Sunday, June 7, 2015

Los cubanos y el miedo a "quien tú sabes"

Los cubanos y el miedo a "quien tú sabes"
La mayoría de las personas en Cuba han debido aprender a no traspasar
los estrechos márgenes de opinión establecidos por el Gobierno.
Ernesto Pérez Chang
junio 05, 2015

Son incontables las veces que una noticia redactada con cierta
ambivalencia o demasiado temeraria por sus opiniones o enfoques ha hecho
rodar cabezas en los medios de prensa nacionales. Numerosos programas
televisivos y radiales han desaparecido de la noche a la mañana, ya sea
por el empleo de un término prohibido en la jerga revolucionaria o a
causa de una interpretación demasiado suspicaz por parte de los censores.

Durante los programas en vivo, sobre todo en los noticieros, los
locutores se muestran tensos quizás temiendo a un micrófono abierto más
allá de finalizada la trasmisión. También suelen lanzar miradas de
terror cuando ciertos invitados parecen salirse de control. Por eso en
la TV de la isla no abundan estos espacios donde la improvisación
pudiera convertirse en una trampa mortal.

Dentro de Cuba muy pocos se atreven a violar la orden de silencio que,
con los años, el Gobierno ha deseado enmascarar de consenso cuando en
buena lid es puro acatamiento. De ahí que aquellos arriesgados que
hablan sin pedir permiso (intelectuales, artistas e individuos fieles a
sí mismos, periodistas independientes y grupos de oposición) parezcan
una minoría nadando contra la corriente.

"¡Baja la voz!"

"¿Por qué no escribes de otras cosas menos problemáticas?" o "eso mismo
puedes decirlo en un cuento o en una novela y hasta te lo publican",
suelen aconsejarnos algunos amigos y familiares que saben de lo
peligroso que es narrar la realidad cubana desde la no ficción, desde lo
noticioso, lo periodístico, desde una zona de la palabra escrita mucho
más turbulenta que las otras y que los gobernantes cubanos han reservado
solo para aquellos que constantemente les ofrecen pruebas de lealtad.
Quien no comulgue con lo establecido, penetra en los terrenos del delito
y hasta en los de la traición.

En la calle la gente ha aprendido a cuidarse del pecado de la
"incontinencia verbal", y ese secretismo que tanto define las relaciones
de la clase gobernante con las multitudes oprimidas ha parido en estas
sus variantes más ordinarias.

Hace algún tiempo alguien me hizo notar cómo, en Cuba, las personas que
pertenecen a esas generaciones que más años han soportado la dictadura,
esos que ya pasan de los 50 y que prácticamente nacieron con la llegada
de Fidel Castro al poder, emplean lo metafórico y el susurro para
pronunciar en público aquellas palabras, nombres y asuntos que son
considerados como peligrosos o demasiado "comprometedores".

La peculiar estrategia comunicativa la he advertido incluso en altos
funcionarios y dirigentes, sobre todo cuando, al interior de sus
cofradías, se divierten con algún chiste o una burla que contraría los
"principios revolucionarios" que tanto defienden ellos mismos o cuando
comentan sobre algunas de esas informaciones candentes que jamás llegan
a los periódicos.

Pueden haber estado dialogando en voz alta, casi a gritos, no obstante,
cuando llega el momento de tocar ciertos temas peliagudos, modulan la
voz casi a niveles imperceptibles y hay que estar mucho más atentos a
las expresiones faciales que a las palabras. Hay muecas en los rostros y
gestos corporales que constituyen la parte más "crítica" de la
conversación, sin embargo, como recalcan algunos para protegerse de las
consecuencias, "aquí nadie ha dicho nada".

Numerosos apelativos a los nombres de Fidel y Raúl (algunos muy
ocurrentes y otros hasta en lenguaje de señas), acompañados siempre de
frasecillas como "este país es una m..." o "qué ganas tengo de que quien
tú sabes acabe de morirse", son escuchados a diario en las calles, sin
embargo, a veces hay que aguzar bien la vista o el oído para adivinar
que son el cierre gestual o mascullado de otras expresiones menos
castigables.

