Deberes humanos
By RICARDO TROTTI
El deber prioritario del Estado es proteger y garantizar que todo
ciudadano, sin distinción, viva en pleno disfrute de sus derechos
humanos; por lo que en una sociedad sana, los derechos de unos terminan
convirtiéndose en los deberes para otros.
Por eso los tratados internacionales, más allá de las ideologías,
establecen que los pueblos tienen derecho a la democracia y sus
gobiernos la misión de proveer un blindaje institucional a los derechos
humanos como eje de promoción y consolidación de ese inmejorable sistema
político.
Las faltas a los derechos humanos no sólo son cometidas por quienes
hacen de la persecución política o los abusos de poder una práctica
cotidiana, sino también por aquellos que las toleran, no las previenen
ni sancionan adecuadamente.
Estas políticas de agresión u omisión por parte del Estado, son
palpables en nuestro continente, donde observamos que varios presidentes
tienen la aguda visión para condenar los abusos que se cometieron en
otras épocas, pero dificultades en identificar y reconocer las
violaciones que sus propios gobiernos protagonizan.
Así vemos como Cristina Kirchner enarbola banderas contra las
dictaduras, pero atropella a los medios de comunicación y a la oposición
con leyes mordazas peores que las de aquellas épocas. Hugo Chávez
resiente el golpe de Estado de 2002, pero ha politizado a la justicia,
perseguido a los opositores y acumulado poder excesivo. Alvaro Uribe
batalla contra las narcoguerrillas, pero sus militares se involucran en
el escándalo de ``falsos positivos'' haciendo pasar a civiles por bajas
guerrilleras. Felipe Calderón combate al crimen organizado, pero su
gobierno no da la talla para proteger ni para evitar que esos crímenes
se repitan. Evo Morales denuncia abusos castrenses del pasado, pero
ahora motiva a su Ejército con el lema ``Patria o muerte, venceremos''.
Los hermanos Castro reclaman nostálgicos las injusticias del régimen de
Fulgencio Batista, pero no vacilan en atacar a cualquier otro gobierno
que no les rinda pleitesía, mientras hace 51 años que oprimen a mansalva
a sus ciudadanos.
La falla más grotesca contra los deberes humanos, al margen de la
agresión directa o la omisión por parte del Estado, es la falta de
actitudes piadosas y solidarias de parte de algunos mandatarios
latinoamericanos que se muestran indiferentes o demasiado diplomáticos
ante el dolor ajeno, creyendo que la Carta Democrática Interamericana
solo les obliga a proteger la democracia pero no los derechos de sus
ciudadanos.
Entre ellos, esta semana se destacó el presidente Luiz Inácio Lula da
Silva, quien lejos de no haber reconocido a la disidencia política
cubana cuando visitó La Habana recientemente, criticó el método de
huelga de hambre del periodista independiente Guillermo Fariñas,
comparando a los presos de conciencia en Cuba con los delincuentes
comunes en las cárceles de Brasil.
Lula pidió que se respete la determinación de la justicia cubana como
quisiera que se respete la brasileña, pero soslayó el hecho que nadie
pide por los delincuentes comunes en Cuba, sino por aquellos que están
presos por opinar y por sus ideas.
La impiedad de Lula contrastó con la decencia del presidente Oscar
Arias, quien obligado por su Premio Nobel de la Paz, y arriesgándose a
las críticas que le lloverán por inmiscuirse en soberanías ajenas,
condenó al régimen castrista. Argumentó que todo gobierno que respete
los derechos humanos debe al menos mostrar compasión por una persona
débil, en lugar de calificarlo de chantajista.
Ojalá que la actitud compasiva de Arias sea el ariete que impulse a
otros líderes latinoamericanos (quizás al flamante presidente chileno
Sebastián Piñera) para reclamar por la liberación de los 200 presos
políticos cubanos que ya pide a gritos la Comunidad Europea o abochorne
al salvadoreño Mauricio Funes, para que no abra en este momento una
embajada en Cuba, donde lo que tal vez se necesite son salas de velorio
donde honrar a disidentes inmolados.
Si los líderes latinoamericanos han tenido la visión para pedir la
reinserción de Cuba o la separación de Honduras al contexto de naciones
en el hemisferio, correspondería que tuvieran ahora la hidalguía de
pedirle al gobierno castrista que asuma sus deberes humanos.
http://www.elnuevoherald.com/2010/03/14/675023/ricardo-trotti-deberes-humanos.html
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