Tuesday, September 22, 2015

El Papa improvisó homilía en la Catedral de La Habana

El Papa improvisó homilía en la Catedral de La Habana
La ceremonia religiosa tuvo lugar en la Catedral de la Inmaculada
Concepción y San Cristóbal de La Habana.
Agencias
septiembre 20, 2015

El papa Francisco decidió romper con el protocolo y, por primera vez
durante su visita a Cuba, improvisó un sermón ante sacerdotes,
religiosas y seminaristas. El pontífice dijo que tenía un discurso
preparado, pero que se los dejaría para que lo distribuyeran después.

Desde la Catedral de La Habana, el papa pidió no caer en la tentación de
la riqueza. "Nuestra santa madre iglesia es pobre", señaló a los
religiosos. "Dios la quiere pobre como quiso pobre a nuestra santa madre
María", añadió.

Francisco ha insistido durante su pontificado en que sacerdotes y
religiosos atiendan y se acerquen a los más necesitados.

Las campanas doblaron y un grupo numeroso de sacerdotes y monjas
quienes, emocionados y sudorosos, aplaudieron y le dieron la bienvenida
al papa al grito de "¡Francisco!" en momentos en que el pontífice
arribaba al recinto.

A continuación la homilía improvisada en el encuentro con los
sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas de Cuba en la Catedral
de La Habana.

Nos hemos reunido en esta histórica Catedral de La Habana para cantar
con los salmos la fidelidad de Dios con su Pueblo, para dar gracias por
su presencia, por su infinita misericordia. Fidelidad y misericordia no
solo hecha memoria por las paredes de esta casa, sino por algunas
cabezas que «pintan canas», recuerdo vivo, actualizado de que «infinita
es su misericordia y su fidelidad dura las edades».

Hermanos, demos gracias juntos. Demos gracias por la presencia del
Espíritu con la riqueza de los diversos carismas en los rostros de
tantos misioneros que han venido a estas tierras, llegando a ser cubanos
entre los cubanos, signo de que es eterna su misericordia.

El Evangelio nos presenta a Jesús en diálogo con su Padre, nos pone en
el centro de la intimidad hecha oración entre el Padre y el Hijo. Cuando
se acercaba su hora, Jesús rezó al Padre por sus discípulos, por los que
estaban con Él y por los que vendrían (cf. Jn 17,20). Nos hace bien
pensar que en su hora crucial, Jesús pone en su oración la vida de los
suyos, nuestra vida. Y le pide a su Padre que los mantengaen la unidad y
en la alegría. Conocía bien Jesús el corazón de los suyos, conoce bien
nuestro corazón.

Por eso reza, pide al Padre para que no les gane una conciencia que
tiende a aislarse, refugiarse en las propias certezas, seguridades,
espacios; a desentenderse de la vida de los demás, instalándose en
pequeñas «chacras» que rompen el rostro multiforme de la Iglesia.
Situaciones que desembocan en tristeza individualista, en una tristeza
que poco a poco va dejándole lugar al resentimiento, a la queja
continua, a la monotonía; «ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa
no es la vida en el Espíritu» (Evangelii gaudium, 2) a la que los
invitó, a la que nos invitó. Por eso Jesús reza, pide para que la
tristeza y el aislamiento no nos gane el corazón.

Nosotros queremos hacer lo mismo, queremos unirnos a la oración de
Jesús, a sus palabras para decir juntos: «Padre santo, cuídalos con el
poder de tu nombre... para que estén completamente unidos, como tú y yo»
(Jn 17,11), «y su gozo sea completo» (v. 13).

Jesús reza y nos invita a rezar porque sabe que hay cosas que solo las
podemos recibir como don, hay cosas que solo podemos vivir como regalo.
La unidad es una gracia que solamente puede darnos el Espíritu Santo, a
nosotros nos toca pedirla y poner lo mejor de nosotros para ser
transformados por este don.

Es frecuente confundir unidad con uniformidad; con un hacer, sentir y
decir todos lo mismo. Eso no es unidad, eso es homogeneidad. Eso es
matar la vida del Espíritu, es matar los carismas que Él ha distribuido
para el bien de su Pueblo. La unidad se ve amenazada cada vez que
queremos hacer a los demás a nuestra imagen y semejanza. Por eso la
unidad es un don, no es algo que se pueda imponer a la fuerza o por
decreto. Me alegra verlos a ustedes aquí, hombres y mujeres de distintas
épocas, contextos, biografías, unidos por la oración en común. Pidámosle
a Dios que haga crecer en nosotros el deseo de projimidad. Que podamos
ser prójimos, estar cerca, con nuestras diferencias, manías, estilos,
pero cerca. Con nuestras discusiones, peleas, hablando de frente y no
por detrás. Que seamos pastores prójimos a nuestro pueblo, que nos
dejemos cuestionar, interrogar por nuestra gente. Los conflictos, las
discusiones en la Iglesia son esperables y, hasta me animo a decir,
necesarias. Signo de que la Iglesia está viva y el Espíritu sigue
actuando, la sigue dinamizando. ¡Ay de esas comunidades donde no hay un
sí o un no! Son como esos matrimonios donde ya no discuten porque se ha
perdido el interés, se ha perdido el amor.

En segundo lugar, el Señor reza para que nos llenemos «de la misma
perfecta alegría» que Él tiene (cf. Jn 17,13). La alegría de los
cristianos, y especialmente la de los consagrados, es un signo muy claro
de la presencia de Cristo en sus vidas. Cuando hay rostros entristecidos
es una señal de alerta, algo no anda bien. Y Jesús pide esto al Padre
nada menos que antes de ir al huerto, cuando tiene que renovar su «fiat».

No dudo que todos ustedes tienen que cargar con el peso de no pocos
sacrificios y que para algunos, desde hace décadas, los sacrificios
habrán sido duros. Jesús reza también desde su sacrificio para que
nosotros no perdamos la alegría de saber que Él vence al mundo. Esta
certeza es la que nos impulsa mañana a mañana a reafirmar nuestra fe.
«Él (con su oración, en el rostro de nuestro Pueblo) nos permite
levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos
desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría» (Evangelii
gaudium, 3).

¡Qué importante, qué testimonio tan valioso para la vida del pueblo
cubano, el de irradiar siempre y por todas partes esa alegría, no
obstante los cansancios, los escepticismos, incluso la desesperanza, que
es una tentación muy peligrosa que apolilla el alma!

Hermanos, Jesús reza para que seamos uno mismo, unámonos los unos a los
otros en oración.

Source: El Papa improvisó homilía en la Catedral de La Habana -
http://www.martinoticias.com/content/papa-oficia-misa-sacerdotes-monjas/104876.html

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