Wednesday, October 12, 2011

Dirigir sin leyes

Opinión

Dirigir sin leyes
Martha Beatriz Roque Cabello
La Habana 11-10-2011 - 11:51 pm.

'El Día de las Víctimas de Terrorismo de Estado', impuesto
gubernamentalmente, fue una ocasión más para violar las leyes.

Monte de las Banderas, La Habana. (REUTERS)

Una de las expresiones del expresidente Fidel Castro, que no se le
olvida a los cubanos de la generación del 59 es: "Elecciones ¿para
qué?", que se puede sobreponer a otra, aunque no ha salido de su boca,
es una forma que ha aplicado el gobierno en su método de dirección:
"Leyes ¿para qué?". La respuesta a esta pregunta es bien sencilla: "Para
violarlas"

Algunos disidentes dentro del país —en minoría— votan porque se respete
la Constitución de la República y piensan que con ello se superarán
algunos de los problemas que tiene la sociedad cubana, sin necesidad de
que haya un cambio en el gobierno. Como apostamos a la democracia, hay
quienes están en total desacuerdo con estas teorías, para este grupo de
opositores —que sin dudas es mayoritario— esto es algo impensable, ya
que para solventar las grandes dificultades que tiene este pueblo, hay
que sacar "el mal" de raíz y sustituir todos aquellos que estuvieron
relacionados con él; a estas alturas no caben medias tintas.

Es tan obvio el incumplimiento de las legislaciones y además el régimen
lo hace con total descaro, que sería en vano pensar que todas esas
algarabías de los discursos de Raúl Castro, hablando sobre la
institucionalización del país y de poner orden en la economía y la
sociedad, son tomadas en serio; cuando nada más que son una perorata
virtual para los ingenuos que quieren creerlas.

En fecha reciente se celebró "El Día de las Víctimas del Terrorismo de
Estado", según fue determinado por el Decreto Ley 279 del 6 de octubre
de 2010. El periódico Granma publicó un editorial en el que define que
el Gobierno continuará condenando y enfrentando el terrorismo en todas
sus formas y manifestaciones, en particular el terrorismo de Estado,
dondequiera que se cometa y cualesquiera que sean las razones esgrimidas
por sus autores.

Después de leer ese editorial, para aquellos que han vivido los últimos
acontecimientos políticos del país es válida la pregunta: ¿está eximido
el régimen cubano de ser un ejecutor del terrorismo de Estado? La
contestación sería un no mayúsculo. Alrededor de 600 disidentes
detenidos, arbitrariamente, con un uso desmedido de violencia policial,
principalmente contra las mujeres; y violando todo lo establecido por
ellos mismos, es sencillamente una de las muchas respuesta que tendría
esta interrogante.

Se pudieron constatar —en estos días— opositores dados como
desaparecidos, porque no son registrados oficialmente —como está
establecido por el propio Ministerio del Interior— en las listas de las
Unidades de la Policía Nacional Revolucionaria a donde son conducidos
por la Seguridad del Estado. Así como medidas cautelares de permanecer
dentro del domicilio, sin haber sido emitido documento alguno por la
autoridad competente, solo por la palabra de un oficial que diga: "Hay
órdenes de arriba de que no puedes salir de la casa, porque si sales te
detendremos".

Hay ciudadanos cubanos que, por el solo hecho de pensar diferente a
quienes detentan el poder, no pueden salir de sus municipios, ni moverse
libremente por el país. Otros a los que no se les permite ni siquiera
asistir a una actividad diplomática. Han llegado incluso al extremo
tortuoso de introducir un pañuelo en la boca de un disidente para que no
pueda gritar, sin valorar siquiera a qué enfermedades podría ser
sometida esta persona, con un artículo de uso personal que puede tener
—como mínimo— desprendimientos orgánicos de su dueño.

Estos son algunos ejemplos de la forma en que se impone el terrorismo de
Estado, pero es que no solo son los disidentes las víctimas de este
método de mantener el poder, también lo es la nación cubana en general.
A cada ciudadano se le impone el pánico y se le violan sus derechos.

Es por eso que hablar, durante la velada del pasado 5 de octubre, de
"vidas segadas por el odio" no le corresponde a un gobierno que comenzó
su mandato fusilando, llevando hombres y mujeres a prisión y despojando
de sus bienes a una parte considerable de los cubanos. Todavía retumban
en los oídos de muchos los gritos de "¡Paredón!"; y los actos de repudio
a las personas que se inscribieron para salir del país cuando la crisis
del Mariel. Y siempre la misma respuesta: "es el pueblo".

Sin embargo, las mentiras y las violaciones de lo legislado, ya toman
niveles escandalosos. En el acto que se celebró en el llamado "Monte de
las Banderas", frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos de
América, a las 12 de la noche se izaron 138 banderas cubanas a media
asta, en contra de lo establecido en el Reglamento de la Ley de los
símbolos nacionales (Decreto 143/88), que regula la hora de izar la
bandera a la salida del sol.

Por su parte, la periodista Alina Perera Robbio, del diario Juventud
Rebelde, aseguró que en todo el archipiélago los estandartes patrios
estarían izados a media asta el 6 de octubre. Pero la realidad fue otra:
en una muestra tomada en tres regiones del país —occidente, centro y
oriente— ni siquiera llegó al 3% el número de banderas a media asta.

¿Y dónde estaba el Partido Comunista de Cuba para chequear esta tarea
política? ¿Quién era responsable de ello en el Buró Político o en el
Comité Central? Y si por "Ley" este es un día luctuoso, comparable a un
duelo oficial, ¿quién hace cumplir la "Ley" en Cuba?

Para hacer estos grandes ridículos nacionales no hace falta seguir
legislando. Aunque, de todas formas da lo mismo, la Isla se ha
convertido en un barco que se llena de agua y se hunde lentamente en su
propia tragedia nacional.

http://www.ddcuba.com/derechos-humanos/7447-dirigir-sin-leyes

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