Nadar y guardar la ropa…

Una frase que, acompañada de una sonrisa malévola, los periodistas –sean
independientes u oficialistas– suelen escuchar muy a menudo cuando el
entrevistado evade responder, cuando se contiene, es: "Si yo te dijera
lo que realmente pienso…". De ella se intuye el miedo a las represalias.
También están aquellos que usan evasivas como: "mejor ni me lo
preguntes", "interpreta mi silencio", "lo que se sabe no se pregunta",
"no me compliques", "nada de preguntas, mucho menos de fotos", señalan
los límites de lo permitido.

La mayoría de las personas en Cuba han debido aprender a no traspasar
los estrechos márgenes de opinión establecidos por el Gobierno y,
incluso mientras algunos contestan a cualquier pregunta, lo hacen
buscando con la mirada suplicante la aprobación del entrevistador y
hasta la complicidad con aquellos testigos casuales de la entrevista.

Habituados a un ambiente de sospechas y delaciones, los cubanos también
suelen desconfiar de los propósitos de cualquier indagatoria que rompa
con los esquemas establecidos por la complaciente y temerosa prensa
oficialista. Pocos se comprometen con una opinión demasiado personal, a
no ser que la hagan coincidir con aquello que los gobernantes entienden
como una "postura revolucionaria", que siempre son frases acuñadas desde
el poder y divulgadas hasta la saciedad por los medios de propaganda del
Partido Comunista que se ha propuesto, en todos estos años, aparecer
"hasta en la sopa".

No hace mucho, un par de amigos y yo decidimos hacer una pequeña prueba.
Mientras conversábamos con varios ancianos y ancianas acerca de las
pensiones que recibían por jubilación, algunos se quejaron de la poca
utilidad de sus ingresos que apenas les rendían para un par de días y
que incluso debían renunciar a alimentarse de acuerdo con los
requerimientos de la edad y la dieta recomendada por sus médicos o
adquirir medicamentos para sus disímiles dolencias. Mientras nos
mostrábamos solidarios con sus denuncias, los entrevistados se abrían en
confesiones y denuncias –algunas bien cáusticas–, sin embargo, cuando,
para medir sus reacciones, los contrariábamos con frases sobre los
"beneficios de la revolución", la mayoría, disimuladamente, daba por
terminada la conversación o preguntaba para qué medio de prensa oficial
trabajábamos. Cuando les decíamos que éramos encuestadores para una
investigación del Gobierno, muchos cambiaron sus opiniones negativas por
elogios al sistema de seguridad social y a las bondades del socialismo.
Simplemente se protegían.

Hace apenas un par de semanas, uno de esos tantos "paquetes semanales"
que circulan en el país no incluyó la recopilación de clasificados
pertenecientes al famoso sitio cubano Revolico.com, debido a que algunos
usuarios usaban el espacio para colgar opiniones políticas "contrarias a
los principios revolucionarios". Igualmente, con frecuencia, se han
suprimido programas y trozos de estos donde se pudiera advertir algún
contenido "sospechoso". Este detalle hace pensar en muchas cosas: uno,
que detrás de algunos de esos "paquetes semanales" se encuentra la mano
del Gobierno o, dos, que la persona que los recopila, como decimos en
Cuba, "sabe bañarse y a la vez cuidar la ropa". Además, pudiera haber
una tercera, una cuarta y hasta infinitas hipótesis pero, en todas, la
censura, la renuncia a la libertad de expresión e información serían el
denominador común.

Durante décadas, el Gobierno cubano ha clasificado como delito cualquier
divergencia expresada públicamente por los ciudadanos y ha criminalizado
a las personas, los gobiernos y los medios de prensa que se oponen al
control ideológico del Estado y a la censura de los contenidos de la
información que divulgan. Los castigos en algunos casos han sido bien
severos y, con el tiempo, las personas han aceptado como algo normal la
pérdida de sus más elementales derechos humanos. Precisamente, estas dos
palabras reclamadas en voz alta en cualquier calle de Cuba pueden costar
varios años tras las rejas, talvez por eso la mayoría de la gente las
pronuncia entre susurros, como si el significado les quemara la lengua
dormida.

[Este artículo de Ernesto Pérez Chang fue publicado en Cubanet].

Source: Los cubanos y el miedo a "quien tú sabes" -
http://www.martinoticias.com/content/los-cubanos-y-el-miedo-a-quien-tu-sabes/95913.html

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