Friday, June 12, 2015

Un TLC para Castro

Un TLC para Castro
PEDRO CORZO

Algunos lo apreciarán como una hipótesis sin fundamentos, algo que de
ocurrir tendrían que pasar muchos años, pero los tiempos que corren
traen nuevos retos y no está de más estar preparado para enfrentarlos.

Quién imaginó que el 17 de diciembre pasado el presidente Barack Obama y
el dictador cubano Raúl Castro informarían sobre la voluntad de ambos
gobiernos de establecer relaciones diplomáticas.

En esa ruta el analista político Héctor Caraballo preguntó en una
reunión de amigos cuál sería la reacción de los países de la Alianza
Bolivariana de Nuestra América, ALBA, si Estados Unidos decidiera
concretar con Cuba un acuerdo de Libre Comercio, a lo que agregó el
escritor José Antonio Albertini que también sería muy interesante la
reacción de los empresarios y congresistas estadounidenses que promueven
estrechar relaciones comerciales con la dictadura de los hermanos
Castro, si tal propuesta llegara a producirse.

Sin duda que ante tal ofrecimiento las reacciones de los países del ALBA
serían de rechazo y condena. Calificarían la iniciativa como un intento
de Estados Unidos para desestabilizar el régimen de La Habana y destruir
lo que ellos denominan "la vía para construir la verdadera independencia
latinoamericana".

El discurso contra el embargo estadounidense y las denuncias con que
Washington busca aislar el régimen de La Habana cambiarían por completo.

Estados Unidos sería acusado de intentar corromper a los cubanos y a su
gobierno al otorgar préstamos a bajos intereses, además de intentar
destruir la inexistente industria de la isla al venderle productos
manufacturados a precios irrisorios.

Culparían al gobierno y a los empresarios estadounidenses de dolarizar
la economía cubana, de colonizarla por medio de la compra y venta de
tierras y de trasladar a la isla la cultura del consumo.

Se criminalizarían los intentos de otorgarle créditos al castrismo y los
inversionistas serían acusados de explotar a los cubanos de manera
despiadada.

Una ampliación de las comunicaciones entre los dos países sería
calificada como parte de una campaña para colonizar intelectualmente el
país y destruir el concepto de nación en la población, soslayando que el
sentimiento de Patria entre los cubanos ha sido severamente dañado por
el régimen.

Estas podrían ser algunas de las respuestas posibles al cuestionamiento
de Caraballo, pero la pregunta de Albertini generaría replicas también
interesantes, ya que en Estados Unidos hay partidarios y adversarios de
una relación comercial y financiera más estrecha con La Habana.

Se supone que quienes se han opuesto por décadas a hacer negocios con el
castrismo continúen en esa posición, pero sí es posible que algunos de
los políticos, empresarios y organizaciones gremiales que actualmente
favorecen las relaciones comerciales con La Habana rechacen un acuerdo
de ese tipo, porque puede afectar sus intereses a corto y mediano plazo.

Por ejemplo, la Coalición Agrícola de Estados Unidos, creada poco
después que los gobiernos de Cuba y Estados Unidos hicieran públicas las
conversaciones, estaría en capacidad de facilitar a sus asociados
excelentes negocios con la isla, pero éstos no serían tan buenos si el
agro cubano sale de la crisis, recupera su productividad precastrista, y
ambos gobiernos suscriben un TLC.

Un factor que incidiría directamente en las transacciones comerciales
Cuba-EEUU es el costo final de los productos. El salario promedio de los
trabajadores de la isla, al ser inferior al de los estadounidenses,
abarataría lo manufacturado.

Los productos fabricados en Cuba competirían muy favorablemente con los
elaborados en Estados Unidos y con los que se produzcan en América Latina.

Pero donde se apreciarían reacciones muy interesantes sería entre los
políticos que han defendido el fin de las sanciones a la dictadura de
los hermanos Castro.

Un debate en el Congreso de Estados Unidos sobre un Tratado de Libre
Comercio con Cuba posiblemente determine que algunos legisladores que
favorecen negociar con La Habana, rechacen un acuerdo de esas
características o se vean obligados, por diferentes motivos, a asumir
posiciones distintas a las que defendieron con anterioridad.

Congresistas que están a favor de comerciar con el régimen de La Habana
se opusieron firmemente al TLC con Colombia porque desde sus
perspectivas en ese país no se respetaban los derechos humanos y había
serios problemas en el sector laboral, incluidas las restricciones a los
derechos de los trabajadores como es la libre asociación y la
negociación colectiva, condiciones que existen en Cuba con muchas más
limitaciones que las padecidas por los trabajadores colombianos.

Pero con o sin TLC los que promueven el comercio, las inversiones y
créditos al castrismo deberían tener en cuenta las condiciones de los
derechos humanos en Cuba, y que los beneficios que reciba la dictadura
ante un eventual cambio en las relaciones comerciales, son los
nutrientes que necesita su maquinaria represiva para impedir que la
democracia retorne a la isla.

Periodista de Radio Martí.

Source: PEDRO CORZO: Un TLC para Castro | El Nuevo Herald El Nuevo
Herald - http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article23766286.html

No comments:

Post a Comment