Tuesday, February 24, 2015

El dictador 'bueno'

El dictador 'bueno'
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | La Habana | 24 Feb 2015 - 10:47 am. | 0

La participación de Raúl Castro en la próxima Cumbre de las Américas
sentará un pésimo precedente en las relaciones continentales.

La anunciada participación de Raúl Castro en la Cumbre de las Américas,
a celebrarse en Panamá en abril próximo, sentará un pésimo precedente en
las relaciones interamericanas del aún joven siglo XXI.

Será fatal porque dejará consagrada la "doctrina Insulza", que sin haber
sido aprobada formalmente de hecho está vigente en la Organización de
Estados Americanos (OEA) y se basa en la concepción izquierdista de que
hay dictadores malos y buenos, en dependencia de la bandera ideológica
que abrace el caudillo en cuestión y de si éste logra o no perpetuarse
en el poder.

Según el actual Secretario General de esa entidad continental, el
socialista chileno José Miguel Insulza, si un "hombre fuerte" es de
izquierda y se mantiene en el poder contra viento y marea es un
presidente con todas las de la ley que merece el respeto de su pueblo y
de la comunidad mundial, y al que se le concede además la gracia de
transferir legitimidad a quien él se le antoje, cual monarca absoluto
del siglo XVIII.

Este aporte a las ciencias políticas modernas lo enunció Insulza en
Lima, Perú, el 13 de febrero de 2007, cuando dijo a los medios de
comunicación: "Fidel Castro es un líder carismático que ha marcado medio
siglo de la vida hemisférica... y esa personalidad ha terminado por
imponer como legítimo dentro del hemisferio o dentro de América Latina
un régimen como el que hoy día tiene Cuba".

O sea, según el alto funcionario regional ya no importa si un jefe de
Estado ha sido electo en las urnas, o toma el poder por su cuenta a
sangre y fuego. Si el autócrata se autoproclama de izquierda, jura ser
"defensor de los oprimidos", y se perpetúa en el poder, es un presidente
tan auténtico como si hubiese sido electo democráticamente, ya que el
tiempo y el carisma personal son "fuentes de legitimidad".

En virtud de esta singular doctrina interamericana, Fidel Castro ungió a
su hermano Raúl como Jefe de Estado, sin consultarle al pueblo soberano.
La OEA le dio su aprobación y ahora está cortejando al nuevo caudillo
para que se integre al concierto de naciones democráticas del continente.

A Insulza hay que preguntarle que si el tiempo prolongado en el poder
"bendice" a un gobernante aunque nunca haya sido electo, por qué no fue
legitimada nunca —ni agasajada— la dinastía de los Somoza en Nicaragua,
que con 43 años (1936-1979) también marcó casi "medio siglo de la vida
hemisférica". Tampoco lo fueron la dictadura de 35 años de Alfredo
Stroessner (1954-1989) en Paraguay, o los 31 años del tirano Rafael
Leónidas Trujillo en República Dominicana (1930-1961), o la dinastía de
29 de años de los Duvalier en Haití (1957-1986).

¿Y por qué Augusto Pinochet recibe el trato de ex dictador por parte de
los políticos y los medios de comunicación, y Fidel Castro es el ex
presidente de Cuba? ¿En qué proceso electoral fue elegido él, y luego su
hermano menor?

Y a propósito de Pinochet, ¿puede creer alguien que Raúl Castro, o su
candidato, obtendría en un plebiscito en Cuba el 43% de los votos que
logró el dictador chileno en el referéndum realizado en el país austral
en 1988? ¿Podría obtener más de un 5%?

Razones ideológicas

Los Somoza, Trujillo, Batista, los Duvalier, Jorge Rafael Videla, Marcos
Pérez Jiménez, Juan Carlos Onganía, José M. Velasco Ibarra, Humberto
Castelo Branco, Juan María Bordaberry, Alfredo Ovando, Juan Vicente
Gómez, Porfirio Díaz, Carlos Castillo Armas, Gustavo Rojas Pinilla, o
Leopoldo Galtieri figuran históricamente como lo que fueron, dictadores.
¿Por qué no los Castro?

