Jueves, 04 de Agosto de 2011 12:23
Amarilis C. Rey
Managua, La Habana, agosto 4 de 2011, (PD) Transportarse de un sitio a
otro en Cuba, es una verdadera hazaña. No importa cuán cerca o lejos se
esté de un destino, las penurias son siempre las mismas para la
altinmensa mayoría del pueblo pobre que no posee un medio de transporte
ni la esperanza de poder adquirirlo.
Los tenues rayos de libertad empresarial, que surgieron gracias a los
permisos de trabajo por cuenta propia otorgados recientemente por el
gobierno y que en el sector del transporte tienden a aliviar la
situación, son empañados por las decisiones adversas de algunos
funcionarios públicos.
Al menos eso afirma Elena, de 60 años, quien trató el 18 de julio pasado
de abordar un vehículo hacia el poblado El Rincón, en la capitalina
localidad de Santiago de las Vegas.
"Cuando llegué a la terminal de Santiago, había varias motonetas
parqueadas en hileras. Cada una de ellas está adaptada para llevar seis
pasajeros. Me acerque a una de ellas y le pregunté a su chofer si podía
llevarme, pero me respondió que el inspector no los dejaba salir, porque
tenía que hacer la cola de los caballos. Traté de comprender aquello y
descubrí que había también varios coches de caballos para recorrer el
mismo trayecto. Solo que cada coche llevaba casi el triple de pasajeros
que las motonetas, por el mismo precio de cinco pesos por pasajero".
"Fui donde el inspector –dice- para preguntarle el motivo de aquel
absurdo y me respondió que esa era la orden que tenía. Las motonetas
solo saldrían cuando no quedara ningún coche."
"Pero mire,-le dijo- a mi no me gusta montar el coche de caballos porque
le tengo miedo al animal, además los he visto resbalar loma abajo en
esta misma carretera y creo que es un peligro."
Expresó Elena que ante la intransigencia del inspector, uno de los
choferes de las motonetas le facilitó el número telefónico de la entidad
que los dirige.
"Llamé a un superior del inspector y me dijo que eso no era así, que
podía montarme en el vehículo que yo quisiera. Como ya habíamos varias
personas que no querían, al igual que yo, montarse en el coche de
caballo, todas fuimos a reclamarle al inspector que dejara libre el
curso de las motonetas, que era donde queríamos viajar. Pero este se
puso muy molesto y ripostó que: por sus c… las motonetas no saldrían,
aunque sus superiores dijeran lo contrario."
Recordó la mujer que se formó una gran algarabía en el lugar, y que
comenzaron a discutir con el terco funcionario, cuando de momento
apareció un taxi y su chofer sacó la cabeza por la ventanilla y gritó:
"Para El Rincón a cinco pesos, que ya me voy."
"Todos corrimos- refiere- y como era un carro grande, de esos de los
años 50, nos pudimos ir y dejamos al inspector con la palabra en la boca."
Elena piensa que este inspector y los cocheros deben tener algún arreglo
en que estos últimos le pagan para que les dé la preferencia. Y en este
negocio, las motonetas quedaron fuera.
Hoy cualquier chispa puede avivar la llama de una explosión social en
Cuba. Todos están cansados de las órdenes absurdas y quienes dirigen, a
cualquier nivel, no se cansan de darlas.
http://www.primaveradigital.org/primavera/sociedad/sociedad/1988-soluciones-y-obstaculos
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