Friday, June 5, 2015

Revolución cubana e historia mínima

Revolución cubana e historia mínima
Para llevarse la arrancada, Fidel Castro apresuró el asalto simultáneo a
los cuarteles de Santiago y Bayamo, que fracasó pero se transfiguró en
capital político
Arnaldo M. Fernández, Broward | 04/06/2015 8:35 pm

El Dr. Rafael Rojas presentó este martes su Historia mínima de la
Revolución cubana (Colegio de México/Turner, 2015) en la librería
Books&Books de Coral Gables, como parte de la colaboración con el
Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad Internacional de la
Florida. El lote de ejemplares enviado desde México para esta
presentación se agotó en el acto.
Hace un septenio el Dr. Rojas se apeó en El Nuevo Herald con que "la
importancia de una revolución podría medirse por la calidad de sus
historiadores [y] la historiografía de la revolución cubana no puede
pararse al lado de ninguna" de las revoluciones americana (1775),
francesa (1789), mexicana (1910) y rusa (1917), ya que en sí misma
"carece de riqueza ideológica y densidad histórica". Este libro entraña
entonces, como mínimo, el dilema de que su autor se considera
historiador (1) de tan mala calidad como para encargarse de una
revolución de poca monta, o (2) de calidad tan buena que puede insuflar
ex post facto a esa revolución aquellas riqueza y densidad para volverla
importante.
Revolución en la revolución
Una mínima lectura sugiere que el Dr. Rojas se lanza por el carril dos
al rescate de "la pluralidad ideológica y política" de la revolución
cubana. De este modo emerge como un Oleg Darushenkov anticastrista. Así
como Darushenkov coló al Partido Socialista Popular entre las fuerzas
rectoras de la revolución —junto con el 26 de Julio y el Directorio—
para salvar la honrilla comunista (Cuba: El camino de la revolución,
1979), el Dr. Rojas saca la lista de los demás participantes —desde los
partidos auténtico y ortodoxo, pasando por la Universidad de La Habana,
hasta la red civil de Santiago de Cuba— para sentar que la revolución
cubana no fue obra solo de Fidel Castro, sino que "intervinieron
múltiples actores".
Así, esta desmitificación no va más allá de la sonsera del Che Guevara:
"En toda revolución se incorporan siempre elementos de muy distintas
tendencias que, no obstante, coinciden en la acción y en los objetivos
más inmediatos" (Notas para el estudio de la ideología de la revolución
cubana, 1960).
Ya sabemos que, si fuera por el Dr. Rojas, la nación cubana ostentaría
altas tasas de fecundidad ideológica incluso bajo el castrismo. Hace un
quinquenio soltó que la disidencia actual engloba "organizaciones y
líderes democristianos, liberales, socialdemócratas, socialistas
democráticos y de los más variados nacionalismos". Esa pluralidad
imaginaria tiene que afincarse en un pasado a la medida y el Dr. Rojas
subraya que antes hubo contra la revolución "una oposición tan diversa
como la que hubo contra Batista".
Así se propone desmitificar una revolución con otra mitológica: que los
grupos políticos cubiches dejaron de ser clientelas de caudillos, como
dictaminó en 1908 la Comisión Consultiva de cubanos al gobernador
americano Charles Maggon, y meros "núcleos transitorios de intereses
asociados, sin sustancia doctrinal", salvo la bandería comunista, como
advirtió al triunfar Castro el joven católico Ángel del Cerro ("¿A la
derecha o la izquierda?", Bohemia, 1ro de mayo de 1959, p. 76).
A la postre nada tiene de mito que ese fenómeno histórico denominado
revolución cubana sea la revolución de Fidel Castro, porque la clave de
toda revolución radica en quién se llevó el gato político al agua del
poder. Los restantes múltiples actores del Dr. Rojas quedaron en "aguas
de borrajas", como apuntó el Dr. Sergio López con respecto a ortodoxos,
auténticos y otras piezas menores que pactaron en Montreal, el 2 de
junio de 1953, entrarle a Batista con la manga al cuello.
Trámites de Registro Civil
Justamente para llevarse la arrancada y dejar atrás al Pacto de
Montreal, Fidel Castro apresuró el asalto simultáneo a los cuarteles de
Santiago y Bayamo, que fracasó, pero se transfiguró en capital político
como consecuencia de la masacre de más de medio centenar de asaltantes
