Un país blanqueado
Jueves, Mayo 3, 2012 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Si se tiene en cuenta la maña
del gobierno cubano para manipular las cifras siempre a favor de sus
intereses, lo más probable es que los datos del censo de población que
se realizará en septiembre muestren una Cuba algo diferente de la real:
un país más educado, culto, saludable, laborioso, disciplinado, con
problemas habitacionales y de transporte, sí, pero todos en vías de
solución.
También será, cómo no, un país más blanco. O para ser más exactos,
blanqueado con brocha gorda. Los pintores del socialismo que se
actualiza no quieren pintar angelitos negros. Más bien quieren
pintarlos de blanco.
Los datos del anterior censo aseguran que entre el 64 y el 65 % de la
población cubana es blanca, el 24-25 % mestiza y sólo el 10 % negra…y
con tendencia a disminuir (¡qué más quisieran los mandamases!).
Pero, independientemente de lo que digan los datos oficiales, la
proporción racial de los cubanos que se observa en la calle es todo lo
contrario. Y es lógico que con tantas parejas interraciales, haya
crecido el mestizaje.
Y conste que cuando hablo de lo que se observa en la calle no me refiero
solo a los solares y los barrios marginales. Y por supuesto que tampoco
a las cárceles, donde la población penal está conformada
mayoritariamente por negros o mulatos, principalmente jóvenes.
En los datos de los censos de población que se han efectuado en las
últimas décadas no se refleja la raza, sino el color de la piel. Y cada
cual ve el color que prefiere ver. Los que parecen blancos, se declaran
como tales. ¿Quién dijo que los mestizos no padecen también los
prejuicios raciales? ¿De veras alguien cree que el síndrome de Cecilia
Valdés terminó en el siglo XIX?
Seguramente, los no blancos son muchos más de los que dicen
oficialmente. Como en el censo a los cubanos les es posible escoger su
raza, los que no tienen pronunciados rasgos negroides suelen declararse
blancos. Y muy pocos preguntarán donde está la abuela –esa bromita
racista, una más entre tantas que hay.
Que cada cual pueda escoger la raza que declarará en el censo no
tendría mayor importancia si no fuera porque el abigarrado mestizaje
cubano crea una amplia categoría intermedia de personas que no son
blancas ni negras. Y la identidad racial neutralizada de los que pasan
por blancos y que de ninguna manera se identifican como negros, promueve
la discriminación racial a la vez que niega su existencia.
Y los Jefes, contentos de que los negros sean sólo los precisos para el
deporte, la música, ciertos rijosos video-clips, el jineterismo, el
folklore y la santería para turistas. Que ingresen dinero al país. Como
sus antepasados de los barracones.
Ya ni el gobierno se atreve a negar que haya discriminación racial en
Cuba. Los académicos oficialistas están autorizados a hablar de
integración racial. Es más, parece que les han encomendado que se apuren
ante "ciertas exageraciones del enemigo".
Pero pintar un país de blancos, como si fuera "otro logro de la
revolución y el socialismo" no es el modo de solucionar el problema
racial. Es solo lo que tantas veces se ha hecho: volverlo a ocultar bajo
la alfombra.
luicino2012@gmail.com
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