Tuesday, June 16, 2015

Balseros cubanos, dilema y drama

FABIOLA SANTIAGO: Balseros cubanos, dilema y drama

Cuando hombres de Miami a bordo de un bote de pesca los divisaron en mar
abierto y sereno, los balseros cubanos estaban desorientados y remando
en dirección contraria, de vuelta hacia la isla.

El capitán del bote SeaHunter, de 37 pies, que el domingo estaba
participando en el Torneo Skippers Dolphin desde Cayo Largo, se sentía
"dudoso" sobre si debían tomar alguna acción fuera de llamar a la
Guardia Costera de Estados Unidos.

Pero los cubanoamericanos abordo insistieron en que se sentían obligados
a acercarse a los balseros, ocho hombres quemados por el sol agrupados
en una balsa hecha de poliespuma y madera. Querían hablar con ellos,
darles ayuda si la necesitaban.

"Fue un momento de mucha emoción para mí", me dijo el viernes Manny
Lemus Jr., de 39 años. "Mi padre y mi abuelo fueron balseros en 1969,
unos de los primeros".

Se acercaron a los balseros, les dieron comida y agua, y supieron que
habían estado en el mar cinco días guiados por un rudimentario GPS, cuya
batería ya estaba muerta.

"Nos rogaron que no llamáramos a los guardacostas, y no lo hicimos",
dijo Lemus.

Todos sabían que junto con el rescate de los guardacostas venía la
repatriación, un regreso a la vida de la que los balseros habían
arriesgado sus vidas para huir. Pero los cubanoamericanos también sabían
que no podían obedecer los deseos de sus corazones de remolcarlos o
transportarlos a tierra, por lo cual podrían enfrentar cargos por
contrabando humano.

¿Qué hacer? ¿Qué era legal? ¿Qué era moralmente correcto?

Tal vez no son lo mismo.

Un mini-éxodo dramático a la vez que familiar de balseros cubanos se
desarrolla en alta mar entre los dos países. Y es frecuente que los
únicos testigos sean pescadores que tropiezan con balseros o con sus
improvisadas chalupas vacías, señal de haber sido interceptados por los
guardacostas, que suelen dejar a la deriva las balsas que no pueden
destruir o remolcar.

Hay ocasiones en que una balsa vacía es una señal de algo peor: muerte
en el mar.

Todas estas incidencias — y no saber cuál será el destino final de los
ocho cubanos — continúan atormentando a Lemus, gerente de servicio en la
empresa de su padre, Manny's Auto Service.

Él fue uno de varios navegantes que tropezaron con el grupo. Todos
manejaron la situación de manera ligeramente diferente, pero nadie
recogió a los cubanos para ayudarlos a llegar a tierra por temor a ser
acusados por las autoridades de Estados Unidos.

"Uno puede meterse en un gran lío por hacer eso", dijo Lemus.

Una situación muy diferente a la del éxodo de 1980, cuando exiliados
cubanos alquilaban cualquier bote disponible de Miami o de Cayo Hueso
para salir a recoger a sus familiares en el Puerto de Mariel.

Lemus y sus amigos hicieron lo que pensaron era lo que más se aproximaba
a rescatarlos: Les señalaron a los balseros el rumbo a seguir hacia el
faro en tierra y trataron, en vano, de encontrar una batería para el GPS.

La Guardia Costera dice que hay una sola cosa legal — y segura —– que
hacer en un caso como éste: Llamarlos a ellos.

"Pueden darles agua, comida, tirarles un chaleco salvavidas si tienen
uno extra", me dijo el suboficial de la guardia Mark Barney. "Cualquier
cosa adicional los colocarían en una situación de potencial amenaza. Se
trata de migrantes indocumentadas que uno no sabe quiénes son".

Trate de decirle eso a un cubanoamericano que ha vivido esa experiencia.
A Lemus nunca le pasó por la mente que se encontraba en una situación
peligrosa con personas extrañas.

"Mucha gente no los reporta por razones personales. No están de acuerdo
con la ley o se sienten mal por reportarlos. Cuando uno hace eso está
ayudando a alguien a entrar en Estados Unidos ilegalmente y puede ser
utilizado en su contra", advirtió Barney. "Remolcarlos puede ser
malinterpretado como contrabando".

Si a la gente no le gusta la política de Pies Mojados–Pies secos, la
cual establece que los cubanos que no lleguen a tierra deben ser
repatriados, "que llame a su congresista", dijo Barney.

Pero ¿quién piensa de esa manera cuando se enfrenta a un drama humano en
el mar?

Rodney Barreto, que salió a pescar con su esposa Shelia y se encontró a
esos mismos balseros más tarde ese día a unas 20 millas de Cayo Largo,
ve la situación legal como "malo si lo haces y malo si no lo haces".
Barreto, ex presidente de la Comisión de la Florida para la Conservación
de la Pesca y Fauna Silvestre de la Florida y presidente del Comité
Anfitrión del Sur de la Florida para el Super Bowl, les dio a los
balseros agua y naranjas.

De nuevo, los hombres le rogaron que no llamaran a los guardacostas y
golpearon el costado de la balsa para demostrarle lo fuerte que ellos
pensaban que estaba su pequeña embarcación y que podía navegar el tramo
que les faltaba. Estaban tan cerca.

"Estaban muy orgullosos de su balsa", dijo Barreto.

Pero ya era demasiado tarde.

Ya alguien había llamado a la Guardia Costera — alguien en un bote que
había sido de la Infantería de Marina y sintió que era lo correcto, le
dijeron a Barreto — y allí estaban ya los guardacostas.

"Fue muy triste que los recogieran", dijo Lemus.

Barreto filmó el rescate de la Guardia Costera, así como la desilusión
de los hombres, quienes aceptaron el desenlace con humor y una nueva
petición: "¡Pónganos en televisión!".

Barreto, cuyo abuelo vino a Miami de Cuba a principios del siglo 20
cuando oyó hablar del ferrocarril de Henry Flagler, dijo que él también
se sentía afectado por la experiencia.

"Hay que detenerse a pensar lo que significa para alguien montarse en
una balsa de poliespuma y lanzarse al mar sin saber lo que va a ocurrir
en el trayecto", dijo. "Las cosas deben estar bastante malas para hacer
eso".

Barreto puso sus fotos y su video en Facebook, donde la gente opinó con
comentarios acerca del creciente número de balseros que llegan a
nuestras costas o son interceptados en el mar.

"¡La próxima vez llegamos!" uno oye a uno de los balseros gritar en el
video de Barreto, como si no sólo estuviera consolándose a sí mismo sino
también a aquellos que querían un final más feliz.

Source: FABIOLA SANTIAGO: Balseros cubanos, dilema y drama | El Nuevo
Herald El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/fabiola-santiago-es/article24530338.html

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