prisioneros. De ahí que el Dr. Antonio de la Cova certifique el
nacimiento de la revolución cubana el 26 de julio de 1953 (The Moncada
Attack, 2007), pero el Dr. Rojas demora el parto hasta 1956, cuando se
"generaliza" la lucha contra Batista.
Así pretende robarle —con unos renglones en un libro— aquella arrancada
a Fidel Castro, como si en esa generalización del 56 el complot de los
militares "puros", el ataque al cuartel Goicuría en Matanzas, las
tánganas estudiantiles o los atentados sobrepujaran a la expedición del
Granma y el alzamiento en Santiago de Cuba, que marcaron la continuidad
histórica del empeño inicial de Fidel Castro.
El Dr. Rojas insiste tanto en desmitificar cambiando cronologías que
inscribe, como acta de defunción de la revolución, la constitución
socialista promulgada el 24 de febrero de 1976, como si el estado de
cosas refrendado formalmente en ella no se hubiera constituido
históricamente desde mucho antes.
Entre dos aguas
El Dr. Rojas señala "el parteaguas de la historia contemporánea de Cuba"
en 1960 con dos balizas: la estatalización de la economía [verano-otoño]
y las relaciones diplomáticas con la URSS [8 de mayo], China [28 de
septiembre] y otros países socialistas. Hace un septenio había colocado
antes el punto de inflexión de la revolución cubana hacia el comunismo,
al sostener que EE UU no "se propuso" desde 1959 cambiar el régimen
político en Cuba, sino que "se opuso" al cambio de régimen por otro
comunista "en la primavera del 60", cuando reemplazó la política de
"corrección diplomática (…) por otra de carácter confrontacional"*.
El molino historiográfico del Dr. Rojas no solo se mueve imaginariamente
con aguas de borrajas, sino que muele, como "tal vez la pregunta clave",
si el giro de Fidel Castro al comunismo tuvo "más de convicción
ideológica o de coyuntura geopolítica". Así desaprovecha la corriente de
"auténtica oferta teórica de la sociología a la historia"**, pues ante
todo cabría preguntarse por qué la revolución cubana parió la dictadura
de Fidel Castro y la nación cubana propició su ejercicio por más de
medio siglo, incluso sin atributo formal de mando.
Coda
El Dr. Rojas lleva toda la razón en que, si vas a contar la historia de
la revolución, "no puedes ignorar la represión, el exilio, el presidio,
los fusilamientos". Solo que si la historia oficial en el insilio oculta
este saldo represivo, la historia oficial en el exilio abunda
sobradamente en él.
Al mezclar ambas historias a su manera, el Dr. Rojas piensa inscribir su
libro "en un proceso de democratización del régimen político cubano,
aunque a un nivel intelectual". Su teorema reza: "Mientras más complejo
y más plural se presentan los fenómenos del pasado, el ciudadano se
identifica con su historia desde una perspectiva crítica".
Sin embargo, su libro —encargado hacia 2014 por El Colegio de México—
versa sobre una revolución ya inexistente y no se abrirá paso más allá
de la claque que agotó las existencias en Books&Books y la otra claque
de siempre, que se traga cualquier cosa en contra del castrismo. Para
Cuba ya son otros los tiempos y la revisión historiográfica con prurito
de sacar del olvido, pero con predisposiciones y caprichos, se despega
del contexto terrenal por recambiar unos mitos con otros.
* Su baliza cronológica exacta era el 17 de marzo de 1960, cuando
Eisenhower dio luz verde al programa de operaciones encubiertas contra
Cuba. Para el Dr. Rojas, "la corrección diplomática de 1959 no puede
entenderse como la fachada de una hostilidad encubierta", a pesar de que
el Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Dick Rubottom,
contó bien claro qué pasaba detrás de la fachada: "In June we had
reached the decision that it was not possible to achieve our objectives
with Castro in power (…) In July and August we had been busy drawing up
a program to replace Castro".
** Cf. la polémica entre Juergen Habermas y Niklas Luhmann sobre
historia y evolución o evolución e historia (Geschichte und
Gesellschaft, Cuaderno 3, 1976).

Source: Revolución cubana e historia mínima - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/revolucion-cubana-e-historia-minima-322954

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