Thursday, November 17, 2011

Quo Vadis Iglesia Cubana?

Quo Vadis Iglesia Cubana?
Rogelio Fabio Hurtado

Cardenal Ortega, La Habana CubaMarianao, La Habana, (PD) Quienes,
después de quedarnos desamparados a la intemperie tras el tormentoso
verano de 1980, sin visa ni plaza, nos encaminamos de regreso a los
templos, dando por sentado que allí seríamos acogidos, respetados y
reconocidos como personas, parece que, a la postre, estábamos equivocados.

En mi caso particular, algunas noticias dispersas acerca de la iglesia
católica polaca y su respaldo a los literatos no comunistas, me hicieron
confiar en que hallaría en sus ámbitos el mínimo espacio imprescindible,
que ya me estaba negado en las instituciones oficiales.

Cuando, alrededor de 1993, comenzó a publicarse por el Arzobispado de La
Habana, la Revista Palabra Nueva, lo celebré como una confirmación de
mis esperanzas. Dos años después, encontré en el mural de mi Parroquia
de San Francisco Javier, en Marianao, la convocatoria librada por la
Conferencia Cubana de Obispos de un concurso literario bajo el lema
martiano "Tengo fe en el mejoramiento humano". Inmediatamente junté unos
pocos poemas, los remití bajo el título de "Retornando al Templo" y me
dispuse a esperar el fallo del jurado, que se anunciaría en el Templo
Nacional de El Cobre.

La mañana en que encontré mi nombre entre los premiados ha sido el
instante más feliz de mi vida literaria. Si bien el cuaderno como tal
nunca fue publicado, me abrió la puerta para iniciar una fecunda
colaboración con dicha revista que se extendió desde 1996 hasta fines
del 2003. Hice algunas entrevistas a figuras de la cultura y pude
escribir breves artículos de homenajes a personalidades literarias
cubanas o muy afines a Cuba, como Ernest Hemingway. Dirigía la
publicación el amigo Orlando Márquez y la editaba el también amigo
Emilio Barreto, personas de quienes no tengo queja alguna.

En alguna ocasión, mi entonces colaboradora Zita Mugía Santí osó pedirle
a S.E. Jaime Cardenal Ortega que nos concediese una entrevista, puesto
que las hechas por nosotros a figuras como Esther Borja y Luís Carbonell
tanto le habían agradado. Sin despojarse de sus proverbiales sonrisas,
el Prelado no se comprometió a nada y posteriormente evadió darnos
respuesta, hasta desalentar incluso a la tenaz amiga Zita. No le concedí
a eso importancia y proseguí adelante con mis colaboraciones, ampliadas
entonces a la nueva publicación Espacios, dirigida por Eduardo Mesa y
editada por el excelente periodista que es Andrés Rodríguez. Puesto que
Palabra Nueva no me asimilaba artículos de opinión, empecé a escribirlos
para Espacios, revista laica y más desenfadada que la del Arzobispado.
Ya para entonces crecía una corriente de rivalidad entre ambas
publicaciones, y era evidente que no contábamos con las simpatías del
Cardenal, quien veía en nosotros y en la Casa Laical el semillero de lo
que ya era en Pinar del Río la revista Vitral, encabezada por Dagoberto
Valdés.

No obstante, conseguí compartir mi trabajo en ambas revistas,
manteniéndome al margen de las controversias. En Espacios funcionaba una
verdadera redacción, con Andrés Rodríguez al frente, en la que
participaban personas de talento, como la desaparecida crítica de arte y
escritora Lázara Castellanos y el vigoroso ensayista José Ramón Pita,
hoy resignado a laborar como locutor de la emisora musical CMBF.

Mi desencanto con el camino por donde el flamante Cardenal llevaba a la
iglesia católica cubana comenzó cuando la Mesa Redonda de la TV consagró
varias jornadas a difamar a Dagoberto Valdés y a los obispos José Siro y
Adolfo Meurice, sin que Ortega abriese la boca para defenderlos.
Entonces, tomé esto por cobardía personal. Mucho después llegué a
percatarme de que se trataba de una paciente estrategia, destinada a
terminar en la mezquina componenda con los Barones de Birán.

Sólo eso explica el sistemático esfuerzo por silenciar y menoscabar a la
disidencia, que la prensa católica actual ha convertido en tradición.
Mientras no le conceden espacio a ninguna figura señalada como opositor,
no se ruborizan en entregarle sus páginas a un Oficial de la DSE, como
el Sr.Arboleya, para que sobreabunde en la defensa del inmovilismo
oficial. Si eso no es tomar partido y hacer la opción por el poder
temporal, que venga Dios y lo vea.

Tras tantísimos años de opresión, la jerarquía eclesial se empeña en no
identificar a los pobres en Cuba, porque quiere ser rueda del Poder y no
una con los que él aplasta, como cantara el gran poeta hindú Tagore.

rhur46@yahoo.com

http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/2697-quo-vadis-iglesia-cubana

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