Wednesday, May 13, 2015

La cosecha del que siembra violencia

La cosecha del que siembra violencia
La disidencia cubana ha sido más pacífica que los santos de yeso. Hasta
ahora
miércoles, mayo 13, 2015 | Rafael Alcides

LA HABANA, Cuba. -Muy preocupados, me contaban en casa el opositor y
candidato a doctor en ciencias físicas Antonio Rodiles y su esposa la
actriz y activista política Ailer Gonzalez dos hechos que me tienen
rezando para que estos años que empezaron con la sangre del Moncada no
terminen siendo la de una historia circular. Hablaban Ailer y Antonio
del aumento de la represión policial después del 17 de diciembre, de
manera muy especial de la brutalidad con que los represores se están
despachando.

Al irrumpir el domingo 26 del mes pasado con sus camiones atestados de
expertos en artes marciales en la terminación del habitual desfile de
las Damas de Blanco, Carlitos el hijo de Jesús Menéndez, anciano
diabético y con el corazón en mal estado, fue sometido, arrastrado y
tirado al camión como un saco de malangas; a Yury, el nieto de Blas Roca
le apretaron de tal modo las esposas plásticas que las manos se le
pusieron negras y hasta Calabazar, donde al camión de lata con los
presos adentro suelen de vez en vez dejarlo al sol para hornearlos un
poco, no se las cortaron. A Antonio lo agarraron entre varios y lo
maduraron a golpes por la espalda antes de lanzarlo de cabeza al camión;
de maltratos y represión de toda laya podrían escribir libros
interminables las Damas de Blanco, al parecer excluidas de la campaña
gubernamental en los medios por el cese de violencia contra la mujer.

Represión después del 1959 nunca ha faltado. Ni crueldad. En Canarias,
durante un homenaje al poeta Manuel Díaz Martínez, Raúl Rivero me
hablaba de un abogado disidente y ciego de las vueltas de Ciego Ávila
que durante un tiempo le sirvió de lotería a los guardias de la
localidad. Lo detenían y al llegar la noche lo soltaban en cañaverales
remotos. Ganaba el guardia de la apuesta que más se acercara a la
ansiada hora en que al día siguiente vieran al ciego entrar en el pueblo
tanteando con una caña o una rama pelada.

Asombrado de no haberlo visto en mucho tiempo, me encuentro en la UNEAC,
ya avanzados los 60s, con el gallego Regueral, periodista español que
vivía en Cuba desde los 40s. "Estuve preso casi un año en Villa", me
dijo. ""¿Por qué?", dije. "Eso pregunté yo cuando me soltaron. ¡Vete,
vete, Gallego, agila!, fue la respuesta. Ni me habían interrogado."

Pero pegar, no había pegado la policía política. Secuestraba, entraba en
las casas a medianoche y las ponía al revés, y forcejeaba, reducía por
la fuerza al opositor, pero pegar no pegaba. O no al descubierto. Para
eso utilizaba al supuesto "pueblo indignado", molote en el que tal vez
no faltara el aforado con disfraz.


La represión arrecia contra los opositores (foto de internet )

Por otro lado, es el momento actual el menos indicado para hacer gala
de brutalidades. Está esperando inversionistas el cebito del Mariel
(aunque dicen los que saben que ahí no picará ningún peje grande), están
las autoridades de gobierno norteamericanas visitando la Isla con
frecuencia, y detrás, o delante, están llegando los que vienen a ojear
la parte de la Isla con que les gustaría quedarse, gobierno y
cuentapropistas están esperando los cuatro millones de turistas
norteamericanos de que habla el mito y en septiembre llegará al Papa
Francisco. Es, insisto, el momento menos indicado para darle candela al
jarro.

Después de los primeros años de la revolución, aquí no volvió a sonar un
petardo, ni a tener lugar un sabotaje, ni un atentado, ni a producirse
un alzamiento. Estos métodos de lucha, tradicionales en la Isla y en los
que el Movimiento 26 de Julio obtuviera calificaciones de excelencia,
desaparecieron. La disidencia, en ese aspecto, ha sido más pacífica que
los santos de yeso. Pero la violencia suele engendrar violencia.

Recuerdo un muchacho de los tiempos del parque Aguirre que no se quería
meter en nada. Al verlo aparecer, el grupo cambiaba de tema, "Subuso",
decían. Se le temía. "Me están dando frío", quejábase él. Una noche
llegó casi llorando, pero resuelto. "Caballeros, llévenme en lo que
sea", dijo. Un policía que le ofendiera la novia le había dado un
galletazo. Enseguida, por lo que he sabido después de 1959, era el
mejor poniendo bombas.

Un hombre sin trabajo es un peligro, pero un hombre con la mano de un
policía encima puede ser el comienzo de una guerra civil. Comprendo al
general de Ejército Raúl Castro. Si permite las manifestaciones de las
Damas de Blanco, tendría que permitir las de otros y todas demás, pero
si no las permite tendría que seguir haciendo uso de la brutalidad y
entonces habría cruzado la raya que no se puede cruzar. Le han dejado un
tabaco ardiendo por las dos puntas. Sólo le queda abrir el juego.
Inaugurar la democracia. Su tiempo se le ha acabado.

Source: La cosecha del que siembra violencia | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/cosechara-el-gobierno-la-violencia-que-siembra/

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