Los pocos aires acondicionados que aún funcionan tienen tantas
filtraciones de agua que anegan los pasillos. Cuando un menor es
ingresado, las familias tienen que llevar cubos, artículos de aseo,
televisores y comida.
Iván García / Especial para martinoticias.com
marzo 20, 2012
Dennis, 39 años, y su esposa Elvira, de 37, llevan siete meses
alternándose para dormir cada noche en el piso, en una colchoneta
repleta de remiendos al lado de la cama donde descansa su hijo de 10
años, intervenido de una compleja cirugía en el Hospital Pediátrico Juan
Manuel Márquez, ubicado en Marianao.
Tienen familiares en La Habana, pero su domicilio es en Cárdenas,
provincia de Matanzas, a 140 kilómetros de la capital, y desde hace
años, debido a la precaria salud de su único hijo, viven a caballo entre
las dos ciudades.
El Pediátrico de Marianao, recién pintado, visto desde afuera no lo
parece, pero necesita un esmerado mantenimiento constructivo. Los
pasillos que conducen a la sala de neurocirugía están completamente a
oscuras.
Los pocos aires acondicionados que aún funcionan tienen tantas
filtraciones de agua que anegan los pasillos. Cuando un menor es
ingresado, las familias tienen que llevar cubos, artículos de aseo,
televisores y comida.
El hospital no garantiza estos insumos. La alimentación destinada a
pacientes y acompañantes es un verdadero bodrio. "Lo menos malo es el
personal médico, laborioso y capacitado, aunque si quieres que te den
una buena atención, debes hacerles regalos y a cada consulta llevarles
meriendas", dice Dennis.
También escasean los medicamentos de última generación. Los galenos en
Cuba suelen tener dos tipos de tratamiento, según el bolsillo del
paciente. Si andas corto de dinero y no tienes parientes fuera, te
recetan medicamentos vendidos en la red criolla de farmacias,
generalmente de baja calidad.
Si usted les dice que tiene parientes al otro lado del charco, en
Estados Unidos u otros países, el doctor te ofrece una amplia lista de
fármacos avanzados. Los médicos cubanos tienen conexión a internet y
están bastante bien informados.
Otra posibilidad, si uno recibe remesas o tiene acceso a divisas, es
adquirirlos en moneda dura, en cualquiera de la veintena de Farmacias
Internacionales diseminadas por La Habana. En ellas se vende una amplia
gama de medicamentos producidos en laboratorios capitalistas de renombre.
Si el Pediátrico de Marianao necesita que le pasen la mano con urgencia,
qué decir de otros centros habaneros. Cuando usted visita hospitales
destartalados como el Miguel Enríquez, en Luyanó, o la antigua
Dependientes, en 10 de Octubre, echará en falta el discurso
gubernamental, que cansonamente nos repite que la salud pública cubana
es una de las mejores del planeta.
Pidiendo un conteo de protección igualmente están varias salas del
Calixto García o de Emergencias, en la avenida Carlos III. Los pisos y
baños sin higiene, las paredes descascaradas, techos con filtraciones,
groseros modales de un segmento del personal de enfermería, escasez de
instrumental quirúrgico y poco rigor profesional en algunos médicos, han
provocado que la sanidad en Cuba actualmente se encuentre en caída libre.
Cuando un ciudadano común y corriente debe ser hospitalizado o recibir
un tratamiento extenso, cruza los dedos. Muchos especialistas brillantes
se encuentran prestando servicios en el exterior.
Y los que han quedado para cubrir esas plazas, están sobrecargados de
trabajo. Si a esto sumamos que un médico promedio en la isla devenga un
salario mensual equivalente a 30 dólares, desayuna café sin leche y en
ocasiones tiene que estar dos horas en una parada repleta de gente, para
abordar el ómnibus que lo conduzca a su hospital o consulta, entonces la
mejor opción es no enfermarse.
Norge, 28 años, asmático crónico, quiere ser bien tratado y por eso se
hizo amigo de los médicos y enfermeros que le atienden. "Me estén
atendiendo o no, les visito y les hago regalos. Una vez, a cada uno le
regalé una pierna de carnero".
Si gran parte de los policlínicos y hospitales habaneros están pidiendo
a gritos mantenimiento, no se puede decir lo mismo del Clínico-Qirúrgico
Hermanos Ameijeiras, en Centro Habana, a tiro de piedra del malecón.
Este hospital se encuentra en buen estado técnico y a simple vista se
nota la higiene. Uno de los motivos pudiera ser que es una de las
instituciones insignias de la salud pública en Cuba, además de tener
varios pisos dedicados a la atención de pacientes extranjeros.
Pero si se quieren ver clínicas parecidas a las que salen en los
seriales estadounidenses trasmitidos por la televisión nacional, visite
usted la Clínica Central Cira García o el Centro de Investigaciones
Médico-Quirúrgicas, el famoso CIMEQ, los dos situados en el municipio Playa.
Atención de primera, habitaciones que brillan por su limpieza,
alimentación balanceada y de calidad, un parque de ambulancias bien
equipadas, guardias de seguridad y médicos de calibre. Todo a pagar en
dólares, euros o pesos convertibles.
Los ministros y generales tienen derecho a ser atendidos en estas
clínicas. O mandatarios foráneos como Hugo Chávez, operado tres veces en
el CIMEQ, para frenar el cáncer que padece.
Para ellos, la salud cubana es una auténtica joya. Dennis y Elvira,
quienes llevan siete meses durmiendo en el piso de un pediátrico,
piensan lo contrario.
http://www.martinoticias.com/content/cuba_medicina_crisis_ivan_garcia/9527.html
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