Wednesday, August 5, 2015

Dónde me baño?

¿Dónde me baño?
En Cuba es difícil encontrar, para el cubano de a pie, un lugar adecuado
para darse un chapuzón
martes, agosto 4, 2015 | Pablo González

LA HABANA, Cuba – En Cuba es difícil encontrar, para el cubano de a pie,
un lugar adecuado para darse un chapuzón. Y con temperaturas de hasta 40
grados centígrados, eso es precisamente lo que pide el cuerpo. Pero el
paquete de un día en una piscina en cualquier hotel de La Habana cuesta
20 dólares. Nada menos que el promedio salarial de cualquier trabajador
profesional.

Por esta razón no es sorprendente ver a los jóvenes bañándose en una
cisterna, en represas, o inclusive en cualquier charco de al menos medio
metro de profundidad, hecho por alguna rotura en las tuberías
soterradas. Queda la playa, claro, pero el transporte, la falta de
condiciones y el mal ambiente le quitan las ganas a cualquiera de
enrolarse en una aventura así.

A algunos vecinos del poblado de Panamericana y Fontanar no les queda
otro remedio que lanzarse a una cisterna de agua que abastece a una
fábrica cercana, para apaciguar el insoportable calor. Situada detrás
del Hospital ortopédico Julito Díaz, la improvisada "piscina" cuenta con
poco más de 4 metros de ancho y lo mismo de largo, con algunos árboles
alrededor que le brindan sombra. Los visitantes se tumban a descansar
como si estuvieran en un auténtico lugar de recreo.

José Andrés Ramos viene a este lugar con su familia, y considera que
"esto es una buena opción, si te pones a pensar en lo caro que están las
piscinas por ahí".

"Bañarse aquí sale gratis y me queda cerca de la casa. Hemos venido casi
todos estos días. Traemos la comida hecha y almorzamos debajo de estos
árboles. Yo trabajo por cuenta propia, vendiendo cloro a domicilio, pero
no hay salario que aguante para ir a pasarse el día en una piscina
normal. Tendría que pagar 60 dólares en total. Aquí no tenemos
problemas, si es que a la policía no le da por sacarnos. Hasta ahora
todo bien", cuenta Ramos.

En tanto, una de las pocas piscinas públicas al alcance de los bolsillos
más modestos se encuentra en el Parque Lenin, cerca del poblado de
Calabazar. Y los fines de semana aquello parece lo que en la jerga
popular se dice "una olla de grillos": bañistas de Calabazar, Boyeros,
La Víbora, El Capri y muchos otros, vienen a parar aquí. La entrada
cuesta 50 centavos de dólar.

Un trabajador del centro que no quiso revelar su nombre, opinó sobre
esta situación que "todo el que tenga un poco de sentido común no trae a
sus hijos aquí". El mayor problema, dice, es la violencia y la
promiscuidad: "Yo jamás dejaría a un hijo mío adolescente venir solo;
son demasiadas personas bañándose. Se incrementa la posibilidad de
contraer una enfermedad, y la violencia, los robos y la drogadicción se
dan a diario en este lugar. El mal ambiente y las riñas que se forman
dejan una sensación de miedo. En la entrada hay tres policías cachando a
los jóvenes para no dejarles pasar objetos punzantes, debido a broncas
en veranos anteriores".

Por otra parte, agrega que la comida es de mala calidad porque "venden
panes viejos, y pizzas con Dios sabe qué ingredientes". Aquí para poder
bañarse un poco más tranquilo, debido a los robos hay que dejar las
pertenecías a una trabajadora del lugar en un local de muy tristes
condiciones, donde la encargada se sienta en una silla a cuidar los
bolsos tirados en el suelo.

Existen también las piscinas de casas particulares. Los dueños
aprovechan el verano, con su incremento de bañistas, para alquilarlas.
Cuestan alrededor de 30 dólares el día y algunas permiten decenas de
personas a la vez. Conocidos, amigos y familiares se ponen de acuerdo
para pagar la tarifa entre todos. Todavía resulta caro, sin embargo sale
más barato que las opciones turísticas que propone el gobierno en sus
hoteles.

Los que se deciden, en cambio, por la playa, tienen que estar dispuestos
a gastar en un día el equivalente de casi todo su salario de un mes.
Para bañarse en el mar hay que dejar las pertenencias en la arena, con
la constante preocupación por los robos. El precio del transporte
privado para regresar es de escándalo: desde Mar Azul –donde se ubica el
hotel del mismo nombre– hasta el centro de la Habana, un taxista
particular puede cobrar hasta 3 dólares por persona.

En cuanto a las ofertas gastronómicas, son tan pobres en cuanto a
calidad y a tan elevados precios que la gente tiene que llevar casi
obligatoriamente la comida desde casa. Varios bañistas en la playa,
entrevistados para este reportaje, coincidieron sobre lo complicado de
comer en Mar Azul. Marta Peñalver, trabajadora de un círculo infantil,
dice correr el riesgo de que la comida traída desde temprano se ponga en
mal estado por el excesivo calor. "Las ofertas gastronómicas aquí no
están al alcance de todos y lo que puedo comprar es de muy mala calidad.
Por ejemplo, arroz congrí frío, croquetas sin freír bien y helado
derretido. No hay dónde guarecerse del sol, además, y alquilar una
sombrilla de playa cuesta dos dólares. Por eso tenemos que traer de casa
cuatro palos e improvisar una casita de campaña".

Esta señora también opina que "los cuentapropistas aprovechan la
situación para sobrevalorar los productos, así como hacen los boteros
[taxistas particulares]. Yo vivo en Boyeros, para llegar a la playa
tengo que levantarme a las cuatro de la mañana con tal de evitarme la
'molotera' que se forma desde horas tempranas en la parada del ómnibus
que viaja a la playa. Para regresar tengo que estar dispuesta a pagar un
taxi que cuesta un dólar por persona, a veces más; de lo contrario, en
un ómnibus estoy expuesta al mal ambiente que viaja en él".

Con tales condiciones, no es de extrañar que quedarse en casa resulte
una opción viable. ¿Pero qué es un verano sin un baño? Disfrutar
verdaderamente de uno se ha convertido en algo prohibitivo para la mayoría.

Source: ¿Dónde me baño? | Cubanet -
https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/donde-me-bano/

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