"Si nos dejan", respondieron jóvenes a la exhortación del Papa sobre
amistad social
Palabras de Francisco en el Centro Cultural P. Félix Varela, el domingo,
en La Habana.
Martinoticias.com
septiembre 21, 2015
El domingo en la tarde, el papa Francisco saludó a los jóvenes cubanos
congregados en el Centro Cultural P. Félix Varela, en La Habana. Les
propuso ser la "dulce esperanza del futuro" y les animó a construir la
cultura del encuentro en Cuba, siguiendo un proceso claro de
discernimiento y siendo solidarios con los demás. Ya que la esperanza es
fecunda y da vida, congrega y crea comunión, dijo.
Al dirigirse a los jóvenes, el Papa les dijo: "Cuando hay división, hay
muerte. Hay muerte en el alma, porque estamos matando la capacidad de
unir. Estamos matando la amistad social. Y eso es lo que yo les pido a
ustedes hoy: sean capaces de crear la amistad social".
Los jóvenes allí congregados respondieron a coro: "si nos dejan, si nos
dejan".
"Si nos dejan, si nos dejan
"Si querés ir de prisa, andá solo, pero si querés llegar lejos, andá
acompañado".
Ustedes están parados y yo estoy sentado. Qué vergüenza. Pero, saben por
qué me siento, porque tomé notas de algunas cosas que dijo nuestro
compañero y sobre estas les quiero hablar. Una palabra que cayó fuerte:
soñar. Un escritor latinoamericano decía que las personas tenemos dos
ojos, uno de carne y otro de vidrio. Con el ojo de carne vemos lo que
miramos. Con el ojo de vidrio vemos lo que soñamos. ¿Está lindo, eh?
En la objetividad de la vida tiene que entrar la capacidad de soñar. Y
un joven que no es capaz de soñar, está clausurado en sí mismo, está
cerrado en sí mismo. Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a
suceder, pero soñalas, desealas, busca horizontes, abrite, abrite a
cosas grandes. No sé si en Cuba se usa la palabra, pero los argentinos
decimos "no te arrugues", ¿eh? No te arrugues, abrite. Abrite y soñá.
Soñá que el mundo con vos puede ser distinto. Soñá que si vos ponés lo
mejor de vos, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto. No se olviden,
sueñen. Por ahí, se les va la mano y sueñan demasiado, y la vida les
corta el camino. No importa, sueñen. Y cuenten sus sueños.
Cuenten, hablen de las cosas grandes que desean, porque cuánto más
grande es la capacidad de soñar, y la vida te deja a mitad camino, más
camino has recorrido. Así que, primero, soñar.
Vos dijiste ahí una frasecita que yo tenía acá escrita en la
intervención de él, pero la subrayé y tomé alguna nota: que sepamos
acoger y aceptar al que piensa diferente. Realmente, nosotros, a veces,
somos cerrados. Nos metemos en nuestro mundito: "o este es como yo
quiero que sea, o no". Y fuiste más allá todavía: que no nos encerremos
en los conventillos de las ideologías o en los conventillos de las
religiones.
Que podamos crecer ante los individualismos. Cuando una religión se
vuelve conventillo, pierde lo mejor que tiene, pierde su realidad de
adorar a Dios, de creer en Dios. Es un conventillo. Es un conventillo de
palabras, de oraciones, de "yo soy bueno, vos sos malo", de
prescripciones morales. Y cuando yo tengo mi ideología, mi modo de
pensar y vos tenés el tuyo, me encierro en ese conventillo de la ideología.
Corazones abiertos, mentes abiertas. Si vos pensás distinto que yo, ¿por
qué no vamos a hablar? ¿Por qué siempre nos tiramos la piedra sobre
aquello que nos separa, sobre aquello en lo que somos distintos? ¿Por
qué no nos damos la mano en aquello que tenemos en común? Animarnos a
hablar de lo que tenemos en común. Y después podemos hablar de las cosas
que tenemos diferentes o que pensamos. Pero digo hablar. No digo
pelearnos. No digo encerrarnos. No digo "conventillar", como usaste vos
la palabra. Pero solamente es posible cuando uno tiene la capacidad de
hablar de aquello que tengo en común con el otro, de aquello para lo
cual somos capaces de trabajar juntos.
En Buenos Aires, estaban –en una parroquia nueva, en una zona muy, muy
pobre– estaban construyendo unos salones parroquiales un grupo de
jóvenes de la universidad. Y el párroco me dijo: "¿Por qué no te venís
un sábado y así te los presento?". Trabajaban los sábados y los domingos
en la construcción. Eran chicos y chicas de la universidad. Yo llegué y
los vi, y me los fue presentando: "este es el arquitecto –es judío– este
es comunista, este es católico práctico, este es…".
Todos eran distintos, pero todos estaban trabajando en común por el bien
común. Eso se llama amistad social, buscar el bien común. La enemistad
social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se
destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la
enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está
destruyendo por la guerra. Porque son incapaces de sentarse y hablar:
"bueno, negociemos. ¿Qué podemos hacer en común? ¿En qué cosas no vamos
a ceder? Pero no matemos más gente". Cuando hay división, hay muerte.
