Carlos Carnicero
Publicado el sábado 6 de agosto de 2011, 18:10 h.
Cuba no encuentra su hueco en las páginas de los periódicos porque no se
resigna a cumplir los pronósticos que se han establecido sobre el
sistema socialista.
He escrito que ante Cuba hay dos formas razonables de acercarse a su
observación: la de quienes quieren que no exista en su configuración
actual y esperan el milagro de una transformación mágica e instantánea
en lo que no puede ser, y la de aquellos que abogan por su
transformación paulatina en una sociedad abierta que supere la
dialéctica agotadora entre capitalismo y revolución.
Cada vez que regreso a la Isla confirmo la convicción de que es una
excepción histórica: grandezas y muchas miserias encajadas en un
fatalismo geográfico en el estrecho de La Florida. Si Cuba estuviera en
el delta del Mekong o a medio camino entre Indonesia y Japón, su suerte
hubiera sido distinta. Es un grano en el sistema occidental que ha
reventado sobre tres generaciones de cubanos, que han pagado con su
forma de vida la confrontación entre Fidel Castro y nueve presidentes de
los Estados Unidos de Norteamérica. Para la historia quedará el fracaso
encomiable de la tozudez del imperio que tuvo que conformarse con que el
sufrimiento de los cubanos fuera la moneda de cambio de sus intentos
baldíos de transformación de la isla del Caribe.
El décimo parece que será el bueno, porque Barack Obama puede conseguir
más que todos sus antecesores juntos.
El caso es que en La Habana, como compendio de todos los ensayos de
Cuba, está sufriendo el shock del mercado y la dinámica de la competencia.
Falta toda la letra pequeña por desarrollar, pero de repente surgen como
hongos lo que antes eran excepciones.
Naturalmente nada de esto sirve a los partidarios de meter a Cuba en una
chistera y que salga una reproducción de La Florida. Pero es lo que hay,
lo que está pasando y creo que no está nada mal.
http://www.diariosigloxxi.com/texto-ep/mostrar/20110806181043/cuba-mercado-y-competencia
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