Thursday, June 18, 2015

Las reformas en la banca siguen sin dar resultados

Las reformas en la banca siguen sin dar resultados
[18-06-2015 00:28:38]
Elías Amor
Economista

(www.miscelaneasdecuba.net).- En varias ocasiones, he tenido la
oportunidad de explicar por qué no puede existir ni funcionar un sistema
bancario en una economía en la que no existen derechos de propiedad. Por
mucho que se empeñe el régimen castrista, en Cuba, en las condiciones
actuales, el crédito seguirá siendo un ejercicio de improvisación y de
marketing, como la mayor parte de las reformas de los llamados
"Lineamientos". En ese sentido, un artículo en Granma titulado "Banco de
Crédito y Comercio financia a trabajadores por cuenta propia", publicado
hoy, viene a poner de manifiesto las notables distancias que separan a
este sector de lo que se podría denominar una operativa racional.
Y ello, a pesar de que el Banco de Crédito y Comercio (Bandec) ha sido
la institución que más ha financiado a trabajadores por cuenta propia,
desde la aprobación en el 2011 de la nueva política crediticia en Cuba,
con la emisión de casi 30 millones de pesos en préstamos. A pesar de
ello, apenas un 5% del medio millón de trabajadores por cuenta propia
existentes en la economía castrista se han financiado con el recurso al
crédito, según informó a AIN, Idayvis Pernas, funcionaria de Banca
Empresa la entidad.


¿Por qué es un fracaso el crédito a los privados en la economía
castrista, a pesar del desarrollo, según dicen, de una amplia labor
publicitaria? La propia Pernas da la respuesta a esta pregunta al
reconocer "que los nuevos actores económicos continúan reacios al
crédito, a involucrarse con los bancos, y entre las causas menciona la
falta de hábito y cultura sobre el tema".
¿Falta de hábito y cultura sobre el tema? Conviene recordar a la
funcionaria del Banco, que los cubanos hacen muy bien de desconfiar del
sistema crediticio existente en el país.

Primero, porque después de las confiscaciones realizadas por las
autoridades a comienzos de los años 60 y la posterior transformación de
moneda y el control de los depósitos del Che Guevara, el primer
corralito de la historia de América Latina, la credibilidad de los
bancos cayó a cifras negativas. La huida masiva de empleados y
profesionales del sector, renuentes a convertirse en meros funcionarios
obedientes de las consignas ideológicas, y el desprecio de la llamada
"revolución comunista" al papel de los bancos en una economía de
mercado, terminaron de hacer el resto. No es extraño que los cubanos
desconfíen de unos bancos propiedad del estado, carentes de cualquier
modelo de operatoria basado en criterios de racionalidad económica e
incapaces de atender las demandas de los consumidores, con lamínima
confianza. Además, y esto es lo más importante, a las autoridades que
dirigen el país les importa un bledo que la banca funcione bien o mal.
Cualquier interés en la misma, es pura demagogia.

Segundo, porque las bases de la actividad bancaria y crediticia en la
economía castrista no existen. Los bancos, para poder funcionar,
necesitan que se respeten los derechos de propiedad y además, que estén
bien definidos para poder constituir avales y garantías sobre los
préstamos. Si los bancos no registran tales activos en su operatoria,
cualquier préstamo concedido se convierte en un salto en el vacío, que
puede llevar a la insolvencia estructural a las entidades.

Tercero, porque hasta ahora, y por deseo expreso de las autoridades, la
actividad por cuenta propia en Cuba se ha movido a niveles muy bajos de
inversión, en actividades intensivas en trabajo que demandan poco
capital, y por ello, la financiación de las operaciones se ha podido
realizar sin el recurso al crédito de las oficinas bancarias del estado.
A ello, hay que añadir los bajos niveles de servicio de los bancos,
muchos de ellos sin expedir tarjetas de crédito, ofrecer servicio de
cajeros automáticos o servicios de abono y cargo en cuenta de los
servicios o las nóminas. La realidad es que los millones de cubanos que
trabajan para el estado siguen cobrando el sobre en metálico y las
oportunidades para ellos de hacer negocios con los bancos son muy
limitadas, por no decir, nulas.


