Viajar, viajar, viajar
La última forma de rebelión en Cuba
Jueves, marzo 30, 2017 | Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba.- Una orquesta salsera graba un videoclip junto a una
flotilla de aviones en el aeropuerto de La Habana; una cantante popular
monta una guarachita sobre el amor a "primera visa" de una joven cubana
que se roba el corazón de un "yuma". Ambos temas, aunque desbordados de
ingenuidad y sin problematizar el significado más profundo del "viaje"
para los cubanos, dan cuenta de una obsesión.
Volar en un avión para "cruzar el charco" o casarse con un extranjero
que garantice la escapada o al menos la solvencia económica, no son solo
un par de opciones más en los planes de realización personal de los
cubanos, sobre todo de los más jóvenes; son, quizás, la estrategia más
importante, trascendental.
Dejemos a un lado lo que pudieran mostrar las estadísticas más recientes
y oficiales sobre la tendencia migratoria de los cubanos y reparemos en
el contenido de algunas canciones de moda en Cuba. Son como radiografías
sociales. Desde aquellas que son consumidas en lo underground hasta las
que tienen el visto bueno de esa entelequia "policial", que nos vigila y
controla a todos, para ser trasmitidas en la radio y televisión de la isla.
Una buena parte toca ese asunto que se ha transformado todas las veces
en dilema pero, además, en tragedia. Algunas lo hacen con ritmos
contagiosos que pudieran hacer pensar, como diría Lezama Lima, que somos
"una conga atravesando los Urales"; otras sí exploran el corazón del
fenómeno y hacen ver que el viaje, en Cuba, es más que una aventura o
una apuesta: Es tragedia personal, familiar, pero también tragedia
social al transformarse la nación en una zona de transición, en un
territorio de lo provisional; jamás de lo estable, de lo seguro.
"¿Esto quién lo arregla? Nadie. Hay que irse. Hay que irse". El pegajoso
estribillo, perteneciente a un grupo de hip-hop, lo escuché mientras
viajaba en un almendrón. Está compuesto por respuestas y preguntas al
público, y reproduce sus expresiones de hartazgo, tan comunes, tan
frecuentes.
Con diversas variantes, la idea de escapar como única forma de triunfo
personal, ya sea porque se anhelan determinadas libertades o se imponen
cuestiones de vida o muerte, abunda en los números musicales pero,
además, en casi el total de las moralejas de los sketches humorísticos
de la escena teatral cubana.
Es raro el día que no escuchamos hablar del Tema. Lo escribo con
mayúscula porque se destaca entre los demás o hacia él confluyen todos.
Es difícil no encontrarse en la calle o convivir en nuestros barrios con
decenas de personas cuyas vidas giran alrededor de la idea, quizás la
única "disidencia" que puede ser enmascarada en una opción de vida
"normal", "permitida".
"No me opongo, no critico, no protesto, no opino. Mi rebelión es
marcharme", me decía hace poco Maritza, una joven vecina.
Ella está preparada para emigrar. Acaba de graduarse de Medicina, ya se
hizo el pasaporte, aprendió a manejar y ya sabe algunas frases básicas
en inglés, italiano y francés. No tiene certezas de que viajará algún
día pero aun así sus padres la han preparado desde muy niña para
enviarla al extranjero cuando se dé la oportunidad, aunque sea en una
"misión".
Ellos, maestros de enseñanza primaria, que han vivido siempre de un
salario estatal, no quieren que Maritza pase por lo que ellos han pasado
al quedarse en Cuba y se han empeñado en construir con paciencia, en la
persona de su hija, ese elemento indispensable para que numerosas
familias de la isla salgan a flote, es decir, el emisor de remesas.
Viajar, no en su acepción de "pasear" sino en su sentido de "emigrar",
ya sea temporal o definitivamente, pudiera decirse que ha llegado a
constituirse en una profesión, impuesta por unas circunstancias con
tendencia a eternizarse.
Al igual que Maritza, miles de jóvenes cubanos se "entrenan" hoy para
abandonar el país natal al menos por el tiempo necesario para reunir
algo de dinero y, más tarde, retornar a "disfrutar" de las "bondades" de
un socialismo que algunos dicen actualizar "con lo más noble del
capitalismo".
No se habla de tal estrategia en los lineamientos económicos pero se
infiere del contexto. La divisa se impone a la moneda nacional, tanto
que el anhelado y necesario final de la dualidad monetaria no logra
cristalizar y sobre esa doble vía se han restructurado las clases
sociales dentro de Cuba.
Un salario en moneda nacional apenas garantiza un puesto en la base de
la pirámide social cubana. Una "estimulación" en divisas te crea la
ilusión de alzarte sobre los hombros de tus iguales. Recibir una remesa
del extranjero te permite soñar que eres diferente. Invertir esa ayuda
exterior en un negocio de cierta prosperidad te coloca vendas en los
ojos y amordaza la boca, requisito indispensable para comenzar a escalar
hacia la cima, aunque muy por detrás de extranjeros y demás compinches
de aventura.
Hay que reconocerlo con cierto dolor: una gran mayoría de jóvenes
cubanos no discrepa ni disiente de la realidad, simplemente se adapta a
las circunstancias y su mayor acto de rebeldía es cruzar el charco.
Escuchando la música que los refleja, se entrenan en el oficio de
viajar. Mientras tanto, hacen juego en este gran casino que desde mucho
antes de la visita de Obama dejó de llamarse Revolución para convertirse
en Revolution, una variante similar pero mucho más chic, más a la moda.
Source: Viajar, viajar, viajar CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/viajar-viajar-viajar/
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