22-04-2011.
Sinué Escolarte
(www.miscelaneasdecuba.net).- La sociedades crean y regulan la moral, el
hombre la perfecciona o la deforma. ¿Quiénes surgieron primero, las
religiones o los gobiernos? Es difícil determinarlo con precisión.
Lo cierto es que la humanidad en busca de un orden social seguro,
tranquilo, puso en manos de esos dos grandes imperios su karma, con la
esperanza de encontrar quien cuidara, organizara, aconsejara, orientara,
los diferentes bandazos que los anhelos del hombre produce en su afán de
conquista, sin tener en cuenta que aquellos, moviéndose entre la
incapacidad, el apego al poder y la ambición, se servirían de doctrinas
que dictan el camino moral de la sociedad, utilizando formulas muertas,
rígidas, escritas en catesismos, libros especiales y en el esquema seco,
inducido, de un sistema apriorístico.
Muchedumbres enteras se entregaron a estas dos "necesarias" categorías,
que coincidentemente incluyen en su quehacer el mismo concepto. Hay que
creer en ellos, tenerles fe ciega, confianza total, como si existiera la
dignidad no cuestionable.
Así ha sido históricamente. Somos devotos feligreses tanto de los que
representan gobiernos, como de los que representan cultos, quienes con
frecuencia se unen para potenciarse, prometiendo mejorar al ser vivo y
sus descendencias por medio de estatutos, decretos, circulares, que
ajusten conductas, o modifiquen destinos, ocultando que moralidad como
fenómeno autónomo, es el resultado espontáneo de la naturaleza y la vida
en sociedad. Esa doble condición de espontaneidad y perfectibilidad
ajena a toda fuerza extrínseca o sobrenatural ilimitable por ningún
precepto, mejorable con menos ordenes y ma's educación cívica.
Según el filósofo y ensayista español Ortega y Gasset, cuando el hombre
cree en algo, cuando es incuestionable realidad, se hace religioso de ello.
Los cubanos eminentemente cristianos, sometidos a la presión agresiva de
La Dictadura Batistiana en su etapa final, mostrando una inmensa fe
católica, creímos profundamente buscando la esperanza, lo que facilitó
ser captados por una personalidad carismática, de discurso demagógico,
dominante, radical, educado en escuela Jesuita, quien para poder
completar su objetivo de perpetuarse como Dios, eliminó de cuajo el
catolicismo y las diversas instituciones independientes, religiosas o
no, deformando su imagen, convirtiéndolas en enemigas. Gobernó como
quiso, sin limites y sin obstáculos, rezagando la multitud hasta
posiciones morales inferiores para neutralizarlas entre las
comparaciones y que renuciáramos a lo mejor.
Ahora, en franco declive bio-ideológico tanto suyo, como de su
extractada dirigencia, cerca del fin y sin otra salida, busca sin pena
refugio protector y auxilio, en los mismos que defenestró.
A ambos les conviene. La iglesia con su Cardenal Jaime Ortega a la
cabeza, recuperó parte del poder que le fue arrebatado proclamándose de
soslayo como vencedora y se prepara en función de la era post castrista
para continuar su curso de siempre, con más gloria que infierno, lugar
en el que la mantuvieron por 52 años.
Los Castro, con esta demorada decisión, aseguran el apoyo que les brinda
la palabra católica, sus templos, su gestión, el compromiso moral de
alguno de los presos de conciencia liberados a su través y otros
vinculados a la política, enviándolos al destierro, para intentar
neutralizar la explosión social que se vislumbra.
Es un tenue traspaso de poder devolviéndole a la religión parte de la
influencia que en su momento exhibió, una vez más ajeno al voto del
pueblo, a cambio de la seguridad de la cúpula estatal, sus familiares y
allegados, en caso de un conflicto agudo.Tampoco será el régimen quien
cedió ante las exigencias de la oposición, quedando todo como una
respuesta humanitaria sobre un reclamo cristiano. Los dos son buenos.
La iglesia (durante la visita del Papa a Cuba, este no tuvo contacto con
la disidencia ignorándolos), de un tirón, se coloca a la cabeza de los
que luchan por la emancipación, arrebatándole para los que no saben, la
mayoría desinformada, el protagonismo, a los verdaderos luchadores en
las calles, neutralizándolos parcialmente, relegados, demonizados.
El Cardenal Ortega es la figura, no Biscet o Las Damas De Blanco. Toma
decisiones, hace promesas, pide paciencia. viaja, se vincula con
congresistas y anuncia libertades de presos políticos, mientras el
agradecimiento se hace patente en los mismo que siempre prefirió
atomizar y la opinión internacional mejora tanto para los cristianos
como para los comunistas.
Son maniobras complejas que una visión social distorsionada de la
realidad, como la que nos han creado a través de la acumulación de
múltiples aflicciones en más de medio siglo, no verá, porque en su
mayoría, ignoran que los dogmas dictatoriales de las religiones y los
gobiernos totalitarios, se interponen en la moral común de los hombres y
los enfrentan entre si.
Pasaremos entonces cuando se produzca el esperado cambio, de la moral
socialista impuesta, con sus doctrinas de dominio absoluto y obediencia
total, a la moral religiosa de obediencia absoluta y creencia sin
limites a los intermediarios de Dios, que son muchos, muy variados en
todo el país, mientras se organizan los convocados a dirigir, sin
permitirnos dejar florecer no sabemos hasta cuando, la auténtica moral
que surge natural cuando se es libre y se coloca en la cumbre de lo
humano, en busca del perfeccionamiento ético, el mismo que nos enseñaron
nuestros abuelos en los tiempos que se publicaban menos gacetas
oficiales, se proporcionaba más educación cívica y que perdimos hace
mucho sin saber dónde fue a parar, ni cuando volverá.
No me gustan las doctrinas
las normas me dan pavor
los reglamentos peor
las leyes son la mentira.
Manipulando en la tira
clérigos y gobernantes
se dividen en dos partes
una sociedad que espira.
¿Con cuánto esfuerzo podremos hacer la vida normal
abandonando los yerros y los caminos peores
escogiendo libremente cual será nuestra moral?
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=32031
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