Wednesday, May 13, 2015

Ser cubano en Cuba no da negocio

Ser cubano en Cuba no da negocio
La explosión del momento para los cubanos de la Isla es dejar de serlo,
aunque se conviertan en guatemaltecos o liliputienses
miércoles, mayo 13, 2015 | José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba – Lo afirma una canción del dúo Buena Fe: "Ya nadie
quiere ser cubano". Y es verdad. No porque lo diga esta agrupación,
cuyas piezas sobrevaloran en la Isla -y más allá- como reflejo de las
inquietudes de los jóvenes, aunque en realidad no son sino un eco light
del discurso de la gerontocracia dominante. Incluso, casi podríamos
sostener que es verdad a pesar de que lo diga Buena Fe.

Si sumáramos las cifras de los que últimamente se han hecho ciudadanos
extranjeros –españoles sobre todo, pero también de otras
nacionalidades-, más los que están en trámites para serlo, más los que
se encuentran a la caza de oportunidades que les permitan acogerse a la
ciudadanía de sus abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y a las de nuevas
esposas o esposos, sumarían millones.

Sólo faltaba que a quienes no tienen raíces en Europa les diese por
hacerse ciudadanos chinos o africanos. Pero en el caso de los chinos,
resultan ya frecuentes los trámites, con buenos saldos. Y si no ocurre
igual con los descendientes de África es porque, lamentablemente, debe
ser muy difícil para ellos poner al día la documentación acreditativa.
Con todo, no hay que perder las esperanzas en la víspera. Va y en
cualquier momento aparece algún mago sacándose de la manga inscripciones
de nacimientos de viejos congos, mandingas y carabalíes. Lo cual no me
disgustaría en lo más mínimo, dado el caso.

Posiblemente el nuestro sea el único país en todo el planeta donde ser
ciudadano extranjero constituye un valor agregado, por sí solo, sin
necesidad de entrar en otros detalles. Y ello, desde luego, explica y
justifica ampliamente la movida.

Los imperativos de la propaganda política han obligado al gobierno,
durante demasiado tiempo, a brindarle a cualquier pelagatos que caiga
aquí desde el exterior un trato adulatorio de signo muy subdesarrollado
y una distinción similar a la que otorgaban los señores feudales y
siguen otorgando los capos mafiosos a sus invitados de honor. Por más
aberrante que sea, la tendencia ha pasado a formar parte de nuestra
cultura en los servicios públicos. Y no sólo. También se sustenta en
leyes. Sobra relacionar, porque son bien conocidas, las innumerables
exenciones legales que en materia de negocios disfrutan aquí los
ciudadanos extranjeros en detrimento de los nacionales. Y ni hablar de
las penosas diferencias en el tratamiento que dispensan a unos y a otros
en los centros de salud o en cualquier entidad estatal, incluidas,
claro, las de la policía.

Entonces a nadie debe extrañarle que la explosión del momento para los
cubanos sea dejar de serlo, aunque se conviertan en guatemaltecos o
liliputienses.

Poco tiempo atrás, lo hacían mayormente para huirle a la opresiva
atmósfera de la Isla volando hacia cualquier otro país, no importaba
cuál. Pero en la actualidad se han ensanchado sus horizontes. Un tanto
asustados por lo que se cuenta sobre la crisis económica mundial y
persuadidos de que el viejo totalitarismo nacional se está cayendo en
pedazos, así que no le puede quedar mucho tiempo de vida (o es lo que
ellos creen), el nuevo proyecto de nuestros yumas con ariques en los
pies consiste en viajar temporalmente a otras naciones, en especial a
los Estados Unidos, para agenciarse algunos ahorros, a la vez que
exploran el mercado laboral y las reales ventajas de radicarse allá.
Otros simplemente eligen ganarse la vida como mulas, yendo y viniendo
cada fin de semana. Y aun hay otros que con el dinero que ganan afuera
abren aquí pequeños negocios particulares, a la vez que van construyendo
el hogar que nunca tuvieron, señal de que no se han tomado demasiado en
serio su estatus como extranjeros, y que para ellos es sólo una vía de
remedio eventual. En cambio, también están quienes lo asumen como una
moda. Así que sencillamente se convierten en pepes para que sus amigos
los envidien, y nada más.

De cualquier manera, caso por caso, todo indica que son muy pocos los
cubanos, especialmente jóvenes, que en algún momento no hayan pensado en
dejar de serlo como perspectiva de un buen negocio. Y en tanto, el
gobierno encantado de la vida.

¿Acaso no conocemos sobradamente su inutilidad para extraer usufructo de
otra empresa que no sea la explotación abusiva de sus gobernados? Somos
su azúcar, su mineral, su industria, su primer rubro exportable.
Nuestras carencias constituyen la única línea productiva en la que han
dado pruebas de ser eficientes administradores, y hasta capaces de
aplicar renovaciones.

Así, pues, ¿por qué habría de preocuparles nuestro frenesí por dejar de
ser cubanos? Si al fin y al cabo, los mayores réditos del negocio
también serán para ellos.

Source: Ser cubano en Cuba no da negocio | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/ser-cubano-en-cuba-no-da-negocio/

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