Friday, August 5, 2011 | Por Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Algunas muchachas, iniciada la
adolescencia, habían empezado a curtirse en 1962, cuando la primera
recogida de café en las montañas del oriente de Cuba. Desde La Habana
16 horas en una estrecha guagua, más de 4 en un viejo camión, y de ahí
camina que camina, sube loma hasta llegar al sitio intrincado. Allí
estaban los recogedores, los guajiros de siempre, hasta viejos haitianos
y jamaiquinos –como se decía entonces. Las miraban sorprendidos y los
muchachos sonreían pícaramente, no tanto por sus caídas loma abajo entre
los cafetos, los gritos por las ratas y ranas, como por la forma en que
ellas cogían los rojos granos, esos que llamaban cerezas. En las
noches, después de la muy poca y mala comida, abrían los folletos para
practicar a los recién alfabetizados. Casi al mes se terminó la
cosecha, las montaron en otro camioncito para el traslado de zona. Se
cruzaron con camiones de militares y milicianos. Las dejaron en un
caserío hasta nuevo aviso. Era la movilización por la Crisis de
Octubre, o de los misiles. Sin contacto con las lejanas familias, casi
sin comida y ya sin dinero volvieron a recorrer las carreteras y los
senderos hacia otros cafetales. Pero no desistieron y se esforzaron con
ahínco un mes más en su primer gran trabajo voluntario.
Pasado los años, ocurrieron muchas cosas más. Como los viajes a decenas
de kilómetros para sembrar cebollas en un campo lleno de piedras frente
al mar, o para recoger ajos que nunca se habían sembrado. Y la creencia
en que el trabajo voluntario era necesario, comenzó a esfumarse. Pero
entonces, participar en él daba los méritos necesarios para la
emulación. En realidad era la competencia para poder comprar un
televisor en blanco y negro, un refrigerador, un ventilador o un radio,
casi siempre soviéticos y anticuados. Al principio, los más destacados
se premiaban con el derecho a vacacionar en un hotel de una buena playa,
aunque el nivel del incentivo fue decayendo hasta convertirse en unos
días en centro de campismo con cabañitas o tiendas de campaña, quizás
casi sin agua potable e infectado de mosquitos. Los vanguardias
viajaban con un familiar de vacaciones a los "países socialistas" de Europa.
Lo máximo fue cuando comenzaron las asambleas de méritos y deméritos
para asignar algún apartamentico, y luego, aquellos interminables años
de trabajo en las microbrigadas para construir el apartamento propio,
sin garantías de recibirlo ya que podía aparecer alguien con más puntos
que lo ganara, quizás sin haber cargado un saco de cemento, porque era
muy sacrificado, tenía mucha necesidad de vivienda, y por su
calificación, enfermedad o por ser dirigentes no podía abandonar su
puesto para unirse a la microbrigada.
El Período Especial, al comienzo de los años 1990, progresó hacia la
desaparición incluso de los equipos electrodomésticos socialistas, que
se deterioraron por cientos de miles en almacenes con filtraciones o a
la intemperie, pues el gobierno decidió dejar de venderlos para ahorrar
electricidad. Las microbrigadas eran un caos, no les llegaban los
materiales, y todo fue languideciendo.
Al cabo de casi 50 años de que Che Guevara iniciara el primer trabajo
voluntario, y 20 de Período Especial, gracias al semanario Trabajadores,
órgano oficial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la población
conoció semi-oficialmente el 1 de agosto la siguiente noticia: "Ante un
nuevo escenario económico y laboral…Cambios necesarios. Varían
concepciones del trabajo voluntario y de movilizaciones a labores
productivas".
Indudablemente las razones expuestas reflejan la realidad: la situación
económica junto a fuerza de trabajo disponible (personas a ser
desempleadas) de distintas entidades laborales y territorios.
Imposible, pues, convocar trabajo voluntario, en lugar de asegurar un
ingreso salarial a quienes quedaron en esa situación. Se añadía que en
febrero, durante el Pleno 87 del Consejo Nacional de la CTC, se acordó
que las movilizaciones para el trabajo productivo se desarrollaran en
aquellas zonas que presenten una escasez de fuerza laboral que
justifique la convocatoria o por afectaciones originadas por desastres
naturales, tecnológicos, sanitarios, fenómenos climatológicos que dañen
cosechas u otras producciones o servicios. ¡Ya era hora!
En el artículo se pregunta "cuántas veces observábamos gigantescas
movilizaciones hacia campos agrícolas u otras actividades sin un
contenido productivo, donde prevalecía la pérdida de tiempo, y el gasto
de recursos era muy superior al efecto económico del trabajo que se iba
a realizar. Tal fenómeno, mucho más si ocurría el día de descanso,
contribuía a generar el disgusto y la apatía entre los trabajadores".
También podríamos preguntar qué ocurría si alguien osaba plantear
criterios semejantes. En el mejor de los casos se tildaba de apático, y
no pocos fueron acusados de contrarrevolucionarios, imposibilitados de
ascender en sus puestos o continuar sus estudios, y más.
Esas actividades tenían una incidencia definitoria en la vida de los
cubanos desde la más tierna edad. Estuvieron entre los parámetros
fundamentales para medir a niños y jóvenes como "seguidores del Che" y
sus progresos para convertirse en el "hombre nuevo". La CTC las tuvo
como objetivos primordiales, de manera que ahora en Trabajadores se
continúa insistiendo en que "el trabajo voluntario como concepción no
desaparece, pues constituye una formidable fuente de conciencia, a la
vez que desarrolla el colectivismo, la solidaridad, y es reconocido por
la Constitución cubana y el Código del Trabajo", y añade lo que no
argumentó durante los decenios en que compulsaban a realizarlo: "sin
embargo –en innumerables ocasiones- solo sirvió para tapar o eliminar la
ineficiencia, malos métodos de trabajo y otras deficiencias
administrativas". Y se añade que "en estos momentos se desarrolla un
proceso de información y preparación de los ejecutivos de secciones
sindicales, funcionarios y cuadros, para contribuir a la mejor
comprensión de porque es necesario un cambio de mentalidad al respecto y
tales razonamientos lleguen en forma convincente a los colectivos obreros".
En fin, que la CTC es incapaz de renunciar a ser ejecutora de las
determinaciones del Partido Comunista y el gobierno, como actualmente
demuestra al encabezar los despidos de cientos de miles de trabajadores,
cuyos intereses no defiende. Impone las decisiones de las autoridades
que envían la partida del Presupuesto Estatal para que los dirigentes
sindicales puedan ser la burocracia de esa supuesta organización no
gubernamental. Sin embargo no reconocen que al trabajo voluntario
acabó con las tradiciones laborales en Cuba y contribuyó a la pobreza
actual.
http://www.cubanet.org/articulos/adios-al-trabajo-voluntario/
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