Gulliver contra 12.000 enanos
CARLOS ALBERTO MONTANER | Miami | 1 Nov 2015 - 1:20 am.
Oficiales de inteligencia, espías, contrainteligencia: cómo la dictadura
de los Castro consigue desviar la atención e imponerse en los organismos
internacionales.
Cuba 191, EEUU 2. Eso se llama una paliza diplomática. 191 países
votaron en la ONU a favor de una resolución presentada por Cuba contra
las restricciones comerciales y financieras impuestas por EEUU al
Gobierno de los Castro desde 1961. Solo dos naciones se opusieron: EEUU
e Israel.
Viene ocurriendo desde hace mucho tiempo. La novedad es que este año el
Gobierno de Obama lo celebra secretamente, aunque la ley y el sentido
común obliguen a la diplomacia norteamericana a rechazar la resolución.
El propio presidente había urgido al Congreso a que derogara la medida.
En todo caso, EEUU realmente no se defendió. Al fin y al cabo, estas
resoluciones de la ONU no son vinculantes. Es pura propaganda dentro de
una organización tan desprestigiada que eligió a Venezuela y Ecuador
para pertenecer al comité que vigila el cumplimiento de los Derechos
Humanos, que es algo así como poner al zorro a cuidar el gallinero.
Lo interesante es cómo la dictadura de los Castro consigue desviar la
atención sobre el verdadero corazón del asunto —la persistencia de una
dictadura estalinista derivada del modelo soviético erradicado de
Occidente hace un cuarto de siglo— y la coloca sobre una percepción
fabricada: una pobre isla asediada por la mayor potencia del planeta.
David contra Goliat.
¿Cómo lo logra? Para entenderlo hay que saber que esa pequeña isla,
improductiva y maltratada, menesterosa y pedigüeña, que no le paga a
nadie porque malgasta sus recursos, posee una proyección exterior de
gran potencia aprendida del KGB: cuenta con unas 12.000 personas
dedicadas a la tarea de promover las causas elegidas por Fidel Castro y
heredadas y seguidas por su hermano Raúl.
¿Cuáles son esas causas? Esencialmente, la denuncia de EEUU y del
malvado y explotador capitalismo. Todo lo que se oponga a ese común
enemigo es bienvenido: el Irán de los ayatolás, la Libia de Gadafi en el
pasado, hoy la Rusia de Putin, el "Socialismo del siglo XXI". Todo.
Cualquier cosa.
¿Quiénes son esos 12.000 funcionarios, correa de transmisión de la
diplomacia faraónica de Fidel, un narcisista aquejado, como tantos, por
la urgencia grandiosa de imponerle su voluntad al mundo?
En primer lugar, la Dirección General de Inteligencia, con sus 1.500
oficiales, muy bien formados, regados por el mundo. Cada uno de ellos
seduce, recluta o maneja a una docena de contactos locales. Los miembros
del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), otro brazo de la
inteligencia, presente en todos los países y todos los organismos
internacionales. Las 119 embajadas cubanas, con 140 sedes y 21
consulados generales, todos manejados por la Seguridad. Las
instituciones académicas, literarias o artísticas que tienen contactos
con el exterior y viajan o reciben viajeros. Cualquier pieza encaja en
el rompecabezas: un concierto de Silvio Rodríguez, una conferencia en
Panamá. Lo que sea.
Total: miles de personas directa o indirectamente vinculadas a la vida
política y a las comunicaciones de la mayor parte de las naciones del
mundo, y muy especialmente a las de los principales países de Occidente,
que acaban respondiendo a los dictados de La Habana.
No cuento, por supuesto a la contrainteligencia. Ese aparato, forjado a
la imagen de la Stasi alemana, cuenta en sus filas con el 0,5% de la
población, unas 60.000 personas consagradas a la tarea de infiltrar y
controlar a los "grupos enemigos" dentro de la Isla, entre los que se
incluyen no solo los demócratas que piden libertades, sino masones,
iglesias cristianas, colectivos "sospechosos" como el LGTB, o los
cuentapropistas que intentan levantar pequeños negocios caseros para
sobrevivir en medio de tanta represión y estupidez.
Tan pronto se da la consigna de sacar la resolución anual de la ONU, ese
inmenso mecanismo se pone en movimiento para lograr el objetivo. Siempre
hay lazos con las cancillerías y las casas de gobierno aunque
formalmente sean enemigas. Cuba cuida esas relaciones personales como
oro en polvo.
Todo se utiliza: desde darle tratamiento médico gratis al pariente de un
diputado, un general o un jefe de policía local, hasta mandarles sumas
importantes de dinero a los candidatos electorales afines, o puros a los
jefes de Gobierno, o conseguirle un donjuán que le alivie sus querencias
genitales a una espía cubana de origen puertorriqueño, como le sucedió a
Ana Belén Montes.
Esta señora, condenada a 25 años de cárcel por espionaje, y cuyo
indulto hoy examina el presidente Obama, alcanzó un altísimo puesto en
el Pentágono. Su función oficial era reunir todos los análisis de las
diferentes agencias e informar a la Casa Blanca sobre la peligrosidad de
la Isla, pero su función real, la que secretamente ejercía en beneficio
de La Habana, era revelar a los Castro las fuentes de la inteligencia
norteamericana (lo que costó algunas vidas) y contar la dulce historia
de un pequeño e indefenso país que no suponía ningún peligro para la
seguridad de EEUU.
Washington, que ya ha perdido los reflejos que alguna vez tuvo durante
la Guerra Fría, no sabe, no puede o no quiere luchar contra ese enemigo.
Jonathan Swift, en Los viajes de Gulliver, describe como, al naufragar
en Liliput, el capitán Lemuel Gulliver es atado y apresado por una
legión de enanitos de 15 centímetros de estatura. Eso le ocurre a
Estados Unidos. No es David contra Goliat. Es Gulliver contra 12.000
enanos eficientes.
Source: Gulliver contra 12.000 enanos | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1446333647_17841.html
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