Armando Capó: "No puedo entender la amnesia inducida en toda una nación"
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Diciembre 01, 2015
El más reciente proyecto del joven cineasta Armando Capó es llevar al
cine la crisis de los balseros de 1994. Este director, nacido en Gibara
(Holguín) en 1979, considera que durante mucho tiempo ese dramático
momento de la vida nacional no se ha tratado públicamente. Ahora, quiere
juntar todas esas imágenes que lleva consigo desde entonces y filmar
Agosto, una película para poder convivir con los recuerdos.
En medio de una campaña de crowdfunding para llevar su proyecto a la
gran pantalla, Capó ha hablado con 14ymedio vía correo electrónico desde
la Escuela Internacional de Cine de San Antonio, donde pasa buena parte
de sus días.
Este guajirito recuerda cuando conoció en el Festival de Cine Pobre de
Gibara a Marisol Rodríguez, Jorge Luis Sánchez y Dean Luis Reyes, que le
invitaron a la tercera muestra de Nuevos Realizadores en La Habana. "Nos
mostraron Suite Habana y a mí me dio un ataque y me pregunté por qué no
estaba haciendo lo que realmente quería o no lo estaba intentando",
relata. Poco después, se mudó a la capital para seguir estudiando.
Desde entonces, su trayectoria como director lo ha llevado a abordar
situaciones cotidianas o extraordinarias dentro del género documental.
"Mis primeros documentales son más desenfadados", explica. "Luego, a
medida que las escuelas, el ver cine y la experiencia fueron creciendo,
los documentales se volvieron más formales y correctos. Cada uno tiene
un reto distinto, pero no están libres de errores". Su reto para el
futuro es hacer "documentales que sirvan a las personas, no solo al
director; donde lo estético no sea tan importante".
Pregunta. Entre tantos temas interesantes de la actualidad, ¿por qué
elegir para su próxima película la crisis de los balseros, que ocurrió
hace más de dos décadas?
Respuesta. Yo crecí sin internet, la única fuente de información posible
eran los libros de historia y los medios de comunicación, como el
noticiero. En mi libro de historia de la secundaria, los rusos habían
protegido fraternalmente a Polonia y los países bálticos durante la
Segunda Guerra Mundial. Pudo haber sido cierto, yo no lo viví (todos
sabemos ya qué pasó realmente entre el pacto entre Hitler y Stalin). En
cambio, el Periodo Especial y los balseros sí que los viví. Pero los
medios y los libros no hablaban del hambre, del dolor, de la
separación... Se había convertido en la gloriosa resistencia del pueblo
cubano para preservar los logros de nuestra Revolución: el Periodo
Especial. Cuando las palabras sirven para ocultar los hechos.
Yo no puedo entender que se pueda tener amnesia inducida en toda una
nación, y no creo que eso ayude a sanar.
Luego está el hecho personal: eso marcó no solo al país, sino que
ocurrió en el momento en que debía mudarme de ciudad, en que me enamoré
y me tocó dejar de ser un niño.
P. ¿Cómo piensa reconstruir cinematográficamente un hecho que tiene
tantas referencias verbales y sin embargo tan pocas imágenes publicadas?
R. Hemos trabajado mucho en la búsqueda de esas imágenes, pero más como
referencia para construir las situaciones. Por ejemplo, en el final de
la película, Carlos acompaña a un grupo de balseros que preparan su
balsa un poco más allá de la playa de Caletones; ahí las imágenes de
balseros en los dientes de perro de Cojimar o en otras partes de La
Habana nos sirven de mucho. Hay muy buenas fotos de las balsas, de cómo
se hacían, cómo se lanzaban al mar, etcétera. Pero lo mejor son las
grabaciones hechas por televisoras extranjeras, algunas agencias de
prensa o las que hicieron algunos corresponsales o particulares. De
ellas me parece muy útil el clima emocional, que puedo ver las
reacciones de las personas, el dolor, los sonidos y hasta las plegarias.
P. ¿Por qué elegir el método del crowdfunding para ayudar a financiar
Agosto?
R. Porque no es solo la manera de conseguir dinero para hacer la peli:
todo lo que estamos haciendo ahora para dar publicidad a nuestro
crowdfunding es también una manera de promocionar esta película en las
redes sociales y la prensa.
Nuestra idea es construir una comunidad, crear una audiencia y la
necesidad de ver la película. En Cuba no hay manera de distribuir, nadie
va al cine, ni el cine devuelve lo que se gasta en él. Además, la
distribución es de muy mala calidad, con lo que se resiente el deseo del
público a volver. Cómo hacer para llegar a una audiencia como esta, de
un país pobre y para colmo desperdigada por todo el mundo. Pues para eso
se crean estas redes. La idea es poder llegar a todos, a cualquier
posible espectador en cualquier lugar del mundo, hacer un recorrido de
festivales y un posible estreno por streaming.
