Mujica, Cuba y la democracia
HEBERT GATTO
ABOGADO, ESCRITOR, PERIODISTA.
Hace sesenta años un grupo de jóvenes comandados por Fidel Castro se
levantó contra el gobierno de Fulgencio Batista intentando la toma del
cuartel Moncada en Santiago de Cuba para iniciar una revolución.
No nos proponemos cuestionar jurídicamente al presidente por preservar
sus devociones juveniles, si bien podría discutirse si su investidura lo
autoriza a hacerlo, no ya como persona, sino en nombre de los uruguayos
a los que representó. Pero dejando esto de lado lo que aquí nos interesa
es la oportunidad y el lugar concreto elegido para esta visita, que en
muchos sentidos compromete nuestra adhesión nacional a principios y
tradiciones democráticas que nos distinguen frente al mundo y nos llenan
de orgullo. Descartamos que frente a esto pueda argüirse que el régimen
cubano es aquél que los cubanos eligieron y que, como extranjeros, nada
nos corresponde opinar al respecto. Una objeción repetida pero
directamente falsa.
La democracia como forma de gobierno no se define por la presunta
opinión con que los pueblos la califican, sino por combinar la soberanía
popular con la libertad y la igualdad ciudadana en la elección de sus
autoridades bajo el primado de la libertad de conciencia (y sus
libertades individuales anexas), en lo referido a su vida pública y
privada. Tanto en el plano político como en el económico, social y
cultural. En ese sentido, la constitución cubana es la prueba objetiva,
de lo que no es una democracia.
Su artículo 5º establece: "El Partido Comunista de Cuba, martiano y
marxista leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la
fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y
orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción
del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista". Después de
definir los objetivos nacionales como la construcción del socialismo a
través del Partido Comunista, el artículo 62 estatuye que "ninguna de
las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra la
existencia y fines del estado socialista y el comunismo", mientras el 53
establece que "reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa
conforme a los fines de la sociedad socialista…"
El art. 39 prescribe que la enseñanza se atiene "al ideario marxista y
martiano", aclarando que la creación artística será libre "siempre que
su contenido no sea contrario a la Revolución" y el 121 reconoce la
subordinación al gobierno del Poder Judicial. Ante tal arrasamiento de
la laicidad, la libertad y el pluralismo nos preguntamos: ¿puede un
Presidente uruguayo, homenajear a semejante régimen apelando a valores
como la dignidad y las garantías ciudadanas? ¿Dónde está la
autodeterminación del pueblo cubano? ¿Cómo viajar tanto para desvariar
de este modo? ¿No nos daña un hombre que hace gala de tal ignorancia
respecto a los fundamentos mínimos de la democracia?
Source: "Mujica, Cuba y la democracia | Noticias Uruguay y el Mundo
actualizadas - Diario EL PAIS Uruguay" -
http://www.elpais.com.uy/opinion/presidente-jose-mujica-cuba-democracia.html
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