Azúcar, inversionistas y alborotos
Un magnate azucarero desata fantasmas en Miami
Eugenio Yáñez, Miami | 06/02/2014 10:18 am
Sin duda, los cubanos somos excepcionales: lo mismo opinamos sobre
béisbol que sobre células madre, la Novena Sinfonía, aceleradores de
neutrones, o los intereses de Alfonso Fanjul para invertir en Cuba.
La familia Fanjul fue "siquitrillada", como tantas otras, en los
comienzos de la revolución cubana: su emporio azucarero pasó a manos
"del pueblo", simulado por un Estado en el que era ministro de
Industrias un inepto llamado Ernesto Guevara. Desde aquel fracasado
hasta el actual Ulises Rosales del Toro, a través de altibajos, y con
excepciones para confirmar la regla, la producción azucarera cubana,
cada vez menos eficiente, descendió desde 6 millones de toneladas a
comienzos de los años 60 a menos de millón y medio en la actualidad. La
zafra de 1970, o algunas de los años70-80 del siglo pasado, elevadas e
ineficientes, no ocultan el absoluto fracaso de la industria azucarera
"revolucionaria".
Mientras el castrismo destruía la obra empresarial de los Fanjul, y la
de todos los empresarios azucareros y de todas las ramas y sectores en
Cuba, esos Fanjul, en Estados Unidos tras abandonar Cuba, levantaron
nuevamente su imperio y se convirtieron en una de las familias más
acaudaladas entre los cubanoamericanos en este país, con amplio acceso a
importantes círculos políticos de Estados Unidos. Hoy, las empresas
azucareras de los Fanjul producen anualmente más azúcar que toda Cuba.
Ahora se ha conocido por The Washington Post que Alfonso "Alfy" Fanjul
ha visitado Cuba al menos en dos ocasiones y conversado con funcionarios
del régimen, y aunque dijo al diario americano que sus intenciones son
"reunir a la familia cubana", señaló también que podrían explorarse
posibilidades de negocios si hubiera avances políticos y diplomáticos, y
que "al final del camino me gustaría ver a nuestra familia de regreso en
Cuba, donde empezamos… pero tiene que ser bajo las circunstancias
correctas". Y redondeó sus ideas señalando: "¿Podemos considerar una
inversión más adelante? Si hay un acuerdo entre Cuba y Estados Unidos, y
se puede hacer legalmente, y hay un marco adecuado establecido, entonces
veremos esa posibilidad".
Una bomba nuclear en la Calle Ocho hubiera creado menos alboroto en
Miami que esas palabras. Porque los cubanos consideran que tienen
derecho a influir sobre todo lo humano y lo divino de este mundo,
incluidos los sentimientos, sueños, ideas, intereses, objetivos y
comportamientos de cada persona.
Enseguida los verticales combatientes de café con leche dijeron a las
cámaras de televisión desde el Teatro de Operaciones Militares del
restaurant Versailles que Fanjul merecía que los Castro le volvieran a
quitar todo lo que fuera a invertir a Cuba, y en su delirio llegaron a
justificar que a los Fanjul les hubieran confiscado todo lo que el
gobierno cubano les robó. Para estos iluminados, los malvados serían los
confiscados, no Fidel Castro y su pandilla.
Tampoco algunos líderes políticos cubanoamericanos mostraron mucha
ecuanimidad, sino emociones, calificando de vergonzoso lo dicho por el
magnate, considerándolo inmoral, declarándose indignados, y explicando
por qué. Naturalmente, están en todo su derecho a pensar así.
No creo que la familia Fanjul esté compuesta de arcángeles, ni defiendo
a quienes de sobra saben hacerlo solos; ni apoyo su comportamiento o
sugiero que sea correcto: sostengo un derecho que es un pilar
fundamental de la vida en Estados Unidos.
Porque en estos temas, como en todos, no se puede hacer el amor y ser
virgen. Si aceptamos el derecho de cada uno a formarse las opiniones que
desee y expresarlas sin temor, eso vale también para quienes tengan
opiniones diferentes a las nuestras: de lo contrario, es la supuesta
libertad de expresión que "garantiza" la constitución castrista.
Si se desea criticar a cualquiera que quiera hacer dinero con la
tragedia cubana, cuesta entender la pasividad y silencio de esos
críticos cuando el presidente George W Bush, por sobre las regulaciones
del embargo, autorizó la venta de alimentos al gobierno de Cuba si se
pagaban al contado y por adelantado. ¿Se hizo para aliviar la tragedia
cubana, o para que productores agropecuarios americanos hicieran dinero?
Muchos dicen que Raúl Castro quisiera seguir el "modelo chino" para
Cuba, ignorando que China comenzó permitiendo inversiones de "chinos de
ultramar". Ahora, cuando algunos "cubanos de ultramar" exploran
posibilidades de entrar en ese mismo juego en Cuba, hay quienes saltan
indignados.
El travestido comunismo chino no puede ser modelo para Cuba. Ni magnates
cubanos de ultramar cómplices de la gerontocracia de la Isla sacarán a
los cubanos de la dictadura y vicisitudes que han vivido por más de
medio siglo.
Sin embargo, eso no me da derecho a decirle a nadie en este mundo cómo
debe actuar, lo que debe decidir para su futuro, o dónde sería mejor que
lo enterraran. No me obliga a apoyar proyectos de Fanjul ni de nadie, ni
a indignarme o calificarlos de vergonzosos o inmorales. Ni a justificar
las confiscaciones-robos del castrismo o la destrucción de la industria
azucarera.
Si creemos que el supuesto camino de Fanjul no es el mejor para Cuba,
expresemos las discrepancias contra ideas, no contra personas, que no
somos castristas.
Si esa propuesta no es la adecuada, deberíamos preguntarnos todos los
cubanos, siempre listos a criticar tantas cosas pero resolver tan pocas:
¿Alguien tiene una propuesta mejor? ¿Cuál es?
Source: Azúcar, inversionistas y alborotos - Artículos - Cuba - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/azucar-inversionistas-y-alborotos-316672
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