Thursday, August 6, 2015

Otro experimento

Otro experimento
ALEJANDRO RÍOS

Los viejos zorros verde olivo de la Plaza de la Revolución en La Habana
apenas se manifiestan sobre la debacle venezolana o lo hacen de manera
subrepticia. Tienen sus esperanzas cifradas al norte, no al sur, y es
conveniente mantenerse fuera del berenjenal de Maduro.

Ya una vez los "hermanos países socialistas" dejaron de serlo
abruptamente y ahora pudiera ocurrir lo mismo, con el llamado socialismo
del siglo XXI, tan eficiente como otros disparates, impuestos a sangre y
fuego, para hacer desaparecer los artículos de primera, segunda y hasta
de tercera necesidad.

El clan de ancianos del castrismo ya pasó por similares avatares, con
cierto éxito. Lograron que los cubanos no salieran a la calle para
discutir públicamente la ausencia de leche, carne, pollo, huevos y papel
sanitario. La única vez que los de la isla se rebelaron abiertamente fue
durante el "maleconazo", en 1994, con la idea peregrina de huir para
siempre del maldito país.

El presidente venezolano culpa al imperialismo americano de sus cuitas,
pero sucede que en Cuba el otrora enemigo va dejando de ser imperialista
para transmutarse, simplemente, en un buen vecino, con quien las
ventajas de entenderse son tentadoras.

El escenario para la supervivencia del socialismo cubano, de la centuria
pasada, el llamado real, pero reformado, resulta ideal. Basta con ver
los anuncios de televisión de Western Union para enviar dinero a
familiares de la isla. No alientan la libre empresa en grande, sino el
"meroliquismo" que tanto criticaba el propio Fidel Castro, por
considerarlo ideológicamente contraproducente.

Usted se esfuerza en el exilio, si acaso con dos trabajos, y separa
parte de sus ganancias para enviar al pariente, fascinado con lo que le
cuentan del capitalismo. Y entonces el comercial machaca con la bondad
del que se quedó atrapado en la isla y cuanto merece la ayuda, no para
invertir y montar un negocio en condición, como debiera ser, pues está
prohibido, sino para componer sombrillas rotas o arreglar colchones
desvencijados en plena calle, porque La Habana es un lugar promiscuo y
ruidoso. Las imágenes del anuncio son de colores empercudidos, con
personas felices de ser pobres.

Es la idea que los numerosos americanos de visita ahora mismo en Cuba
tienen del tercer mundo. Un lugar inevitablemente mediatizado por la
inoperancia a gran escala pero pícaro y exótico en la interacción
personal y hasta soportable, sabiendo que es "la vida de los otros" la
que se dirime. Nada que un mojito no pueda cauterizar.

Lo que necesita este proceso, iniciado el pasado mes de diciembre, es un
pueblo dócil, por eso uno de los zorros verde olivo de la Plaza de la
Revolución, el más recalcitrante, lo mismo regaña a los jóvenes, por
presuntas desviaciones ideológicas, que a los agricultores por no
producir como es debido. Igual letanía de antaño. Los vejetes de la
nomenclatura no aflojan las clavijas.

En la ecuación siguen ausentes los opositores y los cubanoamericanos, a
no ser algunos muy ricos que han manifestado su interés en invertir
cuando las leyes se lo permitan. Estos mercaderes también desean un
lugar seguro, sin alborotos sociales, algo afín a las dictaduras.

En 1986 Fidel Castro dijo, sin un ápice de vergüenza: "Ahora si vamos a
construir el socialismo". Como siempre, lo que estaba dilucidando era
cómo permanecer en el poder. El éxodo sostenido y en aumento por aire,
mar y tierra habla de la frustración y desesperanza de un pueblo que no
está dispuesto a que sigan experimentando con su destino, sean rusos,
venezolanos o americanos.

Source: ALEJANDRO RÍOS: Otro experimento | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article29971683.html

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