Hay muerte en el alma, porque estamos matando la capacidad de unir.
Estamos matando la amistad social. Y eso es lo que yo les pido a ustedes
hoy: sean capaces de crear la amistad social.
Después, salió otra palabra que vos dijiste. La palabra esperanza. Los
jóvenes son la esperanza de un pueblo. Eso lo oímos de todos lados.
Pero, ¿qué es la esperanza? ¿Es ser optimistas? No. El optimismo es un
estado de ánimo. Mañana te levantas con dolor de hígado y no sos
optimista, ves todo negro. La esperanza es algo más. La esperanza es
sufrida. La esperanza sabe sufrir para llevar adelante un proyecto, sabe
sacrificarse.
¿Vos sos capaz de sacrificarte por un futuro o solamente querés vivir el
presente y que se arreglen los que vengan? La esperanza es fecunda. La
esperanza da vida. ¿Vos sos capaz de dar vida o vas a ser un chico o una
chica espiritualmente estéril, sin capacidad de crear vida a los demás,
sin capacidad de crear amistad social, sin capacidad de crear patria,
sin capacidad de crear grandeza? La esperanza es fecunda. La esperanza
se da en el trabajo. Yo aquí me quiero referir a un problema muy grave
que se está viviendo en Europa, la cantidad de jóvenes que no tienen
trabajo.
Hay países en Europa, que jóvenes de 25 años hacia abajo viven
desocupados en un porcentaje del 40%. Pienso en un país. Otro país, el
47%. Otro país, el 50%. Evidentemente, que un pueblo que no se preocupa
por dar trabajo a los jóvenes, un pueblo –y cuando digo pueblo, no digo
gobiernos– todo el pueblo, la preocupación de la gente, de que ¿estos
jóvenes trabajan?, ese pueblo no tiene futuro. Los jóvenes entran a
formar parte de la cultura del descarte. Y todos sabemos que hoy, en
este imperio del dios dinero, se descartan las cosas y se descartan las
personas.
Se descartan los chicos porque no se los quiere o porque se los mata
antes de nacer. Se descartan los ancianos –estoy hablando del mundo, en
general– se descartan los ancianos porque ya no producen. En algunos
países, hay ley de eutanasia, pero en tantos otros hay una eutanasia
escondida, encubierta.
Se descartan los jóvenes porque no les dan trabajo. Entonces, ¿qué le
queda a un joven sin trabajo? Un país que no inventa, un pueblo que no
inventa posibilidades laborales para sus jóvenes, a ese joven le queda o
las adicciones, o el suicidio, o irse por ahí buscando ejércitos de
destrucción para crear guerras. Esta cultura del descarte nos está
haciendo mal a todos, nos quita la esperanza. Y es lo que vos pediste
para los jóvenes: queremos esperanza. Esperanza que es sufrida, es
trabajadora, es fecunda. Nos da trabajo y nos salvan de la cultura del
descarte. Y esta esperanza que es convocadora, convocadora de todos,
porque un pueblo que sabe auto convocarse para mirar el futuro y
construir la amistad social –como dije, aunque piense diferente– ese
pueblo tiene esperanza.
Y si yo me encuentro con un joven sin esperanza, por ahí una vez dije,
un joven es jubilado. Hay jóvenes que parece que se jubilan a los 22
años. Son jóvenes con tristeza existencial. Son jóvenes que han apostado
su vida al derrotismo básico. Son jóvenes que se lamentan. Son jóvenes
que se fugan de la vida. El camino de la esperanza no es fácil y no se
puede recorrer solo. Hay un proverbio africano que dice: "Si querés ir
de prisa, andá solo, pero si querés llegar lejos, andá acompañado". Y yo
a ustedes, jóvenes cubanos, aunque piensen diferente, aunque tengan su
punto de vista diferente, quiero que vayan acompañados, juntos, buscando
la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de la patria.
Y así, empezamos con la palabra "soñar" y quiero terminar con otra
palabra que vos dijiste y que yo la suelo usar bastante: "la cultura del
encuentro". Por favor, no nos desencontremos entre nosotros mismos.
Vayamos acompañados, uno. Encontrados, aunque pensemos distinto, aunque
sintamos distinto. Pero hay algo que es superior a nosotros, es la
grandeza de nuestro pueblo, es la grandeza de nuestra patria, es esa
belleza, esa dulce esperanza de la patria, a la que tenemos que llegar.
Muchas gracias.
Bueno, me despido deseándoles lo mejor. Deseándoles… todo esto que les
dije, se los deseo. Voy a rezar por ustedes. Y les pido que recen por
mí. Y si alguno de ustedes no es creyente –y no puede rezar porque no es
creyente– que al menos me desee cosas buenas. Que Dios los bendiga, los
haga caminar en este camino de esperanza hacia la cultura del encuentro,
evitando esos conventillos de los cuales habló nuestro compañero. Y que
Dios los bendiga a todos.
Source: "Si nos dejan", respondieron jóvenes a la exhortación del Papa
sobre amistad social -
http://www.martinoticias.com/content/papa-llama-a-los-jovenes-a-fomentar-cultura-del-encuentro/104886.html
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