Martes, Marzo 20, 2012 | Por Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -El lunes 12 de marzo, el
disgusto casi mata a Rafael Sánchez Bellechasse, un cubano de 55 años.
Había invertido su salario de un mes en pagar por unos documentos que,
enviados desde España, recibía totalmente destruidos. La oficina de
Correos de Cuba, ubicada en El Calvario, un barrio de la periferia
habanera, tuvo la desfachatez de entregárselos rotos, sin la menor disculpa.
El paquete postal y el sobre con las actas de nacimiento de sus abuelos
paternos, fue violentado. Toda la gestión consular que le tomó un año
realizar se vino abajo, presuntamente porque empleados del correo
cubano, dedicados a este tipo de fechoría, abrieron su paquete en busca
de dinero.
Los documentos, que salieron de España el 17 de febrero, dentro de una
caja sellada, llegaron al correo de El Calvario dentro de un saco de
nylon, atado con una brida plástica. En su interior, una nota de Correos
de Cuba decía: "Lamentablemente su envío arribó a nuestro servicio con
roturas en su embalaje…"
Al mismo tiempo, en la misma oficina de correos, Jacqueline Leyte corría
igual desdicha. Su paquete postal, de 52 kilogramos, llegaba roto y con
una cuarta parte del envío robado. Para suplir el peso de lo sustraído,
los malhechores le agregaron al paquete periódicos y revistas de
circulación nacional, un convertidor de electricidad y prendas de vestir
usadas.
Cuenta Jacqueline que el 9 de diciembre de 2010, y el 25 de febrero de
2011, recibió en esta oficina bultos postales en similares condiciones.
Ambos clientes, que se negaron a llevarse los bultos postales en ese
estado, recibieron la misma respuesta de la empleada del correo de El
Calvario: "El paquete tienen que recibirlo obligatoriamente, porque
nosotros no somos responsables de lo que pasó o lo que pueda pasar si lo
dejan aquí. Las reclamaciones se hacen post entrega".
¿A quién reclamar el contenido robado de un envío postal, máxime cuando
los malhechores pueden estar en cualquier eslabón de la mensajería postal?
Algunas de estas violaciones son reportadas por los damnificados en
cartas a la sección Acuse de Recibo, del diario oficial Juventud
Rebelde, a cargo del periodista José Alejandro Rodríguez. Las sanciones
a los implicados llueven, pero el vandalismo postal continúa.
El largo y tortuoso camino que recorren los paquetes postales que llegan
a Cuba, desde el exterior, está poblado por empleados que perciben un
salario irrisorio, de 275 pesos mensuales (13 dólares), además de 15
dólares de "estímulo", si no se ausentan o llegan tarde al trabajo.
Correos de Cuba cobra a sus clientes, por cada paquete postal recibido,
un impuesto en correspondencia con el peso. Los que llegan de Europa,
22.90 pesos por 500 gramos, y los del resto del mundo, 25.60 pesos por
500 gramos. Obviamente, asumiendo que el remitente ya pagó su envío en
dólares o euros, en su país de origen. Por ejemplo: por un bulto postal
de 4.95 kilógramos de peso, enviado desde Europa, a un costo de 28
euros, el destinatario en Cuba debe pagar 71 pesos (4 dólares), un
tercio de su salario mensual.
En un país donde los servicios fundamentales, en manos del gobierno, se
caracterizan por el irrespeto al público y la falta de incentivos
salariales a los empleados, el derecho a reclamaciones es totalmente
desestimado.
Ahora Rafael Sánchez Bellechasse tendrá que volver a gestionar las actas
de nacimiento de sus abuelos paternos. Para ello, tendrá que invertir,
solamente en sellos postales, más de 18 dólares. En cuanto a Jacqueline,
ya envió un SOS a España para que sus familiares dejen de enviarles
paquetes por correo.
Los mensajeros de la desvergüenza se perfeccionan en el hurto de bultos
postales. Aunque es muy poco probable que dentro de un sobre pueda venir
dinero, ellos prefieren asegurarse violentándolos y, de paso, se roban
lo que puedan.
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