional de la
CELAC, son más la expresión de una angustia, que el fruto de un
razonamiento lógico y diplomático, pues un portazo a Obama puede
lesionar incluso a los numerosos simpatizantes del castrismo que
-durante años- han abogado por un cambio en las relaciones bilaterales.
Deshojando la margarita…
Ya sabemos que nunca son más recios los bombardeos que justo antes de
sentarse a negociar, pero Cuba parte con la desventaja de que su única
salida posible es una transición a la democracia, yendo de la ley a la
ley, y no una implosión social, que desemboque en una salida estilo Libia.
Obama, en cambio, no se juega nada, ni siquiera una reelección, y puede
esperar tranquilamente a que los Castro deshojen la margarita de poner
palos en la rueda o asumir con sensatez que su tiempo se acaba.
El sobresalto de Fidel Castro, aludiendo a las prerrogativas concedidas
por el Partido Comunista, suena a coña marinera, sobre todo en el puño
de un señor que destruyó al antiguo partido de los comunistas para
fabricarse un hato de borregos encandilados y que ni siquiera tuvo a
bien consultar la instalación de misiles soviéticos con cabezas nucleares.
Pero la clave de su verdadero temor la reveló este miércoles el fraile
dominico brasileño Frei Betto, quien aludió a un encontronazo entre la
"austeridad del Lada" con el consumismo capitalista, como si cada cubano
hubiera podido tener un Lada.
La andanada castrista de este miércoles (me refiero a Raúl en Costa Rica
y no a Fidel desde Punto Cero) ha hecho felices a los que en Estados
Unidos se oponen a un arreglo bilateral, incluidos varios legisladores
cubanoamericanos, deseosos de humillar al tardocastrismo con una derrota
sin paliativos; aunque el pueblo cubano siga sufriendo exilio, inxilio y
pobreza.
Aclaración del exabrupto
Es curioso que la Oficina de Intereses de Cuba en Estados Unidos se haya
apresurado en aclarar -mediante nota enviada a la prensa- que ha habido
"imprecisión" a la cobertura del discurso de Raúl Castro en Costa Rica.
La aclaración puntualiza que el gobernante cubano puso cuatro
condiciones para la normalización, pero no para seguir adelante con las
relaciones bilaterales, aunque la nota no especifica qué significado
concreto para el futuro tendría la siguiente frase del discurso: "Si
estos problemas no se resuelven, este acercamiento diplomático entre
Cuba y Estados Unidos no tendría sentido".
Más allá de los matices semánticos y las aclaratorias de corre-corre, lo
que quedó claro en el exabrupto de San José fue el tono de
atrincheramiento de un hombre de 83 años que trata de dictar las pautas
de una negociación a la manera del cuento del pescador y el pececito
dorado, de Pushkin, y no del gobernante de un país en ruina económica y
estampida de sus jóvenes, necesitado tnto de inversiones como de cordura.
A todos aquellos deseosos de un final espantoso que ponga fin al espanto
sin fin que es el castrismo, sería bueno recordarles que fue el propio
Fidel Castro ante Naciones Unidas, en el ya lejano 1979, quien avisó que
en un holocausto morirán los pobres, pero también morirán los ricos "que
son los que más tienen que perder en este mundo".
Y en el caso cubano, está muy claro, quienes son los ricos y quienes son
los pobres. Por tanto, Raúl Castro Ruz está atrapado por la libertad,
que no es más que la angustia de elegir.
En los próximos días, cuando los cubanos viajen a Washington a continuar
las negociaciones, sabremos si sigue adelante la hoja de ruta del
General-Presidente, que prevé su alejamiento del poder en el 2018 y
sustanciales modificaciones constitucionales que contemplen el
pluripartidismo y la propiedad privada, o si el miedo se ha instalado en
el Palacio de la Revolución.
Pero no nos precipitemos, en la política real "nunca, jamás" es hasta
dentro de cinco minutos…
Source: Cuba-EEUU: El exabrupto de Raúl Castro o la angustia de elegir |
Café Fuerte -
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