Ahora, si nos ha resultado difícil acceder a la comunidad de cubanos
fuera de Cuba, nos parece que se debe a que hay poca costumbre por parte
de esta comunidad a participar de este tipo de campañas, y que se
necesita tiempo y ayuda de los medios para llegar a ellos, porque es una
comunidad dividida por todo el mundo, con realidades y prioridades
diversas. Sabemos que es difícil, pero también sabemos que es posible.
En estos momentos, si 580 personas donaran un promedio de 25 euros, lo
lograríamos.
P. ¿Cómo llegó a elegir a la actriz Laura de la Uz para uno de los
protagónicos de la cinta?
R. No había un proceso de casting. Laura es una gran actriz y yo
necesitaba buenos actores. Había pensado un poco en ella durante el
proceso de escritura, pero nada definitivo. Luego consulté con las
productoras Marcela Esquivel y Claudia Olivera, y les encantó la idea.
Tengo que confesar que me daba un poco de miedo de acercarme. Pero es
porque respeto mucho su trabajo y uno entonces empieza a crear una
distancia que no es real. Tanto es así que le pedí a Fernando Pérez que
nos hiciera una cita, como cuando un amigo en la escuela te ponía una
talla con una jevita a la que te daba pena acercarte.
Ahora pienso que la primera vez que intenté bajar muela a una novia fui
tan torpe como en mi primera cita con Laura.
P. Con esta crisis migratoria que viven los cubanos varados en
Centroamérica, ¿se repite la pesadilla de los balseros?
R. Nosotros no nos esperábamos que esto ocurriera, aunque en cierto
sentido se veía venir. La cantidad de personas que intentan esta ruta ha
crecido hasta acercarse o sobrepasar las cifras dramáticas de los
balseros en el 94, pero hasta ahora había sido como un suero a
cuentagotas, por eso no ha tenido la visibilidad de hace 20 años. Tal
vez sirva de consuelo que de todos los países que atraviesan los cubanos
en su travesía, Costa Rica es el que está en mejores condiciones para
afrontar esta crisis.
Mi pregunta es: ¿pasar la frontera de Nicaragua va eliminar el problema?
¿Cómo proteger su paso hasta las fronteras de Estados Unidos? ¿Podrán
pasar? Hay muchísimos testimonios de migrantes secuestrados, de familias
a las que exigen rescates o les amenazan con recibir fragmentos de sus
familiares hasta que consigan el dinero.
Me parece que este es el inicio de una posible tragedia de la que no
podemos prever las consecuencias.
P. En los últimos meses se ha debatido con mucha intensidad la necesidad
de una Ley de Cine en Cuba, ¿qué opina?
R. El país ha cambiado y es cada vez es más pragmático por un lado y
ciego por otro. A mí me pareció sintomático el anuncio de que la
producción cultural había descendido un 0,5% en el producto interior
bruto. La política de austeridad que se aplica a la cultura está
recogiendo sus frutos y no son para bien. Es como la receta que aplica
el Fondo Monetario Internacional a los países miembros para reducir el
déficit fiscal.
Me gustaría ver a Cuba como un lugar que tiene enormes potencialidades
gracias a su cultura; un territorio virgen. Pero si no somos capaces de
proteger esa cultura ante los cambios que se avecinan, ese patrimonio
cultural que genera industria, pues no estamos pensando en el futuro y
menos en el presente. Es irresponsable mantener esa actitud.
Aparte, existe la necesidad real de regular la producción
cinematográfica actual, de democratizar el acceso al financiamiento, de
crear leyes que protejan a todos los que hacen el cine, no solo entre
nosotros mismos sino también en relación a los que utilizarán nuestro
país como un escenario. El ICAIC como institución está anclado en una
manera de pensar y de hacer cine cuando menos arcaica, y no es capaz de
asumir su papel de representante del cine cubano.
Para mí la Ley de Cine va mucho más allá del necesario reordenamiento de
la producción audiovisual. Me gusta verlo como una premonición del tipo
de relación que deberíamos tener dentro de Cuba, de la responsabilidad
ciudadana para participar en las propuestas y soluciones. Por eso
resulta tan subversiva esta propuesta, porque crea un precedente de lo
que puede lograr un grupo de opinión o un gremio. La propuesta de una
participación ciudadana horizontal, como hace mucho tiempo no sucede en
nuestro país.
Source: Armando Capó: "No puedo entender la amnesia inducida en toda una
nación" -
http://www.14ymedio.com/entrevista/Armando-Capo-entender-amnesia-inducida_0_1899410047.html
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