Tuesday, November 8, 2011

Yoani Sánchez, haciendo camino al “bloguear”

Generación Y, Yoani Sánchez

Yoani Sánchez, haciendo camino al "bloguear"

Entrevista con la creadora del blog Generación Y

Baltasar Santiago Martín, Miami | 08/11/2011

Hace apenas cuatro años, en 2007, ocurrió algo en La Habana que abrió un
nuevo campo de acción para cuestionar y enfrentar el innegable deterioro
de la economía y de la vida del país y de sus ciudadanos debido a los ya
más de 52 años de totalitarismo castrista: la salida al ciberespacio del
blog Generación Y, de la filóloga Yoani Sánchez.

¿Quién hubiera podido prever que el antiguo éter —ese fluido impalpable,
inmaterial, sutil e intangible, que los hindúes suponían que penetraba
todo el universo, y que era el vehículo del sonido y la vida—, ahora
rebautizado como "ciberespacio", sería tan eficaz para darle nueva agua
al viejo dominó cubano?

Yoani, que tomó como pretexto para su blog la oleada de nombres con y
que asoló el universo onomástico cubano a partir de 1959, ha hecho con
sus muy bien escritas crónicas, lejos de la clásica diatriba política,
una autopsia en vida de las incoherencias del régimen, de sus
contradicciones diarias, simplemente relatando lo que ella ve y vive
como ciudadana cubana de a pie.

Y si es cierto que existen los llamados archivos akáshicos —especie de
"base de datos" del mundo, su historia, el conocimiento trascendental de
las cosas y la vida cotidiana desde los orígenes del hombre—, toda esa
intensa actividad de Yoani ya está grabada en esa especie de dvd virtual
que parecen ser esos archivos, con la gran ventaja de que no hay que ser
un chamán o un médium para poder leer sus preguntas al presidente Barack
Obama, ni sus cientos de inteligentes, mesurados y certeros posts; basta
con ser uno de los millones de lectores de su blog.

Poder entrevistar desde Miami a esta mujer que vive y actúa conforme a
su conciencia —y que sigue haciendo lo que dice y piensa a pesar de las
consecuencias represivas que ello le ha traído a ella y a su familia— es
una oportunidad que no puedo desaprovechar, así que ojalá pueda yo
encontrar las preguntas que nos permitan conocer mejor a esta heroína
cotidiana que ha sacado la cara por todos nosotros desde el piso 14 de
un edificio de microbrigadas habanero, feliz metáfora de que la
redención deberá surgir del mismo árido paisaje urbanístico, económico y
social que la hace tan necesaria.

¿Fuiste la clásica pionerita que gritaba "Seremos como el Che" como
parte del rebaño, o realmente tú y tu familia creían en Fidel y en la
revolución cuando eras una niña?

Yoani Sánchez (YS): Nací en 1975, bautizado como "Año del 1er Congreso
del Partido". Mi padre llegó a ser militante del PCC, y mi madre de la
UJC, pero justamente cuando yo entraba a la edad de tener conciencia del
país donde vivía, el socialismo real se desmembró ante mis ojos, de
manera que mi adolescencia transcurrió en la peor etapa del período
especial. Vi caer todas las máscaras: las del ateísmo, las de la
fidelidad a toda prueba, las que te hacían ver como un ciudadano
respetuoso de la ley mientras comprabas en el mercado negro… No creo
haber llegado a creer nunca en lo que me decían desde las vallas
políticas, pues cuando debía repetir esas consignas era muy pequeña para
arribar a conclusiones ideológicas, y cuando tuve la madurez para
decidir ya no había nada en qué creer. Me considero bastante escéptica
de las ideologías, de las alineaciones políticas, y especialmente de
esos líderes que creen interpretar los mandatos de sus pueblos.

¿Cuándo te volviste "desafecta" —o contestataria—, antes o después de tu
estancia en Suiza?

