Wednesday, August 5, 2015

Calzado cubano, entre recuerdos y remiendos

Calzado cubano, entre recuerdos y remiendos
¿Adónde ha ido a parar aquella industria de probada calidad?
martes, agosto 4, 2015 | León Padrón Azcuy

LA HABANA, Cuba – Hace unos meses, un pastor norteamericano que fue a
predicar en una Iglesia Evangélica del Vedado, antes de referirse a las
tribulaciones sufridas por la Iglesia primitiva de Macedonia miles de
años atrás, dijo jocosamente a los creyentes cubanos allí reunidos:
"Estoy mirando desde aquí los pies de ustedes, y por eso sé que estoy en
Cuba".

Tenía razón el predicador. El calzado –mayoritariamente de fabricación
china– que se comercializa hoy en las tiendas recauda­doras de divisas
es de pésima cali­dad y con altísimos pre­cios de venta. Son zapatos
que, después de usarlos un par de veces, se quiebran, se despellejan, y
se despegan con facili­dad.

Lo que desconocía este joven pastor es que antes de 1959 la isla de Cuba
contaba con un vasto desarrollo tecnológico del calzado que traspasaba
las fronteras nacionales. Las marcas Bulnes, Ingelmo, Valle, y Amadeo,
con­taban con un conjunto de actividades de diseño, fabri­cación,
distri­bución, comercialización, así como prestigio en muchas partes del
mundo.

¿Adónde ha ido a parar entonces la in­dustria cubana del cal­zado?
Cubanet salió a investigar e hizo un recorrido por el municipio Cerro,
donde estaban enclavadas estas reconocidas marcas.

Amadeo, en Mariano 460, entre Lombillo y La Rosa, actualmente está
destartalada y sólo produce botas. La Valle, que estaba ubicada en Santo
Tomás 277, entre Arzobispo y Tulipán, es desde hace rato un almacén de
polvo. La marca Bulnes, en la Calzada del Cerro esquina a Patria, otrora
fábrica de todo tipo de zapatos construida por el español Benigno
Herrero Bulnes, fue nacionalizada por los hermanos Castro, se mantuvo
funcionando hasta los años 70 y luego devino en ruinas por un largo
período hasta que el Estado construyó una Sala de Cine 3D, al lado de un
anterior timbiriche de venta de alimentos y bebidas.

Sobre "C. Ingelmo y Hermanos", fundada por Cristóbal Ingelmo García,
natural de Salamanca, España, es importante subrayar que dicha firma
familiar se catalogó en su época como la más importante entre las 185
fábricas de calzado de hombre. Ingelmo empezó con un tallercito, y a los
pocos años construyó una imponente fábrica de varias plantas, situada en
Pedroso y Nueva. Hace más de cuarenta años allí funciona la empresa de
instrumentos musicales "Fernando Ortiz", específicamente productora de
maracas y tambores.

Este reportero conversó con una fuente que quiso permanecer en el
anonimato, pero con un largo historial como directivo dentro de la
industria del calzado hasta su jubilación. Él asegura que en 1990 Cuba
producía alrededor de veintitrés millones de pares de zapatos de todo
tipo, pero que a partir del Período Especial comenzaría el deterioro y
la descapitalización de esta industria.

Para argumentar su explicación explica: "Durante esta etapa de rápida
depauperación económica la fábrica Nguyen Van Troi, en Vía Blanca y
Monumental, cuyo edificio, organización, e infraestructura fue
proyectada e instalada por técnicos checos de la firma SVIT (Bata), fue
totalmente desactivada, convertida en una pocilga de chatarra y ratones.
Por otro lado, la Amador Blanco Peña, de Loma y Tulipán –creada a
principios de la década del 70, a iniciativa de Fidel Castro, con la
maquinaria incautada a las fábricas de Ingelmo y de Valle–, dejó
definitivamente de funcionar en el 2014, siendo reacondicionada la
inmensa nave por la Oficina Nacional de Diseño Industrial, que se
estableció allí.

"También desapareció la fábrica de Managua, en la calle Independencia,
entre Campamento y Arencibia, encargada de confeccionar botas militares
atornilladas, tan pesadas y poco prácticas que los propios soldados les
arrancaban las suelas. En su lugar se puso un policlínico. Igual destino
corrió la Empresa de Calzado Plástico, creada por Celia Sánchez en
Ermita y San Pedro, donde desde 1990 están las oficinas del grupo
empresarial Combell, y hay otras en la calle Empedrado, cuya misión
principal es impulsar dinámicamente la 'producción socialista' de un
calzado cómodo y bello, cosa que evidentemente jamás han logrado",
considera el entrevistado.

De lo poco que queda de producción de calzado en el país se puede
mencionar, entre otras, la Botana, al sur de Villa Clara, y la Venus en
Guanabacoa, en la capital. Y entre los productores privados destaca el
Proyecto Guazú, en Santa Clara, que produce un calzado hecho a mano, de
vestir y de trabajo, guantes, petos y fajas.

Mientras algunas empresas internacionales hacen estudios independientes
sobre la influencia del calzado en la imagen personal, donde advierten
que el 85% de las mujeres admiten valorar a sus compañeros, jefes y
clientes según la ropa y el calzado que llevan, se puede decir que en la
Cuba del siglo XXI, gracias a los artesanos fundamentalmente, y al viejo
oficio de zapatero remendón, gran parte de ciudadanía re­suelve el cómo
calzarse los pies por más tiempo. En fin, sin el ingenio de estos
cuentapro­pistas no se hubiera podido evitar que la población de Cuba
caminara descalza por los campos y ciudades, bajo este sol tropical que
raja las piedras.

Source: Calzado cubano, entre recuerdos y remiendos | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/industria-del-calzado-entre-recuerdos-y-remiendos/

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