Thursday, November 3, 2011

La nueva fiebre del oro

Reportaje

La nueva fiebre del oro
Luis Felipe Rojas
Holguín 03-11-2011 - 11:10 am.

Son muy jóvenes y no hacen otra cosa que imitar al gobierno: por unos
pocos pesos se llevan las últimas joyas de los cubanos más desesperados.

Dientes de oro en un negocio ilegal en La Habana. (AP)

Me citaron para un café y terminamos con un par latas de cervezas vacías
sobre la mesa. Septiembre avanzaba con un calor endemoniado. Habían
llegado de dos en dos, sin miedo, de manera abierta, pero me pidieron
que no les grabara.

Así mismo como vinieron, siempre andan en parejas. Recorren los caminos
del oriente cubano desde Manatí hasta Yateras, se adentran en el lujoso
barrio de Versalles, en Santiago de Cuba, y al otro día regresan a casa
para escarbar en Banes, Holguín.

Son buscadores de oro, plata, piedras preciosas o cualquier antigüedad
que se les plante en medio.

"El oro de 10 k en chatarra ha subido a 7 CUC el gramo, en prendas
originales yo lo revendo a 15 y en el criollo, el que está en aleación
con otros metales, a 12,5 CUC", dice Wilbert, un moreno fornido que
lleva dos años en el negocio de la compraventa de metales preciosos.

Al igual que los demás, Daniel va con un pariente suyo, él hace las
veces de anunciante gritando a voz en cuello: "compro cajitas de relojes
dorados y joyas partidas o defectuosas de oro y plata. Acepto
proposiciones". De una bolsa pequeña saca un cordón dorado de casi
quince centímetros: "Era una cadenita de mujer. Oro martillado, está
sucia, pero es oro 18 k, son cinco gramos, con esto recojo la inversión
que hice en la semana", afirma feliz.

Todavía queda gente que guardó algo de sus joyas y las tiene como lujo o
reliquia, pero hay quien las posee como fondo económico ante cualquier
emergencia. "Lo mejor que he comprado fue una alianza de oro 18 k,
pesaba 8 onzas, me la trajo un señor que quería que su hijo se hiciera
ciudadano español. Todavía la guardo para mí, aunque no me gustan las
joyas", aclara Wilbert.

En sus recorridos dicen adentrarse una semana en las zonas rurales y
otra pasan a las ciudades. Según Daniel, "en la ciudad aparecen mejores
trofeos", y se alegra sin ningún rubor de que la gente aún no distinga
bien "el oro blanco antiguo de la plata mexicana, que se paga mejor".

Tienen compradores al por mayor en La Habana, Matanzas y Holguín, pero
dicen que ahora está estancada la venta, por eso están saliendo a
comprar poco en los barrios. "Se dice que hace unas semanas
sorprendieron a un par de tipos sacando un alijo de oro por el
aeropuerto de la capital y los compradores grandes no quieren hacer
negocio hasta ver qué pasa", asegura el socio de Wilbert, sin que
ninguno de los otros lo refute.

"Ahora al peligro de la policía se sumó el de los delincuentes comunes",
señala Daniel, y asegura: "aquí también te juegas la vida".

El peligro, los peligros

En sus recorridos se han visto sometidos a chantajes de la policía
local; en el peor de los casos han sido multados con 1.500 pesos, la
confiscación del material, la pesa digital y la advertencia de que no
vuelvan a aparecerse por el barrio.

En la relación de Actividades autorizadas para el ejercicio del trabajo
por cuenta propia, el acápite 109 incluye al Reparador de artículos de
joyería, pero a éstos se les especifica que deben permanecer en una
mesita en su casa u otro sitio previamente acordado.

"No hay amparo legal para vender y comprar metales preciosos, eso es
solamente un lujo del gobierno", señala Daniel, y continúa "fíjate, hay
gente que cuando te quiere vender algo valioso te restriega en la cara
que esa joya se salvó de la furia los años 80, cuando Fidel Castro
recogió todo el oro y se lo cambió al pueblo por jabones, camisetas
importadas o zapatos deportivos".

Por lo que dicen estos nuevos caza fortunas, en un día de buena compra
de metales preciosos se puede obtener ganancias de hasta 60 CUC como
promedio, pero entonces se debe llevar bastante en efectivo, lo que
supone un peligro en caso de chocar con policías o atracadores. Algunos
entrevistados afirmaron que se han reportado varios atracos a mano
armada: un joven holguinero, del municipio de San Germán, murió el año
pasado de varias puñaladas en una céntrica discoteca capitalina, y un
conocido comprador-vendedor se las vio feas para salir ileso en una
populosa barriada de Santiago de Cuba.

Entre estos negociantes que han vuelto a florecer como una plaga los hay
"quienes compran joyas para sí mismos, para asegurarse la vida, y
quienes invierten el dinero en propiedades o lo ponen a circular para
verlo crecer más rápido", asegura uno de los presentes.

Son casi todos muy jóvenes y no han hecho otra cosa que repetir lo que
hicieron sus padres y el gobierno. Por unos pocos pesos en moneda fuerte
se hacen de las joyas olvidadas o defectuosas de cada casa, "muy poca
gente espera con el estómago vacío y una sortija con una piedra de
aguamarina en el anular", dice uno acariciando una hebilla de plata
entre los dedos. Mientras, otro que da fin a la conversación asegura que
"al final les estamos agradeciendo otra vez a los soviéticos por
revestir de oro los relojes Poljot y Raketa de aquellos años".

http://www.ddcuba.com/cuba/7421-la-nueva-fiebre-del-oro

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