Thursday, June 18, 2015

Los perros de Eusebio Leal ladran en inglés

Los perros de Eusebio Leal ladran en inglés
Canelo, Sultán, Sissi, Motica o Felipe, acogidos bajo su manto
protector, ayudan al Historiador de la Ciudad a ganar divisas
miércoles, junio 17, 2015 | Víctor Manuel Domínguez

LA HABANA, Cuba (Cuba Sindical) – Los perros de Eusebio Leal ladran en
inglés. El historiador de La Habana, convertido en un empresario
exitoso, añade a su currículo el de benefactor de los canes callejeros
con el menos dudoso pedigrí Los demás lamen su hambre y rascan sus
pulgas en rincones del Casco Histórico de la ciudad.

Mientras los perros elegidos disfrutan de comidas suculentas, baños
tibios, barberos, "paticuris", y portan en su cuello un carnet de
identidad, los satos dormitan o corretean con el lomo pelado, las
costillas de fuera y los ojos vidriosos, bajos las mesas o entre los
comensales de los cafés y restorán.

En sitios como los cafés Bahía y París, o los restoranes La Dominica y
el Bosque de Boloña, entre otros enclavados en la parte vieja de La
Habana, los perros de Leal son agasajados con fotos y comidas, mientras
los satos callejeros son corridos a gritos o con chorros de agua fuera
del salón.

Amores perros

Durante la década de los años 90 los perros estuvieron casi en peligro
de extinción. Albóndigas dudosas, croquetas con misterios, fricasés
disfrazados y otros platos de oro en el denominado "Período
Especial"-junto a la desaparición progresiva de los canes-, dieron mucho
que pensar.

La mayoría de las familias cubanas, sin nada que llevar en esa época al
fogón, se deshicieron de sus mascotas con dolor, y un horizonte de
perros desgreñados y hambrientos se posó en la ciudad. Nadie se
conmovió. Había que comer para vivir y muchos cerraron los ojos ante un
espurio chilindrón.

Pasado el susto del Período Especial, los inescrupulosos comerciantes
que daban gato -y perro- por liebre, buscaron nuevas fórmulas para
lucrar. Eliminado el apartheid para el turismo nacional, y en aumento el
procedente del exterior, muchos pusieron a los perros a jugar un nuevo rol.

Ataviados con el traje azul, gorra y gafas de sol del equipo de béisbol
Industriales, o con tutú de bailarinas, boinas bolcheviques o verde
olivos, ropas de cuadro y pipa a lo Sherlock Holmes, entre otros
disfraces, los perros ayudan a ganar divisas a sus dueños en las calles
de la ciudad.

El filón de un turismo internacional que no pierde la ocasión de posar
ante los simpáticos perros, que como monos de feria son exhibidos en una
acera un portal, o en cualquier sitio donde afluyan extranjeros, es
aprovechado al máximo por quienes juran que el perro es el mejor amigo
del hombre.

Y por ahí anda el juego de Leal. Convertir en atracción turística la
necesidad de afecto del animal. Pocos dudan que ahorita se vean
corretear por la Plaza Vieja o la de San Francisco de Asís, una manada
de cebras o monos, y hasta puede que aparezca un zoológico en la Habana
colonial.

Todo es por el bien de la recaudación de divisas en el país. No importa
si para ello tienen que explotar, como en una telenovela jabonera, los
lagrimales de los turistas de paso por la ciudad, que si bien aprietan
el bolso bajo el brazo cuando pasa un cubano, adoran a los perros más
que a Dios.

Vida de perros

En una de las más recientes crónica de domingo que realiza cada fin de
semana, desde diversas ciudades del mundo, y para Cuba Visión, el
periodista Julio Acanda y un equipo de la televisión nacional, el tema
tratado fue la impronta cultural de los perros del Historiador de la ciudad.

Canelo, Sultán, Sissi, Motica o Felipe, acogidos bajo el manto protector
de Leal, casi alcanzan estatura de héroes rescatados de las pulgas, el
abandono y los indolentes comensales por el historiador. Los elogios al
excelente estado general de los cuadrúpedos, impidió que las cámaras
fuera más allá.

A dos cuadras de la escena de la televisión, en la Avenida del Puerto,
una jauría humana le disputa cada día las sobras de comidas a su similar
animal, ante la mirada impasible de los comunistas que cobran en
divisas, o quienes se consideran "nuevos ricos" por prostituirse, vender
maní o robar.

A diferencia de la buena imagen y salud de los perros de Leal, circulan
por los mismos escenarios de La Habana Vieja –disputándole un hueso a
Motica o Felipe-, borrachos, indigentes, minusválidos, que pese a su
lucha diaria por sobrevivir, no son tomados por las cámaras de la
televisión.

La voz de Julio Acanda, compungida y melosa, no acaricia siquiera el
cabello de quienes como perros satos aúllan sus miserias a la luna
frente al mar. Contrario a lo que dice un viejo refrán, los perros de
Leal se han convertido en el peor enemigo de muchos hombres y mujeres en
la capital.

vicmadomingues55@gmail.com

Source: Los perros de Eusebio Leal ladran en inglés | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/los-perros-de-eusebio-leal-ladran-en-ingles/

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