Friday, May 8, 2015

Un error humano

Un error humano
EVELYN PÉREZ | La Habana | 8 Mayo 2015 - 7:19 am.

Tras ser vendido el año pasado, el examen de Matemáticas para el ingreso
a la universidad vuelve a causar problemas.

El sistema educacional es algo que duele —o debería doler— a cualquier
ciudadano de cualquier país. No por gusto en las campañas electorales
los futuros gobernantes dedican siempre un espacio de su agenda al
discurso político relacionado con la educación.

En Cuba el sistema educacional nos viene doliendo —más o menos
calladamente— desde hace muchos años. Es algo bien sabido que con la
debacle económica de los años 90, muchos maestros abandonaron las aulas
persiguiendo salarios más sustanciosos o perspectivas académicas más
interesantes. La estampida ocurrió a todos los niveles. Desde la
primaria hasta la universidad. Desde el humilde maestro de escuela hasta
el experimentado profesor que impartía doctorados.

Las soluciones a un problema tan apremiante fueron torpes, inadecuadas y
—como ocurre siempre que se trata de solucionar una situación caótica—
contraproducentes.

Así llegaron los tan llevados y traídos profesores emergentes. Muchachos
que ni siquiera habían terminado el preuniversitario y a los que se les
ofreció una preparación acelerada de dos años, la posibilidad de
estudiar una carrera universitaria cuando empezaran a trabajar y, en el
caso de los varones, los eximía de pasar el servicio militar obligatorio
mientras estuvieran al frente de un aula.

De este modo también llegaron a las aulas capitalinas —las más afectadas
por el abandono profesoral— maestros de otras provincias. Algunos como
Paulino, un profesor de secundaria al que conocí, que había sido guardia
de prisiones antes de ser maestro. Y como guardia de prisiones trataba a
sus alumnos. Y como guardia de prisiones se paraba frente a ellos: con
las piernas separadas y los brazos tras la espalda.

De este modo, estudiantes universitarios fueron llevados a impartir
clases a las escuelas secundarias sin tener apenas nociones acerca de la
pedagogía, la sicología de las edades o los programas de las asignaturas
que iban a impartir.

Con esos bueyes hemos ido arando a lo largo de estos años. Bueno, y con
las consecuencias que las políticas generadas por el caos han ido
trayendo consigo. Cambios ministeriales, cambios de programas, cambios
en el sistema de evaluación… y una larga lista que sería agotador e
inútil enumerar. De una u otra manera nos ha tocado pagar por las malas
decisiones relacionadas con el sistema educacional: clases impartidas de
manera deficiente; profesores corruptos que por una botella de ron
regalan el aprobado a un estudiante que ni se esfuerza en estudiar;
alumnos mal preparados que llegan a tercer año de la universidad con
faltas de ortografía garrafales y ahora, como último grito de la moda,
este año y el anterior… ¡problemas con las pruebas de ingreso que
permiten el acceso a la Educación Superior!

En el caso del año pasado la prueba de Matemática se filtró. Hubo
quienes la vendieron. Hubo quienes la compraron. Hubo quienes la
consiguieron porque algún amigo se las regaló… La ¿solución? fue repetir
la prueba, con lo cual muchísimos alumnos salieron perjudicados porque
no estaban listos para pasar de nuevo por el estrés de una segunda
convocatoria. O porque consideraron que la segunda era más difícil que
la primera. O por otra serie de posibles razones.

El caso es que muchísimos alumnos salieron perjudicados.

Luego de haber pasado tres años importantes de sus vidas preparándose
para estos exámenes. Luego de que sus padres pagaran a repasadores
particulares para suplir la mala calidad de las clases. Luego de haberse
esforzado en tener un promedio decoroso que les permitiera optar por la
carrera universitaria que deseaban.

Es indignante.

Este año, ¡otra vez!, la prueba de Matemática fue protagonista. Solo
que, en este caso, se cometió un error al elegir los datos que
correspondían a la pregunta del problema: la respuesta del mismo
implicaba cantidad de personas, pero cuando se solucionaba, el resultado
no era un número entero. Y está claro que no existe un grupo de 234,5
personas, por ejemplo. No hay personas incompletas. Por ende, el
resultado desde una lógica matemática tenía sentido. Aunque desde una
lógica humana no lo tuviera.

Hubo alumnos que luego de resolver la pregunta varias veces, al no
encontrar una solución razonable para ella, borraron todo y la dejaron
en blanco. Hubo alumnos que forzaron los datos hasta que les dio un
número entero. Hubo alumnos que demoraron tanto haciendo esa pregunta
que luego no tuvieron tiempo de terminar otra. Hubo alumnos que entraron
en pánico y echaron a perder su prueba completa. Se escuchan tantas
historias relacionadas con eso que no tendríamos para cuándo acabar.

De nuevo muchísimos estudiantes han resultado perjudicados. Muy
perjudicados. Y, claro, han ido a protestar. Los estudiantes y también
los padres. Y, ¿cuál ha sido la respuesta en todos los casos? Bueno, que
se trajeron a ocho profesores de distintas provincias, profesionales muy
calificados y preparados; pero que el error humano existe y eso fue los
que sucedió: un lógico y normal error humano. Y, ¿cuál es la solución
que han dado los directivos del Ministerio de Educación para semejante
"error humano"? Pues que a los estudiantes que respondieron la pregunta
desde una lógica matemática, se les darán los puntos.

¿Y a los otros? ¿A los que forzaron los datos? ¿Y a los que entraron en
pánico? ¿Y a los que usaron el tiempo de la prueba en un problema mal
confeccionado y dejaron preguntas sin responder? Un grupo de alumnos fue
a hablar con el viceministro de Educación Superior para pedir que
repitieran la prueba o, en su defecto, hicieran una especie de
revalorización a la que se sometieran voluntariamente los estudiantes
perjudicados, renunciando de antemano a la nota de la prueba anterior.
La respuesta fue que el Ministerio no había contemplado nada tan
radical, que ellos debían buscar una solución que "minimizara los daños".

Y yo me pregunto —les pregunto a los funcionarios de quienes dependen
las soluciones, nos pregunto a los cubanos que tenemos hijos, hermanos,
nietos, vecinos, conocidos en esta situación—, ¿y qué tal si buscamos
una solución que reduzca este tipo de daños a cero? ¿Qué tal si exigimos
que no se cometan más errores de este tipo? ¿Qué tal si quienes tienen
las responsabilidades de elaborar o salvaguardar la seguridad de las
pruebas de ingreso hacen su trabajo como tienen la obligación de
hacerlo? ¿Qué tal si hacemos algo porque nuestros hijos, hermanos,
nietos, vecinos o conocidos tengan alguna garantía de que sus esfuerzos
no son en vano? ¿Y qué tal si todos, toditos los cubanos, acabamos de
comprender que quienes nos gobiernan no pueden darse el lujo de cometer
"errores humanos"?

Source: Un error humano | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1431060672_14443.html

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