YS: Disidente, opositora y contestataria es, en Cuba, la propia realidad
que se resiste obstinadamente a parecerse al discurso oficial con que
intentan disfrazarla desde hace medio siglo. La pregunta sería cuándo
empecé a ver la realidad tal y como es, pero ese es un proceso lento y
para algunos doloroso. En mi caso ocurrió exento de graves emociones,
sin un antes y un después fácil de determinar. Vi a mi madre sentarse
frente a la tele a ver el juicio contra el general Arnaldo Ochoa, y
transmutarse frente a la pantalla; pasar a ser, de una ciudadana
convencida, a una incrédula del sistema. También presencié el éxodo
masivo de 1994, y a muchos partir, prostituirse y morir en ese malecón
habanero que quedaba a unos pocos metros de mi casa de la calle Lealtad.
No hay convicción política que resista algo así.

¿Por qué decidiste regresar de Suiza a Cuba, si poder salir del país es
un anhelo generalizado de la mayor parte de la juventud cubana?

YS: Viví en Zurich un par de años, lo que me convirtió —según las
absurdas leyes migratorias cubanas— en un caso de "salida definitiva".
Allí tuve muy buenos amigos, choqué por primera vez con Internet, y
aprendí algo de alemán. Pude leer mucho gracias a que trabajé en una
pequeña librería de libros latinoamericanos, donde me actualicé con
textos escritos por compatriotas desde el exilio. Me empapé con las
últimas novelas de Cabrera Infante, seguí de cerca la obra de Zoé
Valdés, y pude acercarme a libros prohibidos en Cuba, como los escritos
por el peruano Mario Vargas Llosa. Fue un tiempo de crecimiento personal
y cívico el que pasé en aquella nación alpina. Guardo un grato recuerdo
de Suiza, de su paisaje, sus costumbres y su gente multicultural y
cosmopolita. Tomé un vuelo hacia La Habana, como si viniera de
vacaciones, pero decidí quedarme aquí por razones estrictamente
familiares. Me autoimpuse una sola condición: el regreso al corral no
podría implicar una reincorporación al rebaño. Me comportaría como una
persona libre y asumiría los riesgos…

¿Qué te hizo decidirte a crear tu blog Generación Y, venciendo el lógico
temor a la reacción represiva del régimen, suficientemente evidenciada
cuando la Primavera Negra de 2003?

YS: Siempre hay una dosis de locura en todo acto realizado a sabiendas
de que nos traerá un montón de problemas y dificultades. Confieso que en
aquel abril de 2007 me sentía bastante trastornada, entre la humedad
primaveral, la asfixia material y una incomodidad que se me había
instalado en la garganta, una trabazón que solo se arreglaba marchándome
de mi país o haciendo una particular terapia de expresión. Antes de
abrir el blog GeneraciónY había pasado por la experiencia de administrar
el sitio de la revista digital Consenso. Así que navegando, o más bien
naufragando en Internet, supe de la existencia de esa modalidad de
comunicación que son las bitácoras personales, y me atreví a tener ese
espacio con el propósito inicial de poner por escrito las muchas
inquietudes que hasta ese momento no había podido compartir con casi
nadie. Fue una especie de exorcismo para sacar afuera los incómodos
demonios que tanto me irritaban, pero también fue un ejercicio de
cobardía a través del cual iba tanteando mis posibilidades. Luego GY se
convirtió en algo así como una plaza pública de discusión, y ahora estoy
consciente del enorme compromiso que he contraído con los lectores y
conmigo misma.

¿A qué atribuyes que algunas figuras supuestamente opositoras en el
exilio, como Zoé Valdés y Jorge Pomar, te ataquen tanto, y te acusen de
ser una agente de la Seguridad del Estado castrista?

YS: Los medios oficiales cubanos me acusan de ser "una mercenaria
asalariada del imperio"; entre otras razones, porque no pueden imaginar
que un cubano actúe como si fuera un ciudadano libre por su propia
iniciativa. Hay otros que, sin ser agentes del Gobierno, e incluso con
sinceras posiciones opositoras, no conciben que nuevas voces se eleven
en medio de la represión y el control. "Tiene que ser de la seguridad"
—piensan, y eso me recuerda a quienes creen que las pirámides fueron
construidas por los extraterrestres, pues según dicen, desde su
incredulidad: "¿a quién se le ocurre que los egipcios o los mayas hayan
podido hacerlas ellos solos?"