Cuarto, el temor de los trabajadores por cuenta propia a ser
investigados, controlados y manipulados por una banca al servicio del
gobierno y del partido, a la que nadie quiere ofrecer sus cifras de
negocio, por miedo a las prácticas habituales delatorias y
confiscatorias. Mientras no desaparezcan estos comportamientos por parte
del sistema bancario, no veo fácil que se confíe en los bancos.

En el artículo de Granma se reconocen de alguna manera estos problemas,
al señalar que "los escasos financiamientos otorgados por esta
institución reafirman el peso relevante que poseen otras fuentes de
acumulación en el desarrollo del sector por cuenta propia, como las
remesas, los préstamos de familiares y la movilización del ahorro
interno". Eso es tirar balones fuera y no entrar en la solución del
problema.

¿Qué se puede hacer?

La respuesta es que en las actuales condiciones, muy poco. Casi nada.
Por mucho que se empeñen en modificar o flexibilizar las exigencias
legales establecidas en el Decreto Ley 289 del 2011, no es a golpe de
normas como se promueve la actividad económica privada, sino ofreciendo
servicios bien definidos que respondan a las demandas existentes. En ese
sentido, es un error la medidan propuesta por Bandec de conceder hasta
20.000 pesos (antes eran 10.000) exentos de garantía o aval, y a partir
de esa cantidad, asegurar solamente el 50 % del crédito. Aumentarán los
incobrables. Además, otra cuestión que conviene aclarar es por qué esta
medida no se aplica en La Habana, por ejemplo.

El problema no es conceder más o menos dinero, o rebajar las garantías.
El problema es que tales garantías no existen ni se pueden constituir en
ausencia de derechos de propiedad privada. En el entramado legal y
administrativo del régimen castrista no es difícil comprobar lo
complicado que puede resultar la realización de operaciones que en otros
países apenas tienen dificultades y que forman parte del comportamiento
habitual de las personas.

Y lo mismo cabe decir de otras propuestas como ampliar periodos de
gracia, mínimas tasas de interés, documentación menos engorrosa y
exoneración del cobro de la comisión por el análisis del financiamiento,
etc para los que comienzan una actividad no estatal. Con eso no se
resuelven los problemas de fondo.

Iniciativas como la creación del gestor de microcrédito, que es
asombroso que no existiera en el sistema bancario hasta prácticamente
hace unos meses, para ofrecer asistencia a los trabajadores en el área
donde laboran, sin necesidad de que recurran a las oficinas comerciales,
ponen de manifiesto el atraso tecnológico, productivo y empresarial de
un sector que, mucho nos tememos, en cuanto se abra a la economía
internacional, pasará a ser controlado por bancos extranjeros.
Lo cierto es que el sistema bancario es pieza angular del crecimiento de
una economíay su deficiente y obsoleto modelo de funcionamiento, como
ocurre en Cuba, puede lastrar los procesos iniciados de "reformas". La
existencia de doble moneda, por ejemplo, es un problema grave que no
hace más que generar problemas administrativos y de gestión.

Lo importante es saber que Cuba, antes del caos de 1959, tuvo un sistema
bancario moderno, eficiente y competitivo, basado en los derechos de
propiedad privada, innovador y orientado a las demandas de los clientes.
Incluso existía un Banco central con competencias de política monetaria
avanzadas para los estándares de la época. Todo aquello fue destruido
por la transformación revolucionaria emprendida por los Castro. Por
desgracia, no se volverá a recuperar.

Source: Las reformas en la banca siguen sin dar resultados - Misceláneas
de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5581f4963a682e0df43a5b8f#.VYKjivmqqko

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