Thursday, February 11, 2016

La Habana ilusoria de Mauricio Vicent

La Habana ilusoria de Mauricio Vicent
El excorresponsal de El País en Cuba está fascinado por la nueva
fisonomía que está adquiriendo la capital cubana
jueves, febrero 11, 2016 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba.- A juzgar por su reportaje "La Habana nueva ya está
aquí", aparecido el pasado 19 de enero en el diario español El País, el
periodista Mauricio Vicent está fascinado por la nueva fisonomía que
está adquiriendo la capital cubana gracias a algunos bastante caros y
exclusivos establecimientos de propiedad privada.

Vicent, que durante años fue corresponsal acreditado en La Habana y tuvo
sus encontronazos con las autoridades, ahora regresó como visitante y se
deslumbró con lo que vio: "la nueva Cuba que sale del cascarón".

Parece que el tiempo de ausencia, aunque no fue tanto, bastó para
hacerle perder la perspectiva y ver maravillas donde lo que hay no es
mucho más que maquillaje e ilusionismo, cebos para pescar los euros y
dólares de los turistas extranjeros.

El periodista habla de paseos en niquelados carros americanos de los
años 50, galerías de arte, lujosos salones de masaje, degradadas
cuarterías convertidas en sofisticadas cafeterías-restaurantes, hostales
con muebles de caoba y tiendas que venden almohadas en cuyas fundas de
hilo hay estampados billetes de 100 dólares y pasaportes.

A Vicent se le fue la mano con el optimismo protocapitalista cuando
quiso ver la Plaza Vieja como "símbolo del empuje de los negocios
particulares y también un laboratorio de la Cuba futura".

Refiere Vicent: "Hace dos años, todas las cafeterías, bares y tiendas
que había en esta plaza eran del Estado". Vicent parece ignorar que
ahora, prácticamente, es como si todavía lo fuesen. En la Plaza Vieja
cualquier hijo de vecino no puede montar su negocio. Los propietarios de
esos establecimientos son paniaguados del régimen, gente con relaciones
en las altas esferas, la parentela de la elite, sus protegidos, la grey
que se encarga de la piñata estatal… No es el Estado socialista, sino
sus pirañas.

¿Creerá Vicent que cualquier habanero sin buenas relaciones o pedigrí
revolucionario puede acometer un "proyecto comunitario" con el apoyo de
la Oficina del Historiador Eusebio Leal? Solo unos pocos emprendedores
privados tienen la suerte de ser estatalmente propulsados, como la dueña
del Café Bohemia, Diana Sáenz, la hija de Ricardo Sáenz, uno de los
fundadores de Prensa Latina, o de Gilberto "Papito" Valdés, el creador
de la escuela de peluquería de la calle Aguiar. Para los demás, por
mucha iniciativa que tengan, solo hay trabas y prohibiciones, altos
impuestos, multas y extorsionadores con disfraz de inspector. Si no
tienen quien los apadrine, están condenados al timbiriche y las
fritangas, y a ganar apenas lo necesario para que no naufraguen sus
negocios…

Vicent, que se las da de saber mirar, explica que "no hay una sola
Habana, sino varias": la colonial, la ecléctica, la decó, la de los años
50, la carpenteriana de las columnas, la de las grandes calzadas, la
marinera (Regla y Casa Blanca), la señorial del Vedado, la de las
mansiones de Miramar y el Country Club que la nueva clase confiscó a la
burguesía derrotada. Pero habla solo desde el punto de vista
arquitectónico. Y para referirse a la ciudad que de tanto abandono y
desidia, se cae a pedazos y que sigue engrosando la lista de albergados
y fallecidos en derrumbes, se limita a mencionar "las fachadas de
edificios de Centro Habana y la Habana Vieja que siguen en estática
milagrosa, esa increíble categoría creada por los arquitectos cubanos
para designar las construcciones que uno ve a punto de desmoronarse pero
que ahí continúan". No vio o no quiso ver las cuarterías apuntaladas a
solo unos pocos cientos de metros de las restauraciones de Eusebio Leal,
y los llega y pon, las villas miseria que cercan la capital de miseria,
insalubridad y marginalismo.

Le sucedió a Vicent con esa parte fea de la ciudad como con el atún a la
caña de azúcar de La Guarida, esa famosa paladar donde han estado la
reina Sofía, Jack Nicholson, Pedro Almodóvar, Beyoncé, Rihanna y otros
famosos, o los garbanzos con langosta de la Casa Pilar, en Miramar, que
de tan exquisitos, le hicieron olvidar el hambre casi sudanesa que pasa
la mayoría de los cubanos, que con sus míseros ingresos tienen que hacer
milagros para poder pagar los cada vez más altos precios de los
alimentos en los mercados.

Vicent eludió escribir de temas deprimentes. Prefirió ver, antes que los
tugurios y la pobreza de la mayoría, los micro-paraísos artificiales de
los privilegiados, los oasis de utilería para adinerados. Pero que no
nos quiera convencer de que esa es La Habana que viene y que ya casi
está aquí. Si de exagerar se trata, que no sea demasiado…

luicino2012@gmail.com

Source: La Habana ilusoria de Mauricio Vicent | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/la-habana-ilusoria-de-mauricio-vicent/

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