La político-fobia de los nuevos cubanos en Miami
A los recién llegados de la Isla se les juzga, tanto de un bando como de
otro
martes, septiembre 22, 2015 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba – Otra de esas raras circunstancias en que parecen estar
de acuerdo los enemigos y los cómplices de la dictadura cubana, resulta
apreciable por estos días en Miami. Se trata de la manera en que juzgan
políticamente a los representantes de las últimas camadas de emigrantes
que han llegado desde la Isla.
Para los adversarios más radicales y apasionados del régimen
–pertenecientes por lo general a lo que llaman el "exilio histórico"–,
los nuevos emigrantes constituyen una representación bochornosa de Cuba
en Estados Unidos. En tanto, los simpatizantes o compinches de la
dictadura se quejan de su apatía o indolencia ante las cuestiones de
política pública, muy especialmente aquellas que –desde su perspectiva–
son beneficiosas para nuestro país. Ambos reprueban a los recién
llegados. Y ambos creen tener sus buenas razones para hacerlo.
Según los primeros, estos nuevos emigrantes incurren en ingratitud hacia
Estados Unidos y traicionan la vertical posición del exilio cubano,
violentando incluso las leyes de emigración que los acogen, toda vez que
apenas se ven instalados en Miami, se dedican a viajar a Cuba para
burlar el embargo y "llevarle dólares al régimen". También les ofende
que no repudien a las delegaciones oficiales de la Isla que pasan por
allá, y, en fin, que no se comporten como ellos entienden que deben
comportarse los que se han ido del país.
En cambio, a los colaboradores de nuestra dictadura les contraría que
estos emigrantes no se tomen en serio sus afanes por conseguir el pleno
reconocimiento político del régimen y su plena reconciliación económica
con Estados Unidos, más aún cuando son jóvenes en mayoría, así que
supuestamente ajenos a las viejas frustraciones, dolores y rencores del
exilio histórico.
Convergen dos extremos. Y por lo visto, los dos están pasando por alto
lo esencial del fenómeno, o sea que estos nuevos emigrantes son un
producto neto del fidelismo, así que debido a sus múltiples exigüidades
–de la conciencia, de la civilidad, del cerebro y del espíritu–, padecen
político-fobia aguda.
No quieren saber de otra cosa que no sea la solución o el remedio de sus
más elementales necesidades materiales. La vida, llamémosle así, no les
ha dado la oportunidad de pensar en nada más, o de pensar sin más.
Sufren abulia congénita porque así los engendró el sistema, así los
quiso para su provecho, sin prever siquiera que algún día el Frankestein
pudiera pararse y andar con sus piernas.
Hay excepciones, y no son pocas, pero en términos generales, sobre todo
a los más jóvenes, la política les resulta una carga opresiva,
extenuante e inútil. Como nunca recibieron formación de ciudadanos
comunes, sino de esclavos, no conciben perder el tiempo en asuntos de
interés público. No piensan –en materia ideológica ni en casi ninguna
otra materia– porque les enseñaron desde niños que resulta más cómodo
atenerse a lo que otros piensen por ellos. Así de simple.
Son víctimas de un implacable proceso de robotización que les hizo
inocentes al vaciarlos por dentro, lo cual explica (aunque no
necesariamente justifique) esa especie de estulticia crónica y
generalizada que exhiben hoy, no como un vicio sin remedio, según
afirman sus detractores, sino como resultado de la incapacidad para
discurrir al margen del programa, desde su inocencia de androides.
Creo que es erróneo pensar que esta pobre gente no ha padecido tantos
dolores y frustraciones como los miembros del exilio histórico. En todo
caso, sus frustraciones y dolores son otros, pero tienen el mismo
origen, y no les acarrearon menores pérdidas. Hasta es posible que
abunden los ejemplos en que las hayan sufrido con mayor rigor. De hecho,
sufrieron siempre, y muchos sufren todavía, lo que un gran poeta
calificó como el peor de los pecados humanos: no ser feliz. A ellos no
se les permitió, ni por una sola vez, conocer la felicidad.
Entonces tal vez sea hora de que nos pongamos todos realmente de
acuerdo, pero para dejarlos en paz, permitiéndoles que conozcan y
disfruten la felicidad en un mundo libre. Aunque tengan que empezar de
cero, como si acabaran de nacer.
Source: La político-fobia de los nuevos cubanos en Miami | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/la-politico-fobia-de-los-nuevos-cubanos-en-miami/
No comments:
Post a Comment