Pensar en Cuba
Martes, 01 de Mayo de 2012 02:42
Escrito por Frank Cosme Valdés Quintana
Cuba actualidad, Santos Suárez, La Habana, (PD) Un reportaje de un
turista, aparecido en la revista canadiense The Walrus (La Morsa), me
trajo a la memoria un libro publicado en la Cuba de 1917 que leí hace
años y del cual copié varios pensamientos del autor.
En esta revista se publican una serie de pronósticos económicos sobre el
turismo en Cuba, donde los canadienses ocupan todo el artículo. Por
supuesto, Canadá es el principal emisor de turistas a Cuba.
Afirman que este año 2012 viajarán al paraíso alrededor de un millón de
turistas de esta nación y explican detalladamente todo lo relacionado
con esta industria sin chimeneas del turismo.
Hay otras consideraciones que hieren la susceptibilidad de cualquier
oriundo de esta isla, en la que, a pesar de todas las decepciones por
las que hemos pasado y pasamos todavía, sentimos amor por el suelo donde
nacimos.
Los conceptos vertidos por La Morsa provienen de apreciaciones de sus
turistas que se han formado conceptos tan arrogantes y ofensivos como (y
los cito textualmente): "No hay otro destino turístico en el mundo donde
los canadienses sean tan dominantes", "Cuba es una colonia-turística con
una buena conexión entre el amo y el sirviente" y otras sandeces que no
me da el espacio para mencionar.
Sugieren llevar a Cuba como regalos, artículos escolares, hilo dental,
toallas, pelotas de béisbol, ferretería, espejuelos para leer, y otro
concepto más que le venden a cualquier potencial turista canadiense.
"El turista canadiense es visto en Cuba como un emisario de una
metrópoli", dice. De lo que se desprende que los "indios con levita"
(mote que nos endosó Sarah Bernard) deben rendirles también servidumbre.
El turista canadiense, del cual se sustenta parte del artículo de esta
revista, también sugiere que resulta más económico hacer turismo en el
"mercado informal".
Una gira en ómnibus de las empresas controladas por el gobierno cuesta
más de $100 USD. Por la izquierda, un guía con su chofer, almendrón
incluido, solo cuesta $40 CUC ($20 para cada uno).
Apunta también este "experto" que los precios son arbitrarios en Cuba.
"Las reglas normales no funcionan" y esto forma parte de la diversión.
Es por eso que los canadienses regresan una y otra vez. y cuando
vuelven, los regalos son más "espléndidos"—pulóver, toallas, bolígrafos
y acetaminofen -especie de calmante, mortal si se toman medicinas
anticoagulantes.
Continúa diciendo esta buena gente canadiense consultado por La Morsa,
que en su próximo viaje "llevará más cosas y dará mejores propinas".
Este, para nosotros, polémico artículo de la revista canadiense, que más
bien podría titularse "El Tiburón", nos deja una sensación mezcla de
ira, repulsión e incapacidad de hacer comprender a estos forasteros que
solo vienen a divertirse, la verdadera situación existente producto de
50 años de experimentos.
José Sixto Sola, olvidado en el presente, fue uno de los periodistas más
sagaces y leídos al principio del siglo XX en Cuba. Su libro publicado
en 1917, cuyo título es el mismo de este artículo, "Pensando en Cuba",
nos muestra como ya nuestro país pasó por una situación similar y aunque
posteriormente logró salir del estancamiento, volvimos a caer en él,
adoptando un sistema por demás extranjerizante, demostrado por esa
maestra que es la historia, que se mueve en una sola dirección: al revés.
Todo el libro es una descripción de la pobreza del pueblo de Cuba en
ciudades y campos después de dos guerras por la independencia con
intervalo de solo 27 años y "cómo resolvían muchos su situación
económica". Todo el quehacer económico en manos extranjeras. Como se
importaban trabajadores de otras tierras, y quedaba sin trabajo el
nativo. Y como se necesitaba obligatoriamente del extranjero para
sobrevivir, pues a causa de la ruina, vendían sus "propiedades y su
trabajo a precios ridículos".
Los conceptos son los mismos que antaño: a río revuelto ganancia de
pescadores. Es la misma percepción de estos turistas
mochileros-mierderos, no solo canadienses, de los inversionistas, y de
cuanto forastero viene a enriquecerse y a divertirse en esta dramática
situación y confusión por la que pasa el país.
Todo el libro es una invitación a pensar. En su final concluye: "Jamás
podrá ser feliz el pueblo cuyos hijos se conforman con llevar siempre la
vida triste y despreciable de colonos de una factoría"
Para Cuba actualidad: glofran263@yahoo.com
http://primaveradigital.org/primavera/politica/123-opinion/3996-pensar-en-cuba.html
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