Thursday, June 11, 2015

Nada es verdad ni es mentira

Nada es verdad ni es mentira
NICOLÁS PÉREZ

Evito hacer artículos personales, a veces no puedo.

Ramón Mestre Gutiérrez fue mi hermano mayor en prisión y la mejor
herencia que recibí de mi tío Nicolás "Colacho" Pérez Hernández, ex
ministro de Defensa, coordinador civil y autor intelectual del Golpe del
10 de Marzo. Ramón me cuidó en la cárcel y aquí en Miami me ha
aconsejado sobre del mundo de los negocios, y no me ha ido nada mal,
gracias a él hoy tengo la ventaja de tener "Prohibido Callarme".

Desde niño fui un conflicto viviente. Un periodista español que me
entrevistó recientemente porque iba a escribir un libro sobre Cuba, me
dijo a boca de jarro pero sin afán de insultarme, con una sinceridad
ingenua, que yo era un traidor a mi clase.

No es así, en primer lugar no creo en las "clases". Y en segundo lugar
estoy tan lejos de la izquierda como las Pirámides de Egipto de la
Muralla China. Mis problemas comienzan cuando intento ser objetivo, hay
periodistas que me entienden, eso Miami no lo perdona.

Con respecto a Tío Coli pertenecí al 26 de Julio pero jamás discutí con
él. Siempre pusimos la fuerza de la sangre por encima de la política.
Una vez, cuando en casa de mi primo Javier nos tropezamos, y yo tenía un
brazo entablillado y varios dedos rotos por una golpiza que me había
dado la policía de Batista, me dijo sonriente: "Cocoliso (así me decía)
no sigas dando guerra, un día te van a matar y no voy a estar presente
para salvarte".

La segunda vez que rozamos la política fue cuando llegué a Isla de Pinos
y algunos presos del gobierno de Batista meneaban la cabeza con
perplejidad y decían: "Pobrecito Colacho, acaba de llegar a la circular
su sobrino comunista". Cuando hablamos del tema me razonó: "No te
preocupes, quien no es de izquierda a los 20 años es un canalla, y quien
lo sigue siendo a los 60 es un imbécil".

Ramón Mestre siempre me dice que en mis artículos no se sabe si voy o
vengo. Tiene razón; cuando me levanto por la mañana cualquier noticia,
cualquier recuerdo, cualquiera rememoración de algún momento vivido me
hace reinventar mis puntos de vista. Creo es lo normal. A fin de cuentas
las posiciones políticas son un problema geográfico: en ciertos círculos
de empresarios y políticos corruptos de América Latina soy de izquierda,
en Miami de centro, pero en Venezuela o Ecuador o Cuba me califican de
extrema derecha, defensor a ultranza del capital, lacayo del
imperialismo y agente de la CIA. Lo que me hace pensar como el poeta
Ramón de Campoamor, que en una de sus estrofas más iluminadas dijo:
"Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira".

Quiero hacer una pregunta a mis lectores, ¿creen que aparte de cumplir
con mi conciencia, recibo algún tipo de satisfacción especial diciendo
los miércoles en el Nuevo Herald lo que un grupo del exilio no desean
oír y me hacen picadillo a mis espaldas? ¿Creen que lo correcto es
entrar por el aro del establishment de Miami? ¿Acaso me pasa por la
mente durante un segundo ser aquí dirigente de nada, ni brillar en los
salones escribiendo libros o moderando encuentros patrióticos en esta
ciudad?

Tuve un instante en que estuve en el deber de estar muy activo por Cuba,
fue durante la clandestinidad y la prisión. Pero ese minuto pasó como un
águila sobre el mar, aunque entiendo perfectamente que uno de los dramas
que más afectan a ciertos seres humanos es el día que no entienden que
dejaron de ser imprescindibles para la patria y se convierten en un
estorbo porque sus ideas están obsoletas y hay que abrir paso a las
nuevas generaciones, aunque desde las gradas, sigan pensando del mismo
modo que desde el dugout.

Creen que disfruto tener que discrepar con políticos cubanoamericanos
admirables como Marcos Rubio, Ileana Ros-Lehtinen, y sobre todo, Mario
Díaz-Balart?

¿Creen que estuve en un lecho de rosas cuando me opuse al error más
grande cometido por este exilio al negarse a devolver a Elián a su
padre, error que sigue dando guerra? Y sobre todo, ¿saben lo que me
dolió discrepar con mi compañero de prisión, y tío abuelo de Elián, mi
amigo, "El Cangrejo", con el cual Ferrer y yo nos reuníamos
frecuentemente para hablar sobre Cárdenas?

¿Creen que me agradó por respeto a mi iglesia, decir hace poco
maravillas de Francisco I, que hoy en un gesto muy argentino pero poco
papable, se reunió por quinta vez en una larguísima entrevista con la
peronista Cristina Kirchner?

Claro que todo lo anterior tiene un costo, pero más que París, la
satisfacción de pensar libremente bien vale una misa.

Source: NICOLÁS PÉREZ: Nada es verdad ni es mentira | El Nuevo Herald El
Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article23600149.html

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