diciembre 21, 2011
Jorge Milanes Despaigne
HAVANA TIMES, 21 dic — En Cuba se acostumbra a limpiar el piso de la
casas con frazada. Es este uno de los deberes más frecuentes en los
hogares cubanos producto de un polvo incisivo que es como el trabajo
mismo, no acaba nunca.
Pero he visto la fregona en algunos lugares singulares, en casa de
familias extranjeras residentes en Cuba y en empresas mixtas, es decir,
aquellas que tienen algún por ciento de su capital por un inversionista
foráneo.
La frazada es una tela que mide aproximadamente un cuarto de poco más de
un metro de largo por más o menos cuarenta centímetros de ancho; para
decirlo de modo que pueda ser entendido, esta tela es de un material que
absorbe muy bien el agua a la vez que flexible al exprimirla.
Durante el férreo Período Especial de los años 90, la frazada escaseó
mucho, también estuvo excesivamente cara.
Hubo quienes se aventuraron a usar un pulóver en el palo de trapear, que
es el instrumento que posibilita el manejo de la frazada por toda la
casa sin tener que arrodillarse en el suelo, como comúnmente se ha
representado el personaje de Cenicienta.
Resulta que ayer mi vecina llegó preocupada a la casa. Hay un rumor en
la calle que la angustia. "Se va a desaparecer otra vez la frazada," me
dice. "El suegro de mi hermana la encontró en una tienda," continuó,
"pero ahora no cuesta 20 pesos, ahora vale 35 pesos cubanos."
También la noticia me preocupó, pues si antes había que pensar dos veces
para comprar la frazada, de seguir la cosa así habrá que volver a
sustituirla por el pulóver, tan solo de pensar que está más cara que un
picadillo de pavo.
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