Está claro que son razones ideológicas y políticas la que explican ese
trato diferente y privilegiado a los dos autócratas cubanos que propugna
la OEA y que hasta el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de
hecho ha aceptado.

La "doctrina Insulza" obviamente no surgió de la nada. Tiene sus
antecedentes. Por ejemplo, el sandinista Daniel Ortega, una vez
derrocado Somoza en julio de 1979, se mantuvo en el poder por la fuerza
hasta 1990, con apoyo soviético y cubano. En sus 11 años de régimen
militar, Ortega nunca fue tratado por la OEA como un dictador.

En Panamá, en 1968 el coronel nacionalista Omar Torrijos dio un golpe de
estado junto con otros militares que derrocó al presidente
constitucional Arnulfo Arias Madrid. Torrijos disolvió los partidos
políticos, se autoascendió a general, asumió poderes absolutos con el
título de "Líder Máximo de la Revolución", y se mantuvo en el poder
hasta su muerte en un accidente de aviación en 1981. Jamás fue
considerado dictador en esos 13 años.

Tampoco fue calificado de dictador el general Juan Velasco Alvarado,
quien en 1968 encabezó en Perú un golpe militar contra el presidente
Fernando Belaunde, democráticamente elegido, e instaló una dictadura
militar nacionalista de izquierda que gobernó hasta 1975.

Ni Insulza ni la OEA como institución tampoco han hecho nada ante la
demolición de la democracia y la violación de los derechos humanos en
Venezuela, por parte de la mafia chavista que encabeza Nicolás Maduro,
que con la reciente detención del alcalde mayor de Caracas, Antonio
Ledezma, acaba de mostrar claramente sus credenciales como dictadura
militar de izquierda.

La figura del dictador fue creada en la antigua república de Roma, hace
2.500 años, cuando en situaciones de extrema gravedad los cónsules, por
orden del Senado, nombraban a un "dictator" que asumía todos los poderes
por seis meses, hasta el restablecimiento de la normalidad. En el siglo
XIX, al surgir las democracias modernas, el término "dictador" volvió a
la palestra para designar a todo jefe de gobierno que ejerce el poder
manu militari de forma absoluta, haciendo trizas el principio enunciado
por el barón de Montesquieu (siglo XVIII) de la independencia de los
poderes públicos. Eso es exactamente lo que hace Raúl Castro.

El falso "encanto" castrista

Aunque la próxima Cumbre de las Américas exprese lo contrario, lo cierto
es que la dicotomía entre dictadores buenos y dictadores malos es una
aberración ideológica y puro populismo caudillista, ese azote que tanto
daño ha causado en Latinoamérica.

No hay líderes mesiánicos por derecho divino con la misión histórica de
guiar a sus pueblos, como alegan los líderes populistas. Hoy las
naciones ya no necesitan héroes o "iluminados", sino instituciones
sólidas que permitan el ejercicio pleno de la voluntad popular de
elegir libremente a sus gobernantes y que éstos sean servidores del
pueblo, y no al revés.

Además, ninguno de los mandatarios que asistirá a la Cumbre de las
Américas en Panamá desea para su país un régimen totalitario como el
castrista. En eso consiste la hipocresía del "encanto" que ejercen los
hermanos Castro, luego de haber convertido en ruinas, y en cárcel
gigante, a la otrora próspera Cuba.

En fin, no hay dictadores buenos y malos, sino solo dictadores, y punto.
Quien gobierna por la fuerza y no se somete al escrutinio popular, sea
de derecha o de izquierda, no se diferencia mucho de Iván el Terrible, o
de Calígula.

Source: El dictador 'bueno' | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1424771151_13051.html

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