Tuesday, July 19, 2011 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – El próximo 22 de agosto la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) cumplirá 50 años. A esa
edad, que suelen llamar la media rueda, a pesar de que significa un poco
más del viaje de los humanos por la vida, o al menos por su parte más
activa y divertida, la mayoría de las personas, sobre todo los que
llegan en mejor forma, aseguran estar "enteros", aunque empiecen a
sentir achaques y palpar limitaciones que hacen dudar de tal plenitud. A
la UNEAC le pasa algo similar, sólo que digan lo que digan los
comisarios que la dirigen, el desgaste y las mataduras son cada vez más
evidentes.
En realidad, en sus 50 años de existencia, la UNEAC tiene poco que
exhibir que valga la pena. Y no es para menos. Medio siglo de aberrantes
políticas culturales que se iniciaron con la advertencia del Máximo
Líder a los creadores y artistas de que "contra la revolución, ningún
derecho" han generado en Cuba un medio intelectual donde imperan el
miedo, la simulación el doble discurso y la desvergüenza.
En su último congreso, de tantas quejas, pareció que se iba a acabar el
mundo. Hasta se habló de racismo y se creó una comisión al efecto. Nada
para preocuparse. Oportunamente advirtieron desde las alturas que
aquello no era la perestroika ni nada que fuera un poco más allá de un
rato de catarsis.
Los salones, jardines y pasillos de la casona de la UNEAC en El Vedado
han sido el escenario ideal para la envidia, los chismes y las
delaciones. También para los panfletos y las declaraciones viles que se
firman sin leer, con manos temblequeantes y cansadas de aplaudir.
El régimen reclutó sus comisarios culturales entre oportunistas y
mediocres para implementar sus políticas culturales, y utilizarlos en
el mangoneo de los jurados de los premios, las revistas, las
editoriales, la radio, la TV y los viajes al exterior, en detrimento de
sus naturales adversarios: las personas inteligentes.
Pero también a intelectuales talentosos chantajeó o compró con premios
nacionales para que olvidaran el Decenio Gris y comprendieran la
utilidad de esforzarse en aplaudir y firmar cuanto documento el régimen
les ponga delante.
Lo que debía ser un sindicato de escritores y artistas, funciona como
todos los demás sindicatos del país: cumple precisas orientaciones "de
arriba" a través de su presidente, el genuflexo Miguel Barnet, y el
ministro de Cultura Abel Prieto, pelado y con barba por delante,
melenudo por detrás, moderado y ortodoxo, según las circunstancias.
Talentos aparte y salvo algunas excepciones, de tanta indignidad, más
que un Parnaso, la UNEAC recuerda la Corte de los Milagros: Nancy
Morejón que no quiere ni que le recuerden que alguna vez estuvo en
Ediciones El Puente, Silvio Rodríguez, que aunque se queje del
inmovilismo y proponga prescindir de la letra r de la palabra
revolución, se ufana de ser oficialista, el gutural Kcho y su pincel.
La comparsa repite el estribillo sin abochornarse; los comparseros
aplauden que dan gusto, en reñida emulación de focas, a ver quién lo
hace más y mejor. Y siempre alguien toma nota acerca de los que se
muestran apáticos y escribe su correspondiente informe a Seguridad del
Estado.
http://www.cubanet.org/articulos/el-medio-siglo-de-la-uneac/
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