La familia de Alan Gross espera que el juicio permita su liberación
La audiencia de apelación del contratista estadounidense está prevista
para el viernes 22 de julio
Agencias, La Habana | 20/07/2011
La familia del contratista estadounidense Alan Gross, condenado por el
Gobierno cubano a 15 años de cárcel acusado de espía, espera que el
juicio de apelación que celebrará este viernes, 22 de julio, el Tribunal
Supremo permita su liberación inmediata, dijo este miércoles su abogado.
"La familia mantiene la esperanza de que el Tribunal (…) tomará una
decisión que permitirá a Alan ser liberado de inmediato, después de
haber cumplido ya casi 20 meses en una prisión cubana", dijo en un
comunicado el abogado norteamericano de Gross, Pedro Kahn.
El letrado insistió en que Gross, condenado en marzo acusado de "actos
contra la independencia o la integridad territorial", ayudaba a la
pequeña comunidad judía en la Isla a "mejorar la conexión a internet" y
que sus acciones no eran una "amenaza para el gobierno cubano".
"La audiencia del viernes permite a Alan otra oportunidad para reiterar,
a través de su abogada cubana, que sus acciones en la Isla nunca
trataron de ser —y de hecho nunca lo fueron— una amenaza para el
gobierno cubano", afirmó el abogado en su nota.
Según Khan, el encarcelamiento de Gross "es una situación cada vez más
difícil para toda la familia", por lo que pidió a las autoridades
cubanas que lo liberen "inmediatamente por razones humanitarias".
La esposa de Gross, Judy, no podrá asistir a la audiencia porque se
recupera de una cirugía, su hija se sometió a una operación de cáncer de
mama y la madre sufre un cáncer inoperable, añadió el abogado.
El contratista, de 61 años, que fue detenido en La Habana el 3 de
diciembre de 2009 por distribuir tecnología a una comunidad judía,
trabajaba para la empresa Development Alternatives (DAI), una
subcontratista de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo
Internacional (Usaid) que se dedica a labores de desarrollo en otros países.
El régimen de Raúl Castro acusa al contratista de ser "agente" de
Washington que distribuía sofisticados equipos de comunicación a
opositores cubanos y, según la justicia, las pruebas "demostraron su
participación directa en un proyecto subversivo" para "tratar de
destruir la revolución".
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