¿Cómo son tus relaciones con el resto del movimiento opositor cubano, y
cuál es tu posición con respecto al reciente intento de unidad que el
doctor Biscet ha rechazado?

YS: No pertenezco ni nunca he pertenecido a ninguna organización de
corte político; me defino como un electrón libre, pero tengo muy buenas
relaciones personales con la mayoría de los líderes opositores y
representantes de la emergente sociedad civil. Siempre que he podido
colaborar con cualquiera de ellos lo he hecho en el marco de mis
posibilidades, como por ejemplo, ayudar a conectar sus móviles a
twitter, asesorar en cuestiones técnicas sobre los blogs, y divulgar las
detenciones y atropellos de que son objeto frecuentemente. Por regla
general, no me afilio ni siquiera a documentos, prefiero escribir sobre
ellos antes que suscribirlos. "El camino del pueblo", con sus aciertos y
limitaciones, ha sido un buen intento unificador. Oscar Elías Bicet
tiene su propia postura, y eso es respetable también. Espero que en el
futuro de la nación prime la diversidad y no la unanimidad.

¿Qué papel consideras que debe jugar el exilio en la inevitable
transición a la democracia que, al menos en el ciberespacio, ya está en
marcha?

YS: No me gusta hacer definiciones de los cubanos atendiendo al lugar de
residencia. Todos somos cubanos, y todos tenemos los mismos deberes y
derechos. La diferencia fundamental que marca a los que viven fuera de
esta Isla es que se desenvuelven en sociedades donde pueden organizarse
y prosperar sin los riesgos que corremos quienes estamos en esta otra
orilla. Tanto aquí como allá hay diferentes posiciones sobre cómo
ejecutar acciones conducentes al logro de la transición a la democracia.
Si no apela a la violencia, cualquier propuesta es positiva y válida,
especialmente porque sé que la hacen desde el amor a su país y el deseo
de que la tierra donde nacieron entre en un cauce democrático. El único
papel que no deben jugar es el de la indiferencia. Es preferible tomarse
el mojito de la nostalgia que la Coca Cola del olvido.

Laura Pollán acaba de morir, ¿podrías darme tu testimonio personal sobre
las circunstancias de su muerte, y tu opinión sobre la repercusión de la
misma en el futuro del movimiento opositor cubano dentro de la Isla?

YS: Aquel 14 de octubre fue un día especialmente triste, con una lluvia
fría que se colaba a través de la ropa, el Hospital Calixto García
escaso de bombillos, y la noticia de la muerte de Laura. Creo que a
pesar de que llevaba una semana en terapia intensiva, ninguno de sus
amigos y familiares estábamos preparados para escuchar al doctor decir
que había fallecido a las 19:50 horas. Porque Laura era pura energía,
vitalidad, deseos de hacer. Su personalidad marcó al movimiento de las
Damas de Blanco y ahora, con su ausencia, estas mujeres de gladiolos en
las manos tienen el gran reto de convertir su memoria en fuente de
inspiración. Creo que vienen días difíciles para todas ellas, porque la
policía política tratará de que la muerte de Laura Pollán sea también el
deceso de este movimiento femenino y pacífico. Sin embargo, tengo la
esperanza de que como mismo las guío e impulsó en vida, la pequeña
maestra de la calle Neptuno pueda ahora imbuirlas con su recuerdo. Berta
Soler tiene el temple y el carisma para sustituirla en su liderazgo,
especialmente porque aprendió junto a Laura que el camino de la lucha
cívica es azaroso, accidentado y nunca termina.

http://www.cubaencuentro.com/entrevistas/articulos/yoani-sanchez-haciendo-camino-al-bloguear-270287

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